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Hoy, elecciones en Alemania

Die Linke: somos un factor de perturbación

Fuentes: Rebelión

«Vivir como un árbol, solitario y libre, y fraternalmente como un bosque, este es nuestro anhelo»  Nazim Hikmet Después de la traición histórica del SPD (Partido Socialdemocrata alemán por sus siglas del alemán) al pueblo trabajador durante el gobierno de coalición roji-verde de Schroeder, cuando se perpetró la contrareforma del sistema social cumpliendo así con […]

«Vivir como un árbol, solitario y libre, y fraternalmente como un bosque, este es nuestro anhelo» 
Nazim Hikmet

Después de la traición histórica del SPD (Partido Socialdemocrata alemán por sus siglas del alemán) al pueblo trabajador durante el gobierno de coalición roji-verde de Schroeder, cuando se perpetró la contrareforma del sistema social cumpliendo así con las metas impuestas por el neoliberalismo, un grupo de sindicalistas del ala izquierdista resolvió dejar el partido socialdemócrata bajo el lema: hasta aquí llegamos . Diríamos hoy que ellos se bajaron del bus neoliberal que tomó este partido. Este grupo de «desencantados» junto con otros movimientos alternativos y sindicalistas fundaron una asociación con tintes políticos y electorales, la WASG (Alternativa Electoral y Justicia Social por sus siglas en alemán). Después de su transformación como partido en enero del 2005, la WASG, logró atraer a su proyecto político al ex ministro socialdemócrata Oskar Lafontaine en la primavera del mismo año. Para entonces, este partido se había jugado su futuro político en las elecciones regionales de Renania del Norte-Westfalia sacando un muy respetable 2,2% con tan sólo escasas semanas de organización para la campaña electoral. Ésta fue una clara señal de que el partido tenía un potencial tanto político como electoral. Se puede decir sin exagerar que el país necesitaba una nueva respuesta política a los problemas que aquejaban a sectores de la población más desfavorecidos. Un partido a la izquierda del SPD, a la izquierda de la socialdemocracia. Y esto era algo considerado inaudito e inaceptable, recordemos que estamos hablando de la tercera potencia económica del mundo en aquellos años. Como lógica consecuencia, Lafontaine se retiró del SPD e ingreso a la WASG.

En la región de la antigua RDA, el refundado partido PDS (Partido del Socialismo Democrático, por sus siglas en alemán) iba aumentando su fuerza progresivamente. Sin embargo este partido no contaba con mayores posibilidades de éxito en la vieja Alemania occidental. Como resultado de esta situación, el PDS era incapaz de sobrepasar la barrera electoral del 5% a nivel federal para obtener representación en el congreso. Por otra parte, la WASG como nuevo partido no contaba en este momento tanto con una organización estable como tampoco de una logística que le permitiese superar también este 5% en las elecciones adelantadas para septiembre de 2005. Quizás una coalición de los dos partidos fuese la solucion para superar este obstáculo del 5%. Pero existía un problema a esta propuesta. La ley alemana para partidos politicos no contempla la existencia de esta figura politica sino tan sólo la de partidos legalmente constituidos. Sólo partidos pueden participar en elecciones a todo nivel. Como solución a esta disyuntiva se propuso, en términos generales, una hoja de ruta que permitiese a estas dos organizaciónes participar en las elecciones federales conjuntamente. Este primer punto de la propuesta permitía a miembros de la WASG participar en las listas del PDS. En cabeza de Oskar Lafontaine, el PDS paso de tener 2 diputados a 54 representantes en el parlamento. El segundo punto era la convergencia de estos dos partidos fuente en uno sólo partido, lo cual conllevaba implicitamente la disolución, primero, de los dos partidos, y luego su fusión en un sólo partido, DIE LINKE (La Izquierda, por su nombre en alemán). Este importante suceso se materializó dos años después, durante el congreso de fundación, el 16 de junio de 2007.

