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De artistas, intelectuales y otros despistados de la campaña española sobre la Constitución Europea

Fuentes: Rebelión

El astronauta español Pedro Duque, que suele hablar castellano con el mismo encanto que Nat King Cole, debe andar por la Luna (incluso por la de Valencia), buscando la firma que estampó pidiendo el SI de su primera patria para el infumable Tratado Europeo, no con afán de ratificarla, sino más bien para desmarcarse del […]

El astronauta español Pedro Duque, que suele hablar castellano con el mismo encanto que Nat King Cole, debe andar por la Luna (incluso por la de Valencia), buscando la firma que estampó pidiendo el SI de su primera patria para el infumable Tratado Europeo, no con afán de ratificarla, sino más bien para desmarcarse del manifiesto, una vez que Francia (¡oh, Galia, del Mayo del 68 y ahora del NO a la Constitución del capital¡) acaba de pronunciarse por un NO, dando una lección de coraje cívico a este tipo de eurómanos despistados, siempre a las órdenes de lo que diga el Zapatero de turno, cuando no del siempre fiel Teddy Bautista, quien ha logrado quedar en ridículo ante miles de cantantes, artistas y creadores, escritores y filósofos, con la carta en la que «sugería» a sus socios de la SGAE que votaran SI, porque de lo contrario, me confesaron algunos de ellos, podría haber alguna represalia. Ya se sabe que si le llevas la contraria al Gran Jefe, las consecuencias son imprevisibles. ¿No es verdad, queridos Víctor Manuel, José María Cano o Gran Ramoncín?.

El filósofo José Antonio Marina se colocó, sin predecirlo, en el mismo territorio comanche que su colega Toni Negri, aunque es bien sabido que el primero jamás fue acusado de apoyar intelectualmente a las Brigadas Negras. Lo de José Antonio es más suave. Sus manuales para buscar la felicidad son de un éxito popular incontestable. Otra cosa es encontrarla, pero para eso aún no se ha editado ningún tratado con algún rigor científico.

Los humoristas gráficos ‘Forges’ y Martín Morales, también alegres progres de la izquierda rosa, tendrán ahora que sacarse de la manga una más que ibérica francofobia, atacando a los descendientes de Asterix con todo tipo de chistes malos, racistas y de mal gusto, como suele ser habitual cuando de llevar la contraria al vecino del norte se trata.

Los pintores Juan Genovés y Rafael Canogar, la escritora Josefina Aldecoa y otros intelectuales de pensamiento débil, colaboraron en un librito de autoayuda llamado «La Europa que escribimos’, en el que 448 artistas comentaron sendos artículos de la Carta Magna europea con el fin de divulgar su contenido, para que el pobre e indefenso pueblo español se convenza de que el viejo continente, está tan firmemente unido entre sí como George Bush a la mafia de Miami.

El manual, diseñado por Alberto Corazón, que también estampó su firma, aseguraba que era una obra que «forma parte del plan de acción para divulgar los contenidos de esa Constitución», (que Francia, insisto jovial, acaba de rechazar), promovidos por una Plataforma Cívica con ínfulas muy europeas. Cada uno de los colaboradores del librito de marras escribió a mano un artículo de la Constitución europea, o parte de él, en una plantilla elaborada por el diseñador gráfico, y junto a ella hacen un comentario, dibujo o diseño, firmado. Junto a la plantilla aparecerá el artículo completo. Una preciosidad que Rosa Montero debe tener colocada encima de la televisión, como los Morancos la bailarina andaluza y el toro hispano.

Pedro Duque fue igualmente encargado de ilustrar el artículo 3.1 del Título primero, referido a los objetivos de la Unión :»La Unión tiene como objetivo promover la paz, sus valores y el bienestar de los pueblos«. El astronauta quiso poner de relieve que la Carta Magna no pretende «quitarle a nadie su identidad, sino añadirle una nueva«. Pero no aclara en qué consiste esa identidad. Para ilustrar este artículo, Duque dibujó un cohete –«que es lo mío«, señaló, –siempre imitando a Nat King Cole–, simbolizando que «si persistimos en este empeño podemos conseguir todas nuestras metas sin ser segundos de nadie«. Al astronauta le fallaron las neuronas y reveló de esta forma su complejo de europeo sureño. Y es que el mal del espacio traiciona cuando menos te lo esperas.

El humorista gráfico Antonio Fraguas, ‘Forges’, fue el encargado de ilustrar el siguiente artículo, el 3.2 del Título primero, referido al «ámbito de libertad, seguridad y justicia sin fronteras interiores». «Es la primera vez que se afronta la unidad de Europa sin que haya sangre de por medio«, destacó ‘Forges’, que declaró que se trata de una oportunidad de que desaparezcan toda clase de fronteras. Sin embargo, señaló que «es lamentable que Europa se vaya a ver rodeada ahora por las barreras del hambre. Hay que conseguir acabar con la miseria para siempre jamás«, agregó. Y luego se fue a tomar unas cañas, con cara de haber descubierto el cadmio. Precisamente, aprobando ese Tratado, las posibles barreras contra el hambre y la injusticia social desaparecen como por ensalmo,

Mi amigo el pintor Juan Genovés, señalaba con alegría infantil que «Toda Constitución es un principio, no un final«, olvidando que la española lleva más de 26 años sin retocar ni uno sólo de sus artículos, tan deleznables y poco democráticos como el que asegura que «La figura del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad» (Título II, art. 56, 3). Olé la Corona.. El monarca puede y debe ser un irresponsable. O aquel otro que designa al Ejército el papel de «garante de la unidad e integridad territorial«, con lo que se viola el sagrado principio de la autodeterminación de los pueblos que España firmó en las Naciones Unidas. Genovés llama a eso un principio… ¿de qué?. En todo caso el del final.

En otro de esos números tan modernos que gustan tanto a las gentes del PSOE, durante una gachupinada de esas que huelen a progre de salón, una bailaora interpretó una versión flamenca del conocido tema de John Lennon ‘Imagine’, que también cantan Gurruchaga o Sisa, Ana Belén y Miguel Ríos. No obstante, esos corajudos creadores e intelectuales comprometidos-no-sé-con-qué, esconden el ala cuando de condenar a Bush se trata. Ni han hecho un tímido llamamiento al asesino de la Casa Blanca para que entregue a un terrorista como Posada Carriles a la justicia venezolana. Ni tampoco salieron a la arena para denunciar el golpe de Carmona contra Chávez. Luego son felices cantando «Imagine», insultando la memoria del más genial de los Beatles.

El noble pueblo francés ha dejado en pelota viva a los firmantes y propagandistas del SI español. Aún resuenan en las calles de la Galia los ecos de la ·»Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano». Quienes creemos en la Europa de los pueblos y no de los Estados (de los mercaderes) podemos brindar un poco más satisfechos. No todo está perdido.