Traducción de Correspondencia de Prensa
La jornada nacional de huelgas y manifestaciones organizada en Francia el 5 de octubre no quedará en los libros de historia; no fue un fracaso, pero la movilización fue mediana en términos de manifestaciones, débil en términos de huelgas.
No vamos a volver en estas líneas sobre el contexto, para eso, podemos remitirnos al texto de Léon Crémieux (http://alencontre.org/europe/france/france-mobilisation-du-5-octobre-une-etape-pour-unifier-et-politiser-la-colere-sociale.html) publicado unos días antes del 5 de octubre. No hay nada que añadir. Salvo un posible desacuerdo sobre… la última frase [1]. Se refiere a «la apatía generalizada de los dirigentes sindicales». Aparte del punto de discusión sobre la noción de «liderazgo» para una organización sindical, ¿no se corre el riesgo de simplificar una situación más compleja? ¿Nuestro problema proviene realmente de una supuesta apatía de Philippe Martinez (CGT, Confederación General del Trabajo), Yves Veyrier (Fuerza Obrera), Benoit Teste (Federación Sindical Unitaria, el sindicato de docentes más importante), Simon Duteil (Unión Sindical Solidaires), Murielle Guilbert (coportavoz de Solidaires)? Creemos que no. Por cierto, podíamos esperar que la Intersindical organizada en la noche del 11 de octubre hubiera realizado un nuevo llamamiento unitario. Pero si hubiera sido así, ¿habría sido suficiente para que tuviera más peso que el 5 de octubre en la relación de fuerzas?
La fecha del 5 de octubre se conocía en los círculos militantes desde julio; se hizo pública el 30 de agosto: durante todas estas semanas, ¿cuántas giras sindicales, locales sindicales abiertos, reuniones de información sindical en los centros de trabajo, asambleas generales preparatorias en los sindicatos, etc.? ¿Dónde se intentó dar vida a la unidad sindical del llamamiento nacional, mediante iniciativas intersindicales sobre el terreno? ¿En cuántas empresas las secciones sindicales se encargaron de dar a conocer la jornada nacional del 5 de octubre al personal, a los compañeros de las empresas subcontratadas, a los empleados de las empresas vecinas? Plantear estas cuestiones no es una crítica a los equipos sindicales de base: es simplemente un intento de señalar algunos de los factores que contribuyeron al moderado éxito de la jornada del 5 de octubre. Si estas carencias explican, en parte, nuestras dificultades, entonces tenemos que ponernos manos a la obra, para ver cómo podemos hacer mejor las cosas en el futuro. Esto será más útil que la radicalización verbal.
¡Hay luchas sociales!
En todos los sectores profesionales y en todas las regiones hay luchas, huelgas, paros, concentraciones. Incluso en el sector privado, contrariamente a lo que suelen decir los sindicatólogos, que no son necesariamente sindicalistas. Aldi en Borgoña, Bergams en Essonne, Knorr en Alsacia, Arc en ciel en París-Jussieu, Transdev en Seine-et-Marne… Esta última heulga es significativa: está en marcha desde principios de septiembre y las reivindicaciones tienen que ver con las condiciones de trabajo y los salarios, y denuncia también el sistema de licitaciones que organiza una explotación cada vez mayor de los asalariados por parte de los empresarios, en cada renovación de contrato. Podemos apoyar económicamente a los huelguistas en: www.cotizup.com/mec-grevistes
¿Construir campañas unitarias locales y nacionales?
El último Comité Ejecutivo Confederal de la CGT, al igual que el reciente congreso nacional de la Union syndicale Solidaires, decidió dos campañas prioritarias: por la reducción del tiempo de trabajo a 32 horas semanales y por el aumento de los salarios y las jubilaciones. Esta es la base de las reivindicaciones comunes, por sectores profesionales y a nivel interprofesional; cuadernos de reivindicaciones, pero también campañas sindicales sobre el terreno para darles vida y para conseguirlas. Empresa por empresa, departamento por departamento, centro por centro, ¿cuántos puestos de trabajo suponen las 32 horas? ¿Qué contactos e iniciativas y sobre qué reivindicaciones deben tomarse con las organizaciones y colectivos de desempleados? ¿No es hora de abandonar las simbólicas «mesas de contratación» y volver a la requisición de puestos de trabajo a través de la acción colectiva directa de los trabajadores, los que tienen trabajo junto a los que no lo tienen?
En cuanto a los salarios, las Negociaciones Obligatorias Anuales (NAO) son un buen momento para la acción sindical sobre el tema, pero sin duda hay que ir más allá, retomar la ofensiva para recuperar una mayor parte de lo que nos roban los capitalistas; tanto por los salarios como por las pensiones, las jubilaciones o las prestaciones de desempleo.
