La República Dominicana tiene una serie de problemas fundamentales. Muchos, los herederos del tirano, incluyen la inmigración haitiana, como el principal problema de nuestro país. Incluso consideran que el hecho de compartir la isla con Haití en sí mismo es el problema. Que la deuda externa sea un 40% del PIB palidece como problema ante […]
La República Dominicana tiene una serie de problemas fundamentales. Muchos, los herederos del tirano, incluyen la inmigración haitiana, como el principal problema de nuestro país. Incluso consideran que el hecho de compartir la isla con Haití en sí mismo es el problema.
Que la deuda externa sea un 40% del PIB palidece como problema ante la presencia haitiana para los xenófobos trujillistas y de nuevo cuño.
Los autollamados nacionalistas de ocasión dicen que los haitianos les quitan empleos a los dominicanos porque su mano de obra es más barata. Con poco le atribuirían el auge de la delincuencia también a los haitianos.
Muchos nacionalistas frente a los haitianos dicen que estos son culpables de la deforestación de nuestros bosques. Para ellos no ha sido la minería extractiva, la inequidad socioeconómica en la zona rural que lleva al conuquismo, y la irresponsabilidad gubernamental los causantes del deterioro ambiental en el país.
Al inicio de la epidemia del VIH/SIDA consideraban que el principal riesgo era también la inmigración haitiana. Achacan la alta tasa de mortalidad materna a que en los hospitales se dice que atienden a las haitianas que representan el 20% de los partos. Culpan a los haitianos de la malaria y hasta de problemas de higiene que hay en nuestras ciudades y campos.
En fin, hay una situación de xenofobia en el país, que oculta las causas de los grandes problemas del país.
No son los inmigrantes haitianos los que definen y aplican las políticas públicas en materia de desarrollo económico, en materia de educación y salud.
No es la inmigración haitiana la que amarró al país al ALCA, que ha puesto en mayor desventaja al país en el comercio internacional.
Tampoco los haitianos son responsables del abismo eléctrico en que tienen al país un grupo de avivatos que se han hecho a su medida contratos eléctricos en los que cobran con plantas apagadas.
La inmigración haitiana que cortaba caña en los ingenios no es responsable de su privatización y canibalización de los ingenios.
La jerarquía civil y militar corrompida no tiene entre sus jefes a inmigrantes haitianos. Tampoco hay haitianos en el Congreso Nacional, el mayor estercolero que hay en el país.
Pudiéramos seguir, pero el rosario sería muy largo.
La inmigración haitiana tiene que ser analizada a profundidad, comprendiendo que la misma forma parte de una marea que hay en el mundo, cuya osmosis va de donde hay peores condiciones de vida a donde hay posibilidades de mejora. No es un problema de opciones, es de realidades.
La inmigración haitiana nos plantea retos como nación y como pueblo. El primero es el de ser solidarios en medio de nuestras precariedades.
Un segundo reto es el de garantizar los derechos humanos sin discusión. Que una cantidad de dominicanos cuyos padres son de ascendencia haitiana se les niegue la nacionalidad porque sus padres eran indocumentados o estaban de paso es poner la ley por encima de la gente, cuando debe ser lo contrario, las leyes son para la gente, para garantizar su bienestar y derechos, en el mejor sentido evangélico, que muchos convenientemente olvidan.
El tema de la soberanía nacional no corre peligro con la inmigración haitiana, a menos que se piense que unos 1000 ciudadanos que piden pasar la frontera a que se le de trabajo y un cura, son un peligro, o que los haitianos que viven en el país se levantarían contra los dominicanos en una guerra que está en la cabeza de los antihaitianos trujillistas.
La capacidad productiva del país ha sido diezmada por el modelo de desarrollo económico que le han impuesto al país las potencias extranjeras, principalmente los yanquis.
La nación dominicana está amenazada por la dependencia que afecta nuestra capacidad de producir para cubrir nuestras necesidades como pueblo. El pueblo dominicano está amenazado por las ideas y valores que imponen también las potencias extranjeras, ideas que denigran nuestras raíces nacionales, que vulneran nuestra identidad como pueblo.
Y en eso aspectos, los haitianos de aquí, de allá y acullá tienen esas mismas amenazas. Otra cosa son las debilidades que tenemos los dominicanos. La principal amenaza es que no hay una clara distinción entre los buenos y verdaderos dominicanos de la facción antinacional que desde los primeros días de la independencia tomaron control del país.
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