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De Sarajevo a Belgrado, divididos por una lengua sin nombre

Fuentes: AFP

«Pusenje ubija», «Fumar mata». En Bosnia, los adictos a la nicotina reciben la advertencia tres veces: en serbio, croata y bosnio, una separación lingüística que muchos consideran artificial, dictada por una voluntad de incentivar el nacionalismo. Intelectuales croatas, bosnios, serbios y montenegrinos lanzaron recientemente en Sarajevo un manifiesto para afirmar que hablan «una lengua común». […]

«Pusenje ubija», «Fumar mata». En Bosnia, los adictos a la nicotina reciben la advertencia tres veces: en serbio, croata y bosnio, una separación lingüística que muchos consideran artificial, dictada por una voluntad de incentivar el nacionalismo.

Intelectuales croatas, bosnios, serbios y montenegrinos lanzaron recientemente en Sarajevo un manifiesto para afirmar que hablan «una lengua común».

«Está claro como el agua», dijo a la AFP Fedja Isovic, guionista bosnio. «Sólo las hordas lingüísticas nacionalistas piensan de otra forma», agrega este autor de una serie popular en los cuatro países, «Lud, zbunjen, normalan» («Loco, confuso, normal»).

Esa posición hace que a veces sean acusados de ser traidores a sus naciones respectivas, nacidas del estallido sangriento de la antigua Yugoslavia en los años 1990.

Para los 8.000 firmantes de este manifiesto, de Sarajevo a Podgorica, pasando por Belgrado y Zagreb, quince millones de personas utilizan el mismo idioma: una lengua regulada en los siglos XIX y XX, actualmente sin nombre, conocida en la era yugoslava como serbocroata y escrita respectivamente en caracteres latinos (croata y bosnio) o cirílicos (serbio y montenegrino).

Cuando viven en el extranjero, los ciudadanos de esos países «dicen a menudo ‘nuestra lengua'», comenta la novelista croata Slavenka Drakulic.

El manifiesto de Sarajevo denuncia el purismo lingüístico y sus consecuencias: como la separación, en las escuelas de estas antiguas repúblicas yugoslavas, de los niños en función de su origen, bajo pretexto de que no hablaban la misma lengua.

En Bosnia, sociedad marcada por los 100.000 muertos de la guerra (1992-95), existe una treintena de establecimientos en los sectores donde perdura cierta diversidad étnica.

Política y ridículo

Desde el desmembramiento de Yugoslavia, las élites nacionalistas no han cesado de aumentar la brecha lingüística.

Independientes de Serbia desde 2006, los montenegrinos agregaron dos letras a su alfabeto.

Las autoridades bosnias difunden sus comunicados en tres versiones, a menudo rigurosamente idénticas, exponiéndose al ridículo.

En Serbia, en la región mayoritariamente bosno-musulmana de Sandzak (suroeste), un tribunal tuvo que contratar en 2015 a traductores, porque algunos reos aseguraban no entender el serbio.

En Croacia, desde la independencia, el aeropuerto no es más un «aerodrom» sino un «zracna luka» (puerto aéreo), mientras que un portavoz es un «glasnogovornik» (literalmente un altavoz) y ya no un «portparol». La tentativa de transformar a la «televizija» (televisión) en «dalekovidnica» («visión lejana») no tuvo sin embargo éxito. En este país, las películas serbias en una época estaban subtituladas, hasta que las risas de los espectadores terminaron con esa práctica.

Se trata de posturas «ridículas», estima la lingüista croata Snjezana Kordic, que describe «una lengua estándar policéntrica, hablada por varios pueblos», con «diferencias que permiten reconocer el origen de quien habla».

En algunos casos, el asunto se vuelve irónico. En 2014, durante varias manifestaciones en Bosnia, país multiétnico, apareció una divisa en las manifestaciones: «Gladni smo na sva tri jezika!» (¡Tenemos hambre en tres idiomas!). Un eslogan que hasta hace poco todavía podía verse en un muro del centro de Belgrado.

Apátridas y parásitos

En un contexto de tensiones crecientes en los Balcanes occidentales, el manifiesto de Sarajevo no gusta a todo el mundo. «Este presunto idioma común era un proyecto político que murió con la antigua Yugoslavia», dijo la presidente croata Kolinda Grabar Kitarovic.

«Sin embargo, vimos cómo se entendía muy bien en esa lengua común con (el primer ministro serbio) Aleksandar Vucic y otros políticos de la región», ironiza el escritor croata Ante Tomic.

Igor Sever, croata de 28 años, dice comprender «obviamente» a los serbios y los bosnios cuando hablan. «Pero yo llamo croata a mi idioma y no veo porqué me cuestionan eso o me tachan de nacionalista», agrega.

Perteneciente al núcleo duro de los autores del manifiesto, la croata Snjezana Kordic fue blanco, junto a los otros firmantes, de una violenta campaña de prensa en su país.

En una tribuna, el escritor Davor Velnic los calificó de «yugointelectuales», de «apátridas» y «parásitos» que «nunca admitieron la existencia de un Estado croata reconocido internacionalmente».

En serbia, el concepto de «lengua común» parece estar más aceptado. Sin embargo, Milos Kovacevic, de la Unión Literaria Serbia, agrega un comentario potencialmente incendiario: «Si no le damos nombre a esa lengua», dice, «es porque todo el mundo sabe que es porque es la lengua serbia».

bur-ljv-rus/ng/ak/ltl/es

Fuente: http://ecodiario.eleconomista.es/internacional/noticias/8324431/04/17/De-Sarajevo-a-Belgrado-divididos-por-una-lengua-sin-nombre.html