El triunfo de Rodríguez Zapatero en España y de Heinz Fischer en Austria podría hacer pensar que el péndulo europeo, que estaba en la derecha, ha comenzado a moverse hacia la izquierda. No podemos ser tan optimistas, entre otras razones porque el presidente federal de Austria es casi decorativo y el canciller federal (el jefe […]
El triunfo de Rodríguez Zapatero en España y de Heinz Fischer en Austria podría hacer pensar que el péndulo europeo, que estaba en la derecha, ha comenzado a moverse hacia la izquierda. No podemos ser tan optimistas, entre otras razones porque el presidente federal de Austria es casi decorativo y el canciller federal (el jefe del gobierno) en ese país sigue siendo Wolfgang Schüssel, del derechista Partido Popular. Pero, además, las elecciones de España y Austria fueron en marzo y abril, respectivamente, pero el 1º de mayo el Parlamento Europeo (PE) se amplió con la participación de diputados de 10 países que ingresaron en la Unión Europea, y la derecha ganó.
La mayor parte de los nuevos diputados, a pesar de que siete países pertenecieron a la órbita de la antigua Unión Soviética (o quizá por eso), son de derecha y algunos de ultraderecha. Antes de la ampliación el PE tenía 625 diputados. Ahora está conformado por 787, es decir, 162 más que provienen de Chipre, Malta, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, Polonia, Eslovenia (que no era precisamente del bloque soviético) y Eslovaquia.
Antes del 1º de mayo en el PE había 233 diputados del derechista Partido Popular Europeo- Demócratas Europeos (PPE-DE); ahora son 295. A éstos habría que agregar los 67 del grupo del Partido Europeo de los Liberales, Demócratas y Reformistas (ELDR), que también son de derecha, aunque moderada; los 30 ultraderechistas del grupo Unión por la Europa de las Naciones (UEN) y buena parte de los 44 No Afiliados (NA), que pertenecen a organizaciones ultraderechistas como el Frente Nacional de Francia (neofascista), Liga Norte de Italia (separatista), Partido de la Libertad de Austria (neonazi), el Movimiento para una Eslovaquia Democrática (paradójicamente autoritario) o la Samoobrona (Autodefensa) de Polonia (conservador y ultranacionalista). En la UEN participan partidos de origen u orientación fascista como Alianza Nacional de Italia, el Partido Popular de Dinamarca, Unión del Pueblo de Estonia, Fianna Fáil de Irlanda, los regionalistas de Francia, Alianza Patria y Libertad de Letonia, Ley y Justicia de Polonia (que no sería fascista) y el Partido Popular de Portugal (que en este caso es ultraderechista porque ahí el Partido Social Demócrata es, a pesar de su nombre, de derecha).
Los nuevos países «ex comunistas» aportaron a la derecha del PE alrededor de 80 diputados, pero debe tomarse en cuenta que los gobiernos de esos países, incluso los que se denominan a sí mismos «ex comunistas», siguen prácticas derechistas principalmente relacionadas con la privatización de servicios públicos y con la persecución e intolerancia a sus poblaciones gitanas, también llamadas romas (Eslovaquia y República Checa), o con las de sus vecinos (como es el caso de Hungría).
No puede decirse que con la ampliación de la Unión Europea la izquierda ganara espacios, ya que un porcentaje significativo de los que llegaron por el socialismo son en realidad centristas y entusiastas defensores de la economía de mercado. Eslovaquia es el mejor ejemplo.
La fuerza de la Unión Europea, ahora ampliada y una vez que supere los problemas de su crecimiento, será la de una gran potencia mundial con 450 millones de habitantes y un producto interno bruto (PIB) equivalente, si no superior, al de Estados Unidos. Sin embargo, los salarios mínimos de los países «ex comunistas», con excepción de Estonia, están por debajo de Portugal, que es el país de los anteriores 15 con más bajos salarios. En este punto comienzan las diferencias, pues es de esperarse que, para recuperar su economía, para alcanzar a los países occidentales, en los orientales se mantengan los salarios bajos para facilitar una adecuada ganancia a los inversionistas, tanto de Occidente como de Estados Unidos que desde 1990 iniciaron la adquisición de empresas antes de propiedad estatal.
Pero hay una diferencia más que no puede pasarse por alto: con la excepción de Malta y Chipre, la población de los otros ocho países de reciente ingreso en la Unión Europea no tendrá las mismas facilidades de tránsito y de trabajo que la de los países menos desarrollados de los antiguos 15. Así como Gran Bretaña ya cerró sus puertas a los inmigrantes de los nuevos países miembros, Alemania y Austria pueden hacer lo mismo. Otros países adoptarían políticas semejantes o cuotas fijas de aquí a 2006 o 2007. La misma Hungría tiene planeado un cierre de fronteras con Croacia, Rumania, Serbia y Ucrania para evitar que la usen como corredor hacia los países de mayor desarrollo. Obviamente las organizaciones de ultraderecha de Europa occidental se oponen a la libre migración de los habitantes de los nuevos países, que ya han sido discriminados casi de la misma manera que los musulmanes de Turquía y del norte de Africa.
Fuentes:
http://www.electionworld.org http://wwwdb.europarl.eu.int/ep5/owa/p_meps2.repartition?
Sanja Romic, «Trabajo-UE, Bienvenidos, pero no vengan», IPS, 16/2/04
Octavio Rodríguez Araujo, Derechas y ultraderechas en el mundo, Siglo XXI, 2004
Mario de Queiroz, «Nace la mayor potencia económica mundial», IPS, 29/04/04.