Desde el 2005, se puede decir que este movimiento en torno a Die Linke ha transformado profundamente el panorama político del país. Ahora se ha constituido un sistema político basado en 5 partidos. Esta nueva fuerza política se ha ido consolidando continuamente para evitar ser «flor de un día». Hoy por hoy está completamente considerado como un movimiento político a largo plazo. En las elecciones del próximo domingo se corroborará su establecimiento definitivo en el sistema político del país. Desde luego ya, su meteórico ascenso constituye de por sí en un hito histórico difícil de repetir en el futuro y esto ya pertenece a los anales de la historia de Alemania. Es claro además que bajo esta nueva correlación de fuerzas, no volverá a ser posible que los viejos grandes partidos, CDU (Union Demócrata-Cristiana, por sus siglas en alemán) y SPD, repitan resultados electorales de otras épocas con cifras superiores al 40%. Desde hace algunas decadas, pero muy particularmente en los últimos 8 años comenzó para ellos un desgaste agudo y continuado. Ellos, estos grandes partidos, son los verdaderos perdedores de esta nueva situación. Las elecciones del pasado 30 de agosto fueron un auténtico bacatazo, fueron su Waterloo. Igualmente fue una bofetada aclaradora para partidos y medios que trataron de utilizar el espectro del anticomunismo en la campaña. Los institutos de encuesta también salieron mal parados y su credibildad se ha visto mermada, pues, la mayoría de las veces, pronosticaron resultados con márgenes de error exageradamente grandes y muy desfavorables para Die Linke. En algunos casos se dieron diferencias de hasta 6 ó 7 puntos atrás a las cifras procentuales obtenidas en las elecciones. Para las elecciones del próximo domingo se da por descontado que el partido superará en todos los estados la barrera del 5%.

Nuestro partido seguirá representando una política contraria al neoliberalismo. Nuestra posición es y será consecuente por un sistema con justicia social basado en el respeto absoluto de la dignidad humana. En nuestra hoja de ruta permaecen algunos puntos más de índole pragmática que programática, los llamados innegociables como:

  • Derogación de la leyes que contrareformaron el sistema social (Agenda 2010 o Hartz IV), por la implementación de un salario mínimo y la derogación del derecho a jubilación a partir de los 67 años. Por un sistema de seguridad social digno. Por el derecho a la educación gratuita.

  • Solución pacifica de los conflictos nacionales e internacionales mediante el diálogo y acuerdos entre las partes. No a las intervenciones militares. Pronta salida de las tropas de Afganistan.

  • Respeto a la dignidad humana, no a la discriminación, contra el facismo.

  • Desarrollar, incentivar e implementar alternativas económicas-ecológicas innovativas, y mejor aún, si ellas conllevan la generación de nuevos puestos de trabajo.

  • No a la privatización de los servicios públicos, recomunalización de los ya privatizados. Nacionalizacion de las empresas con tecnologías claves para la economía del país.

  • Financiación del sistema de seguridad social a partir del aumento de impuestos a las clases pudientes de la sociedad.

No se contempla, por el momento, ningún acercamiento a nivel federal con el SPD. La condición para iniciar diálogos serios, sólo se puede dar cuando el SPD retome de nuevo el camino socialdemócrata y separe del poder a las fuertes corrientes neoliberales. Naturalmente, en algún momento el SPD se verá a la larga obligado a dialogar con Die Linke, si quiere, en verdad, volver a ser una auténtica alternativa de poder. Pero para que esto suceda, debe el SPD abandonar su obstinada obsesión de implementar el modelo neoliberal.

Con estos puntos estratégicos arriba mencionados, se ha provocado que sean los otros partidos los que busquen una respuestas a estos puntos. Hace 5 años hablar de la implementación del salario mínimo era casi un tabú. Hoy todos los partidos se posicionan con sus repuestas, desde aquella que lo rechazan incondicionalmente hasta las que proponen soluciones moderadas. De igual forma sucede con los otros temas neurálgicos. Si observamos las votaciones que sobre estos temas se votarón en el Congreso en los últimos años antes de la fundación del partido, muestran un denominador común. Un divorcio entre la opinión pública y los partidos políticos en el congreso. Las leyes que contrareformaron el estado social obtuvieron resultados por encima del 98% en la votación del congreso. Más del 90% de la opinión no apoyó su aprobación. Mientras la inmensa mayoría apoyaba el salario mínimo, los partidos votaron contra este proyecto con un porcentaje superior al 98%. Más del 80% de los alemanes estaban contra la intervención militar en Afganistán, en el congreso se votó, en aquel entonces, con más del 98% a favor del envio de soldados a este país. Estos resultados no reflejaban de ninguna manera el sentir mayoritario sobre estos temas en la población, sino al contrario expresaban un sentimiento antidemocrático al cual se debia enfrentar consecuentemente.

Desde su fundación y manteniendo una politica coherente basada en nuestros puntos estratégicos y participando politicamente a todos los niveles desde el parlamento hasta los consejos en las ciudades, los otros cuatro partidos neoliberales, CDU, SPD, los Verdes y los liberales (FDP) se han visto obligados a adecuar sus posiciones y soluciones en base a a estos puntos de conflicto. Puntos que no estarían en sus agendas si nuestro partido no existiese. Por esta razón es que afirmamos que DIE LINKE es un factor de perturbación en el sistema político de Alemania.

Carlos A. Mejía Cortés es miembro de la dirección del partido La Izquierda en el municipio de Rendsburg-Eckernfoerde y miembro de la fracción de La Izquierda en el consejo de la ciudad de Eckernfoerde.