Traducido por John Brown
Para escapar del orden policial y empezar a hacer política es necesaria la desidentificación – el rechazo de los lugares propios asignados para participar en la sociedad. Como antes se indicó, la fuga funciona, no ya como una forma de exilio, como mera oposición o protesta, sino como un intervalo que interrumpe el orden policial cotidiano (Rancière, 1998). Las disputas políticas, a diferencia de las disputas de orden policial no tienen que ver con la representación o con la construcción de una posición mayoritaria en la arena política. Ni siquiera se trata de disputas sobre las condiciones de inclusión o las características de una minoría. Preceden a la inclusión.
Dimitris Papadopoulos, Niamh Stephenson and Vassilis Tsianos, Escape Routes. Control and Subversion in the Twenty-first Century, Pluto Press, London 2008, p. 69
El primer error que hay que evitar en relación con diciembre de 2008 es describirlo como un » estallido afectivo de la juventud » o como » una violencia ciega sin contenido político «. Afirmo que la insurrección fue particularmente elocuente y se relacionaba desde todos los puntos de vista con la comunicación. Sin duda, no en el sentido habermasiano del término, pero al menos en dos otros sentidos:
a) quienes participaron en la insurrección utilizaron las tecnologías de la comunicación contemporáneas, de maneras que resultaron, con diferencia, mucho más efectivas que los viejos mecanismos del Estado. La coordinación de los estudiantes de bachillerato, cuando el 8 de diciembre de 2008 atacaron simultáneamente 45 comisarías de policía en toda Grecia sin ningún órgano de dirección central, fue una obre maestra en la exhibición de capacidades organizativas de las que escandalosamente carecen la mayor parte de los servicios estatales.
b) los propios acontecimientos constituyeron una enunciación (o varias enunciaciones): esta enunciación era performativa, en la medida en que su objeto no preexistía a su formulación, sino que se produjo por primera vez con el propio acto de su elocución.
Esto sólo les puede parecer una » política de la afonía » a quienes reconocen como » palabra » el escenario de la representación: a saber que un » grupo social » (establecido y localizable) se moviliza por » sus problemas «: plantea algunas » reivindicaciones » a las autoridades, preferentemente a través de un sujeto político (de izquierda, por supuesto) que traslada estas reivindicaciones » particulares » al nivel político central y las » totaliza «; tras lo cual se desarrolla una negociación, las autoridades eventualmente dan satisfacción a las reivindicaciones o a alguna de ellas o no lo hacen, en cuyo caso las acusan de insensibilidad. En cualquier caso, el sujeto político en cuestión se ve recompensando mediante un aumento de sus votos o de su audiencia.
En diciembre, en realidad, no ocurrió nada de esto. Diciembre no fue el traslado de un mensaje de un sujeto a otro, sino la producción del mensaje. Este mensaje no planteaba meramente una reivindicación, sino que, al mismo tiempo la hacía realidad mediante el acto mismo de su enunciación. Antes de examinar si Diciembre » abre caminos alternativos hacia el futuro «, será bueno que describamos qué hizo en el presente: Diciembre fue una forma de sanción social alternativa del asesinato, una forma autoorganizada de mecanismo de disuasión social general de la delincuencia, en el sentido estricto del derecho penal, una disuasión que el Estado no ejecutó y que fue asumida por la comunidad de los ciudadanos. Un cuestionamiento práctico de la negativa de los cuerpos y fuerzas de seguridad a dar razón de las infracciones que cometen- lo que constituye un elemento sustantivo del Estado de derecho. Finalmente, el Estado se vio obligado a perseguir el delito tarde y a regañadientes y sólo porque antes había sido necesaria toda una insurrección para que esto ocurriera. Y, por supuesto, sólo en el caso de Korkoneas1 y no en otros que siguen impunes.
Sin embargo, además de producirse el mensaje, se produjo también el sujeto: tampoco este preexistía a la comunicación. Y es dudoso que se pueda afirmar que sigue existiendo después de ella: era un sujeto huidizo, nómada, que desde entonces se ha retirado, independientemente de que sigan existiendo las personas físicas que lo encarnaran. En otras palabras, este sujeto era igualmente un » no sujeto » (si por «sujeto» entendemos una entidad unificada y responsable). Fue un sujeto complejo: ni » la juventud «, ni «los estudiantes», ni «la clase obrera «, ni la «clase media», ni el «precariado «. Por supuesto, la mayoría de los que participaron pertenecen a una o varias de estas categorías o entran y salen de ellas. Con todo, nunca invocaron a estas categorías como fuente ontológica y exclusiva, como la » razón última » o la finalidad de su insurrección. Su inclusión en estas categorías no desempeñó un papel más importante a la hora de determinar su participación en el movimiento que el propio deseo de dejar de pertenecer a ellas. A diferencia de los movimientos tradicionales tanto obreros como anticoloniales de la izquierda del siglo 20, esta gente no se movilizó para exigir salarios más altos, mejor educación, o la independencia y la soberanía nacionales. El objeto y la herramienta de su lucha no era sólo la comunicación, sino la vida misma. En la medida en que el capital transforma en fuentes de ganancia la comunicación, el lenguaje y las capacidades emocionales de los individuos, su propia movilidad, estas también se van convirtiendo cada vez más en instrumentos de resistencia.
Este sujeto es la multitud .
