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Despliegue 5G en Europa, entre la obsolescencia y el legado civilizatorio

Fuentes: Rebelión

Tras el informe en el que la Comisión Europea y el Parlamento Europeo dieron un ultimátum en forma de recomendación a todos sus miembros para realizar una evaluación de los riesgos de la infraestructura 5G, con la intención de acelerar el proceso de despliegue en Europa y sentar un precedente jurídico que los mantenga en […]

Tras el informe en el que la Comisión Europea y el Parlamento Europeo dieron un ultimátum en forma de recomendación a todos sus miembros para realizar una evaluación de los riesgos de la infraestructura 5G, con la intención de acelerar el proceso de despliegue en Europa y sentar un precedente jurídico que los mantenga en su rol de potencia civilizatoria, apareció un informe del Institut Montaigne, el cual señala la necesidad de favorecer la creación de un ecosistema europeo competitivo. En la actualidad, apenas Nokia y Ericsson están en disposición de hacer frente a las compañías chinas. Aun así, existe desasosiego en la Comisión Europea, porque en cada nueva generación de redes hay menos jugadores, y la tendencia va en declive para los occidentales. De nueva cuenta, regresa el pánico por la dependencia que se puede generar y en específico por la vulnerabilidad que significa este sector para todo actor internacional en pleno siglo XXI.

Sería paradójico que los recientes movimientos geopolíticos en todo el orbe, aceleren el desplazamiento del continente Europeo hacia un lugar más modesto, tras las potencias mundiales, y ahora por detrás de Asia pacífico.

Según los datos de GlobalData, en Europa será Dinamarca el país que liderará la adopción de 5G a nivel usuarios en 2023, con una tasa de 23.20% de suscriptores. Le siguen Suiza y Portugal, que empatan con un 16.2%. Finlandia, con 15.9%; y Holanda, con 15.4%, cierra la lista. Pero debemos de aceptar lo que son, previsiones, porque el éxito de la tecnología 5G irá de la mano de las condiciones óptimas para una nueva era, como sociedades sistematizadas y digitalizadas.

Y es que estas tendencias son cada vez más fluctuantes debido a la intensidad con que se ha disputado el sector en el primer semestre del año. Los tiempos de despliegue de la red están acelerándose respecto a las previsiones iniciales, según constata la última edición del Ericsson Mobility Report.

El informe ha revisado sus cálculos anteriores y prevé que para 2024 habrá 1.900 millones de suscripciones 5G, 400 millones por encima de su anterior estimación: un 27% más. Según Ericsson, para 2024, el 63% de suscripciones móviles en Norteamérica serán de 5G. Le sigue la región del noreste de Asia, con una adopción del 47%. Europa aparece en tercera posición, con una estimación del 40% de suscriptores con acceso al nuevo estándar en cinco años. Frente a un crecimiento mayor de América Latina, Asia Pacífico, África, y el resto de los bloques regionales.

En este escenario es en donde la Unión Europea, tendrá que resolver de manera inteligente la negociación interna y limar asperezas. Debe ser complejo conciliar los intereses de tantos países dentro de un marco equitativo que a su vez mantenga los ideales de la integración y que además no sea objetado por algún miembro.

Por lo tanto será determinante para la UE, como para el resto del mundo, si logran imponer su marco jurídico, el cual contempla al ciudadano como centro, a diferencia del norteamericano que contempla al consumidor. Una diferencia conceptual fundamental, si seguimos la lógica progresista de las reivindicaciones sociales a nivel mundial. Un momento clave en la deconstrucción y construcción de la arquitectura global, por lo menos para el próximo ciclo hegemónico.
Subasta alemana de frecuencias móviles 5G

Según los resultado de la subasta, Deutsche Telekom ha invertido 851 millones en las frecuencias de 2 GHz, y otros 1.323 millones de euros destinados en 90 MHz de 3,6 MHz, lo que suma un total de 2.174 millones euros. Vodafone ha invertido 806 millones de euros en la banda de 2 GHz, y otros 1.073 millones por 90 MHz de frecuencias de 3,6 GHz, que dan un total de 1.879 millones de euros. Mientras Drillisch, el operador con menor presencia en la subasta, gastó 334 millones en la frecuencia de 2 GHZ y otros 735 millones en la de 3,6 GHz, lo que da una inversión de 1.070 millones de euros.

