El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi no ve ningún escándalo en la devolución de inmigrantes a Libia. Berlusconi descartó hoy de plano toda idea sobre una «Italia multiétnica», al confirmar la política de su gobierno de centro-derecha en materia de inmigrantes ilegales y el «derecho de rechazarlos». (Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti)
«Han muerto dos mujeres. Murieron poco después de desembarcar en Trípoli de las motonaves italianas. Estaban exhaustas, como todo el resto. Nos dejaron en el muelle, bajo el sol durante horas y horas, y esas dos mujeres, a las que llevaron a rastras hasta el muelle, no pudieron más. Otros dos hombres están en las últimas. Ayudadnos, venid a salvarnos, apiadaos. Hay más mujeres y niños. No nos dejéis aquí».
El grito de dolor, de desesperación llega de la prisión libia de Al Zawia, a pocos kilómetros de Trípoli, donde se encuentran desde el pasado jueves decenas de inmigrantes «devueltos» en las motonaves de la Guardia costera y la policía financiera (Guardia di Finanza) italianas, las cuales inicialmente les habían socorrido en el Canal de Sicilia.
El que habla es un nigeriano de 22 años. Su mujer tiene 18. Abortó después de los días que transcurrió en el mar. Ahora está también en la cárcel libia. Entre las mujeres devueltas a Trípoli hay dos, según confirma Christopher Hein, presidente del CIR (Consejo Internacional para los Refugiados) embarazadas. «Una de ellas -afirma Hein- estaba en graves condiciones de salud. El representante en Trípoli del CIR vio que la trasladaron de urgencia a un hospital de Trípoli. Hasta ahora ningún miembro de las organizaciones humanitarias ha tenido la posibilidad de entrar en los centros y ver qué sucede. Las autoridades libias no han concedido permisos y los trámites burocráticos son largos y difíciles. Estoy seriamente preocupado». ¿Pero cómo murieron estas mujeres? Se lo preguntamos al «prisionero». «Murieron después de que las abandonaran en el muelle junto al resto. Los militares libios arrastraban a las mujeres desmayadas por el cansancio, mientras que a otros que también se habían desmayado los dejaban allí sin ninguna atención. Ahora nos han metido hacinados en esta cárcel. Están separando a los cristianos de los musulmanes y tenemos mucho miedo. La policía libia y la italiana están trabajando juntos. Los italianos nos salvaron, pero ahora nos dejan en Trípoli».
El caos que reina dentro de la prisión llega a nuestros oídos. El hombre habla intentando que los militares libios no lo vean. «Aquí son muy malos, no nos dan de comer, nos tratan como a animales. En este momento hay dos hombres que han perdido el sentido debido a la fatiga que hemos pasado y a los golpes de los policías. Por favor, os lo rogamos: haced algo. Sacadnos de aquí: cualquier sitio nos va bien, os necesitamos, estamos sufriendo». La conversación telefónica se interrumpe, se corta la línea, volvemos a llamar y el «prisionero», por suerte, nos responde de nuevo.
Su nombre figura en la larga lista de los 238 ( y no de los 223 de las fuentes italianas) extracomunitarios devueltos a Libia. Son casi todos nigerianos, etíopes, eritreos y somalís. Nos dice que es nigeriano y que, como los demás, antes de llegar a Libia hizo un largo viaje con su mujer. «Llevamos mucho tiempo en libia, nos maltrataban, y cuando finalmente nos permitieron marcharnos lo hicimos, pero ha sido inútil. Muchos de nosotros murieron en la travesía del desierto, y los que sobrevivimos esperábamos alcanzar Italia finalmente»
Nuestro interlocutor nos comunica que hombres y mjreres están encerrados en prisiones separadas. «También se han llevado a mi mujer. Tengo miedo de que le hagan daño, como les ha sucedido a tantas mujeres que han estado en Libia. A muchas las violan, incluso se quedan embarazadas. Siempre he protegido a mi mujer, pero ahora está sola y no sé que le pasará. Os suplicamos, ayudadnos, no nos abandonéis».
Escuchar audio (italiano):
http://tv.repubblica.it/copertina/dramma-nelle-carceri-libiche/32634?video