La policía ha detenido al número dos de los servicios secretos italianos, Marco Mancini, por su presunta implicación en el secuestro de un imán por parte de agentes de la CIA en Milán el 17 de febrero de 2003. La Fiscalía italiana había solicitado ya la extradición de 22 presuntos espías estadounidenses por el rapto […]
La policía ha detenido al número dos de los servicios secretos italianos, Marco Mancini, por su presunta implicación en el secuestro de un imán por parte de agentes de la CIA en Milán el 17 de febrero de 2003. La Fiscalía italiana había solicitado ya la extradición de 22 presuntos espías estadounidenses por el rapto de Hassan Mustafa Osama Nasr.
Mancini es el primer italiano detenido en el curso de esta investigación, según informa el diario La Repubblica. Además, su arresto implica de lleno a los servicios de inteligencia de su país en ese incidente. Los diarios norteamericanos The Washington Post y The New York Times ya informaron hace meses de que las autoridades italianas estaban al corriente del secuestro, pero iban a desmentirlo todo si el caso salía a la luz. El entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, desmintió haber sido informado por la CIA, y pidió explicaciones al embajador estadounidense al respecto.
Hassan Mustafa Osama Nasr, de origen egipcio y conocido también como Abu Omar, fue secuestrado en una calle de Milán y trasladado a Egipto, pasando en el camino por las bases militares de Aviano (Italia) y Ramstein (Alemania), a bordo de un avión del club de béisbol Red Sox alquilado por la CIA. O al menos así lo cree la fiscalía, que añade en su relato que Abu Omar permaneció en paradero desconocido hasta el 20 de abril de 2004, cuando llamó a su esposa desde Alejandría (Egipto). Entonces sólo la pidió 200 euros y discreción.
Luego, el 1 y el 8 de mayo, telefonearía a un amigo, al que contó que había sido secuestrado por la CIA, apaleado en Aviano e ingresado luego en la cárcel egipcia de Tora, donde fue sometido a terribles y continuas torturas. Cuatro días después fue arrestado por agentes egipcios y se volvió a perder su pista. En junio, el Gobierno egipcio reconoció que había recibido a Abu Omar «a través de procedimientos extraordinarios», pero negó las torturas.