Telefónica ha destinado 1.424,8 millones de euros en la compra de 90 MHz de las nuevas frecuencias, con el 21% del total, tras dedicar casi cuatro meses de tiras y aflojas en las pujas, con cerca de medio millar de rondas. En resumen, el grupo español ha invertido en la frecuencias de 2,1 GHz por 381 millones y en 3,6 GHz, por 1.043 millones. Con estos recursos, la compañía dispondrá de la capacidad suficiente para ofrecer sus servicios de banda ancha móvil en 5G hasta el año 2040.

Las cuatro firmas derramaron a las arcas alemanas 6.549 millones de euros por la transferencia de 420 MHz de las nuevas frecuencias de móviles. La cual superó las expectativas internas que oscilaban entre los 4.000-5.500 millones de euros. Por lo que los observadores del mercado consideran que el precedente alemán podría marcar el camino al resto y condicionar al alza el precio en los procesos similares que se producirán en otros países, entre los que se incluirá España a partir del primer trimestre de 2020. Aunque la cifras fueron superadas, habrá que recordar que el Bundesnetzagentur obtuvo más de 50.000 millones de euros por el estándar de comunicaciones 3G en el 2000.

En los últimos cinco años, los operadores de los países con un cuarto competidor han sufrido un descenso del 12% en sus ingresos, según la consultora Rewheel. En los mercados con solo tres actores, los ingresos aumentaron un 6%. Aunque es necesario contemplar que el precio pagado por megahercio, ajustado por población, fue tres veces superior al de las subastas españolas y un 50% superior al de Gran Bretaña, según calculan los analistas de Credit Suisse.

Ahí es donde se explica la disputa, ya que el mercado alemán es uno de los centros más prósperos no sólo para las telecomunicaciones, sino en todos los sentidos para el desarrollo e impulso de las industrias tecnológicas de la nueva generación. Debido a su ingreso per cápita, índice de digitalización e infraestructura y por su geografía, al ser el núcleo continental y paso de la zona inteligente que conecta a Europa occidental y encuentra salida en el mediterráneo.

El dinero recaudado será utilizado para el fondo de infraestructura digital del gobierno alemán. El 70 por ciento de los ingresos será destinado a redes de banda ancha de línea fija y el 30 por ciento restante será invertido en la digitalización de las escuelas alemanas. Una inversión estratégica a mediano plazo, si contemplamos que al expandir la banda ancha en aquellas regiones del país donde actualmente no es tan buena, se puede lograr un mejor aprovechamiento de los espacios y en verdad competir como mercado líder del 5G, conforme a lo prometido en el acuerdo de coalición del gobierno alemán actual.

«El gobierno alemán ahora debería impulsar específicamente la expansión de los cables de fibra óptica y el servicio en las zonas rurales. Tan sólo dos terceras partes de los trabajos industriales se encuentran en las zonas rurales», comentó Dieter Kempf, presidente de la Federación de Industrias Alemanas».

Ursula Von der Leyen no logró convencer por completo ni a los ecologistas ni a la Izquierda. Aún cuando presentó un programa con miras más allá de la lucha contra el cambio climático, con el objetivo de llegar a la descarbonización de la economía europea en 2050; con una mayor solidaridad hacia los ciudadanos con mecanismos como un seguro de paro comunitario y una postura más firme en la lucha contra la violencia de género, al tipificarla como delito en los tratados internacionales.

Habrá que tomar en cuenta que la ex-ministra alemana seguirá el legado de Merkel y su coalición, porque ambos programas empatan con la idea de ponderar a los teutones mediante el plan a mediano plazo Industry 4.0, y además aprovechar los marcos institucionales para continuar liderando la UE, en un momento en donde el conservador Boris Johnson mete presión en la negociación para evitar el escenario de un Hard Brexit, o abrir la posibilidad a otro referéndum que cambie el status quo, y a su vez el futuro de la Unión Europea.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.