¿Qué perspectivas?
Para algunas fuerzas sociales, incluidos los sindicatos, nos refugiamos en la tradicional «salida política necesaria». ¡Como si los actores de las luchas no estuvieran construyendo ellos mismos esta salida, a la luz de las luchas colectivas emancipadoras emprendidas! Para esos compañeros, la «salida política» sólo puede venir del Partido, de su partido, no de otros, de las elecciones institucionales. En cualquier caso, sólo se aborda bajo la forma de la toma de poder estatal, pero delegándola a los partidos. Desde la perspectiva de una sociedad autogestionaria, esto merece otro enfoque.
Con motivo del 5 de octubre, el secretario general de la FSU resumió muy bien lo que son estas corrientes políticas: «Los trabajadores siguen convencidos de la importancia de la movilización en el periodo actual, pero carecen de perspectivas políticas. Es poresta razó que muchos, hoy, no se movilizaron». ¡En términos de perspectivas esta afirmación no propone ninguna!
El sindicalismo es político. Reúne a quienes deciden organizarse por el simple hecho de pertenecer a una misma clase social. Juntos, actúan para defender sus reivindicaciones inmediatas y trabajan por una transformación radical de la sociedad. La opresión ligada al sistema capitalista, la opresión económica resultante de las relaciones de producción y del derecho de propiedad, es común a todos los «de abajo». Aquí se juega la confrontación de clases: ¡si eso no es política! Esto no nos impide considerar que existen otras formas de opresión, que no deben ser clasificadas en orden de importancia, ni entre sí ni en relación con la opresión económica. Las luchas feministas, las luchas antirracistas, las luchas contra la opresión y por la igualdad, la libertad, contra la violencia policial, las luchas ecologistas, etc., también son políticas.
La repartición de papeles que dice que el partido se encarga de la política y el sindicalismo de las cuestiones sociales es un callejón sin salida. Aunque los sindicatos sean, o al menos deberían ser, la herramienta de organización autónoma de la clase trabajadora, los reduce a una función menor, negándoles la capacidad de actuar para cambiar la sociedad. Por el contrario, empuja a las organizaciones políticas a considerar que esta tarea les es exclusiva y, por tanto, desconectada de los movimientos sociales.
Redefinir el espacio sindical
Un gran número de asociaciones tienen un papel considerable en el movimiento social. Casi todas se crearon porque el sindicalismo abandonó campos de lucha o los ignoró y, de hecho, hacen «sindicalismo» tal y como se define aquí: asociaciones de desempleados y desempleadas, por el derecho a la vivienda, por la defensa de los indocumentados, coordinación de trabajadores precarios, etc. Otras intervienen en temas que entran de lleno en el campo sindical: son feministas, antirracistas y tienen una fuerte dimensión social. Otros intervienen en temas que están plenamente dentro del ámbito sindical: son feministas, antirracistas, ecologistas, antifascistas, antisexistas, etc. También está la cuestión del vínculo con los trabajadores y las trabajadoras de la tierra. También hay movimientos anticolonialistas, que reivindican el derecho de los pueblos a la autodeterminación, antimilitaristas, pacifistas, etc. Todos estos aspectos tienen que ver con los intereses y con el futuro de nuestra clase social y es desde este punto de vista que debemos tratarlos.
Si subrayamos los movimientos sociales, es porque son los que organizan las luchas, la acción directa de los trabajadores. Entre estos movimientos, el sindicalismo tiene una particularidad esencial: como decíamos antes, reúne a las personas sobre la única base de la pertenencia a una misma clase social. Esto es fundamental. Un sindicalismo de lucha, por supuesto, pero también un sindicalismo que se atreve a romper con lo que existe actualmente para avanzar. La cuestión de la unidad, incluso de la unificación, es importante. También se trata de redefinir los contornos de la organización sindical, para que tenga en cuenta las diversidades aquí descritas. Pero esto no debe ser una reflexión de «expertos» ajenos al movimiento sindical y social, ni debe tratarse de forma independiente de las cuestiones concretas planteadas anteriormente en cuanto a las campañas sindicales, la presencia allí donde están los trabajadores más que con la patronal, las prioridades sindicales decididas y aplicadas colectivamente.
* Christian Mahieux, sindicalista (SUD-Rail, ferroviarios), miembro del comité de redacción de los «Cahiers Les Utopiques», de la «Red Sindical Internacional de Solidaridad y Lucha».
Nota
1] Insistimos en el acuerdo con la totalidad del texto.