La crisis en Grecia golpea de manera indiscriminada a todos los trabajadores, pero en el caso de los inmigrantes hay que sumar abusos y estafas cometidos por empresarios sin escrúpulos y que ahora la justicia comenzó a investigar. Jornadas de 15 horas diarias en granjas o explotaciones agrícolas, salarios no pagados, alojamientos inmundos, son algunas […]
La crisis en Grecia golpea de manera indiscriminada a todos los trabajadores, pero en el caso de los inmigrantes hay que sumar abusos y estafas cometidos por empresarios sin escrúpulos y que ahora la justicia comenzó a investigar. Jornadas de 15 horas diarias en granjas o explotaciones agrícolas, salarios no pagados, alojamientos inmundos, son algunas de las condiciones de semiesclavitud en la que se hallaba un numeroso grupo de trabajadores pakistaníes localizados en Megara, a pocos kilómetros de la capital.
Precisamente fue la Fiscalía de Atenas la que abrió diligencias para investigar la situación de estos 110 migrantes encontrados en una granja avícola en desuso, y por la cual les estaban cobrando unos 10 euros diarios por persona, para dormir en unos cubículos con colchones de espuma donde antes estuvieron las gallinas.
Dentro de los galpones las temperaturas son insoportables en verano y muy duras en invierno, solo cuentan con dos retretes y para ducharse tienen que ir al pueblo.
Los testimonios de las víctimas fueron recogidos en un largo reportaje por el diario Eleftherotypia, quienes denunciaron la práctica generalizada de no pagar los salarios y la estafa de un vecino de la localidad al que dieron dinero para que trajera a sus familiares a Grecia.
El jefe de la comunidad paquistaní en la localidad, un hombre llamado Sabir, explicó que en Megara viven unos mil compatriotas con sus papeles en regla y otros 700 en situación irregular, quienes trabajan entre 12 y 15 horas al día y a los cuales «ocho de cada diez jefes no pagan».
Igualmente relató que llegaron a ser tres mil 500, pero muchos ya regresaron a sus hogares ante las condiciones cada vez más indignas; «trabajaron durante muchos años, pero se fueron con las manos vacías», aseguró.
Los que se quedaron lo hicieron fundamentalmente porque les debían mucho dinero.
Sabir precisó que hay un patrón que hace tres años no les paga, «nos dice venir a trabajar y os pagaré mañana, nos ofrece 50 euros al mes. Yo no soy un mendigo».
Pero junto a las denuncias de los trabajadores por sus condiciones laborales, de vida y por el impago de sus salarios, la fiscalía trata de dilucidar la estafa denunciada por los paquistaníes, quienes dieron importantes sumas de dinero a cambio de visas para familiares y amigos.
Numerosos trabajadores pagaron a una persona de Megara para tramitar los documentos y poder traer a sus allegados, los cuales nunca llegaron pese a que el dinero desembolsado asciende a «cientos de miles de euros», aseguró Sabir.
Las víctimas, quienes argumentaron con pruebas documentales el haber entregado esas cantidades al denunciado, aseguran sin embargo que carecen de medios económicos para contratar a un abogado y llevar adelante su caso.
Uno de los trabajadores de mayor antigüedad en la zona, Mohammad Yunus, de 63 años de edad, explicó cómo fue engañado, entregando poco a poco todo su dinero y quedando finalmente sin nada. «Hace tres años me dijo que necesitaba más gente para trabajar con él», narró Yunus, «tráeme a tus hijos y sobrinos»; desde entonces le entregó 16 mil euros, por sus cuatro hijos, más dos mil 800 en concepto de fianza.
«Me iba diciendo: Dame algo de dinero para la embajada o el papeleo ha llegado, dame un poco más, hasta que le pagué todo»; ahora Yunus, que vive y trabaja legalmente en la zona desde hace 40 años, se encuentra en una situación muy difícil y a su edad debe redoblar sus esfuerzos para recuperar todo lo que ha perdido.
Otro miembro de la comunidad paquistaní, Mohammed Nasim, dijo que él había llegado a Grecia para trabajar y buscar una vida mejor, pero ahora su jefe le pide que guarde silencio amenazándole con llamar a la policía o a los matones del partido neofascista Amanecer Dorado.
«Soñamos con Europa y despertamos esclavos en Megara», se lamentó, «simplemente no sabemos a dónde ir».
Antonio Cuesta es corresponsal de Prensa Latina en Grecia.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.