Susanne Neumann trabajó más de treinta años como limpiadora de casas, edificios y oficinas. Hoy recibe 800 euros netos mensuales de pensión pública. Se trata de una pensión reducida por incapacidad laboral: enfermó de cáncer y tuvo que prejubilarse. Tras casi cuatro décadas de cotizaciones a la caja pública de pensiones, lo tendría realmente difícil […]
Susanne Neumann trabajó más de treinta años como limpiadora de casas, edificios y oficinas. Hoy recibe 800 euros netos mensuales de pensión pública. Se trata de una pensión reducida por incapacidad laboral: enfermó de cáncer y tuvo que prejubilarse. Tras casi cuatro décadas de cotizaciones a la caja pública de pensiones, lo tendría realmente difícil para llegar a fin de mes con ese dinero. «Mi marido todavía trabaja y gana un buen sueldo», confiesa. Susanne se siente una afortunada si mira a su entorno, porque su situación dista de ser excepcional en el país más rico y poblado de la Unión Europea.
El 48% de todas las pensiones públicas alemanas están por debajo de los 800 euros mensuales, y el 62%, por debajo de los 1.000. En el caso de las mujeres, las pensiones menores a 800 euros alcanzan incluso el 64% de todas las jubiladas. Un ingreso menor a 969 euros al mes es considerado el umbral que da acceso a la pobreza para hogares unipersonales en Alemania.