El momento histórico del presente en Guatemala se caracteriza por un Evento en el cual han confluido de manera simultánea tres dinámicas complejas que se están reforzando mutuamente: 1) Primero, la corrupción sin precedentes que, después del destape que hizo la CICIG de la red de corrupción conocida como La Línea y que alcazó hasta […]
El momento histórico del presente en Guatemala se caracteriza por un Evento en el cual han confluido de manera simultánea tres dinámicas complejas que se están reforzando mutuamente:
1) Primero, la corrupción sin precedentes que, después del destape que hizo la CICIG de la red de corrupción conocida como La Línea y que alcazó hasta los niveles mas altos del poder ejecutivo -desató la protesta ciudadana de #RenunciaYa- mayor que los precedentes históricos de 1962 y 1944 -seguida por la caída agonizantemente pública y vergonzosa del gobierno corrupto de Otto Pérez Molina electo para el saqueo del Estado y la nación. Con esto, hasta los neoliberales y conservadores mas recalcitrantes se sienten «indignados» e incluso hacen su propio llamado al «cambio.»
2) Segundo, una crisis espeluznantemente obvia de legitimidad política -el nivel al que se queda casi todo comentario en la prensa chapina- que ha puesto no solo a la clase política sino también a las instituciones de la «democracia» liberal que las mismas han copado y utilizado para avanzar sus propios intereses y los intereses de las transnacioanles, en tela de juicio. Esto es lo que asusta mas a los/as comentaristas liberales, es decir, la gente que vive bajo la ilusión de que sí hay una democracia en Guate, que no funciona como debería de funcionar y que la tarea del presente es cumplir la Constitución, limpiar las instituciones poliarquicas y reinyectarle legitmidad a todo el proceso «renovando» a la clase política. ¡Y La Embajada también está de acuerdo con esto! Ir mas allá de esta posición, sin embargo, implicaría una transformación subjetiva, ideológica y ética tan profunda que la gente del extremo centrismo no puede incurrir sin traicionarse a sí misma.
3) Finalmente, una crisis de hegemonía que poca gente nada mas -y por varias razones ideológicas- se atreve a mencionar y mucha mas gente no se atreve a atender de modo práctico-político porque la misma amenaza ya no solo a la clase política sino al modelo de dominación liberal-capitalista de las élites económicas aglutinadas en torno al Cacif, el comité ejecutivo #2 del 1% local, las inversiones extranjeras, los intereses estrategicos de EE.UU, como un todo. Esto es lo que plantean los elementos mas jacobinos -pueblos y movimientos indígenas, movimientos campesinos en resistencia al extractivismo y la nueva economía agro-exportadora, movimientos ciudadanos ya concientizados de todo esto- que ven en el presente Evento una ventana de oportunidad que hay que ensanchar para darle nacimiento verdadero a la nueva Primavera chapina.
Es pues la confluencia inédita de todos estos elementos lo que caracteriza la irrupción de #RenunciaYa en la escena política chapina como un Evento inédito pero al mismo tiempo preñado de posibilidades revolucionarias pero también -y eso es lo que viene a hacer el proceso hegemónico desde dentro de nosotros/as mismos/as- de restauración donde todo cambia para que no cambie nada. Aquí, pues, la pregunta que nos tenemos que hacer -siguiendo a Gramsci- es la siguiente:
¿Se trata de ver si en la dialéctica «revolución-restauración» es el elemento revolución o el elemento restauración el que prevalece?
Nosotros/as hacemos la historia si realmente creemos que otra Guatemala es posible. Y si creemos en eso entonces tenemos que caminar juntos hacia la #RefundacionYa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.