De acuerdo con la concepción marxista tradicional de la revolución, dentro de las sociedades humanas se acumulan durante un período determinado las nuevas fuerzas productivas, hasta que llega un punto en que estas fuerzas ya no encajan dentro de las relaciones de producción existentes y salen violentamente a la luz. Podría ser útil interpretar Diciembre como una salida a la luz de este tipo, pero como mínimo es necesario hacer una distinción: la entrada en escena de las nuevas fuerzas no tenía como objetivo capturar el poder del Estado, sino sólo retirarse de él. Fue un éxodo fuera del control de los poderes establecidos, tanto morales como intelectuales, y una actuación de esta nueva subjetividad, una confirmación de su existencia autónoma y de su dignidad. La multitud no se presentó con un nuevo proyecto de organización alternativa de la totalidad social para sustituir el antiguo marco, mostró sólo, aunque fuera temporalmente, su superioridad respecto de él.
Por consiguiente, podría ser cierto también aquí (también por la parálisis que originó en los políticos establecidos y los analistas), lo que escribió Giorgio Agamben sobre la ocupación de la plaza Tien An Men: » Lo más impresionante en las manifestaciones del mayo chino fue la relativa ausencia de contenidos precisos en sus reivindicaciones (…).
En último análisis, el Estado puede reconocer cualquier reivindicación de identidad -incluso (la historia de las relaciones entre Estado y terrorismo en nuestro tiempo lo confirma con elocuencia) la de una identidad estatal en su propio interior. Pero que unas singularidades formen comunidad sin reivindicar una identidad, que unos hombres copertenezcan sin una condición representable de pertenencia (ser italianos, obreros, católicos, terroristas…) es lo que el Estado en ningún caso puede tolerar. Para el Estado, lo importante no es nunca la individualidad como tal, sino siempre su inclusión en alguna identidad (pero la mera posibilidad de que alguien asuma la cualidad de » cualquiera » sin ninguna identidad constituye una amenaza a la que el Estado no puede enfrentarse) [2].
Una muestra de esta afirmación (y, simultáneamente, subversión) de la identidad, fue la «poética social» en torno a la palabra «encapuchado» tal como se utilizó y descontextualizó en las manifestaciones. Esta poética, en primer lugar, se apropió paródicamente de un término despectivo que ya existía y le dio un sentido nuevo y positivo, convirtiéndolo en un motivo de orgullo en lugar de vergüenza, como ya hicieran los homosexuales con la palabra » queer » 2 . Además, sin embargo, este nuevo objeto de identificación es la propia falta de identidad, el vacío, dado que un encapuchado no es identificable, esta identificación es exactamente » asumir la condición de » cualquiera » sin ninguna identidad «.
Por otra parte,la multitud de diciembre no se contentó con acampar en una plaza por unos días, más bien organizó una Plaza Tien An Men nómada, itinerante. Los manifestantes invadieron varias veces la plaza Syntagma, luego se retiraron, volvieron, aparecieron en otros barrios y pueblos, donde nunca había habido manifestaciones .. …
Este elemento de la movilidad, que era un arma de la insurgencia, fue también uno de sus motivos. La movilidad, tanto en sentido físico como en sentido inmaterial, contribuyó significativamente a la acumulación de capacidades intelectuales y emocionales en los jóvenes. Así como la autoestima, y la consiguiente negativa a obedecer y aceptar como superiores suyos a personas que les parecen insignificantes y ridículas: periodistas, profesores, el gobierno y los líderes de partido. A través del contacto con muchas experiencias diferentes (del programa Erasmus al Foro Social Europeo de Atenas), que rompieron el aislamiento que había vivido durante décadas la sociedad griega, esta generación fue capaz de liquidar «la intimidad cultural » ( cultural intimacy ) que la tenía atada hasta ahora.
Una posible traducción de la intimidad cultural es que «algunas cosas no se preguntan.» Una de esas cosas que los jóvenes se espera que acepten como parte de este contrato social implícito, no sólo tiene que ver con la muerte sino con la vida misma. La definición de » buena vida » que se daba por supuesta entre la juventud griega, se resumía en el siguiente guión: vivir con los padres hasta obtener una titulación – encontrar un buen trabajo – ganar dinero – hacer una familia – consumir – tener hijos que viven contigo para obtener un título… y vuelta a empezar.
En diciembre, una gran parte de los jóvenes griegos y migrantes, expresó angustia ante el riesgo, no de verse privados de este estilo de vida, sino de tener que perpetuarlo: la gente declaró que esta no era una vida de verdad, que no estaba dispuesta a sacrificar toda su energía vital para conseguirla. Esta negativa sólo puede ser positiva, pues introduce en el espacio público la posibilidad de debatir. En lugar de la lógica (o la tautología) del » no hay alternativa «, de nuevo plantea la idea de que muchas respuestas diferentes son concebibles, e indispensables y que debemos pensar y decidir políticamente cuáles elegimos y de qué modo organizamos nuestra existencia común. En otras palabras, abre camino al antagonismo, y por lo tanto a la democracia.
NOTAS:
[1] Como Damianos Papadimitrópoulos (Αυγή (Afgí), 1/3/09)
[2] Combinación de dos textos conexos de las obras de Giorgio Agamben La comunità che viene (La comunidad que viene), Bollati Boringhieri, Torino 2001, cap. ΧΙΧ y Mezzi senza fine . Note sulla politica,(Medios sin fin. Notas sobre la política), Bollati Boringhieri, Torino 1996, σ. 70-71.
NOTAS DEL TRADUCTOR
1El policía que asesinó al joven ateniense Alexis Grigorópulos. Esta mierte desncadenó una auténtica insurrección pupular en toda Grecia en diciembre de 2008. El agente Korkoneas fue recientemente juzgado y condenado a prisión.
2NdT: en inglés, originariamente, » persona rara «, » rarillo «. El término fue asumido como definición propia por quienes consideran la identidad sexual como un hecho performativo negándole toda » naturalidad » (J. Butler, estudios » queer «, movimientos » queer «).
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