América Latina debe rechazar las agresiones Trump y apuntalar un modelo económico propio asentado en tres pilares: resistir la dominación de Estados Unidos, renegociar en bloque con China y privilegiar la integración regional.
La batalla contra la dominación imperial estadounidense es prioritaria, porque la región no puede encarar proyectos de desenvolvimiento sin conquistar la soberanía política. Esa independencia está sofocada por las embajadas, las bases militares y las presiones de Washington.
La renegociación económica en bloque con China es a su vez indispensable, para superar primarización, la ausencia de transferencias tecnológicas y la inversión en áreas no prioritarias.
Con la unidad regional se podría comenzar a incidir en el escenario mundial. Frente a la rivalidad de las grandes potencias, los frágiles Estados de la periferia sólo podrán hacer valer su voz si actúan en forma conjunta. Esa geopolítica de los débiles es el único contrapeso efectivo, a la irrelevancia actual de los fragmentados países latinoamericanos (Katz, 2024: 291-304).
REDISTRIBUCIÓN CON SOBERANÍA COMERCIAL
Una acción regional conjunta facilitaría la gestación de proyectos económicos populares, centrados en la soberanía energética, financiera y alimenticia y asentados en la redistribución de los ingresos.
La reversión de la desigualdad es impostergable en la región más inequitativa del planeta, dónde el 10 % más acaudalado acapara el 71 % de la riqueza total. América Latina no padece la carencia de recursos, sino una oprobiosa concentración de esos fondos en pocas manos.
El desamparo, la miseria y la desposesión del grueso de la población regional coexiste con la expansión de grandes fortunas. Desde el 2020 la riqueza de los 91 milmillonarios de la región creció cinco veces más rápido que el PIB de la región, mientras 201 millones de personas (32,1 % del total) viven en la pobreza y 82 millones (13,1%) soportan la indigencia (Pedrazzoli, 2025).
La modificación del sistema fiscal regresivo es el instrumento inmediato para comenzar a remediar esa infamia. El fraude, la evasión y la elusión fiscal han generado la expatriación del 27 % de la riqueza en los paraísos fiscales. Con un impuesto progresivo al patrimonio, se podrían recaudar los 50.000 millones de dólares requeridos para modificar ese dramático escenario.
El instrumento impositivo podría ser también pertinente como repuesta al ultimátum arancelario de Trump. La aplicación de gravámenes a los beneficiarios de esas tarifas radicados en la región, complementaría las contramedidas comerciales a la andanada del magnate (Zucman, 2025).
La reforma fiscal progresiva es una asignatura pendiente del primer ciclo progresista, que resulta insoslayable para revertir los aspectos negativos de esos procesos (García Linera, 2025).
La confrontación inmediata es con el bilateralismo auspiciado por Trump. El potentado multiplica las exigencias y los chantajes para imponer negociaciones divididas con cada gobierno de la región.
Despliega su conocida rudeza para generar desconcierto entre sus interlocutores, acentuando la docilidad de las clases dominantes. Las elites de la región han quedado desconcertadas por esas amenazas. Siempre idealizaron a Estados Unidos como el referente de sus conductas y aceptaron la agenda política fijada por Washington. Pero ahora perciben que los negocios se localizan en China y no encuentran caminos para lidiar con esa disyuntiva.
Trump busca forzar lealtades imponiendo tratativas sin reglas. Utiliza a los vasallos de la ultraderecha para hacer valer sus demandas. La actitud de los gobiernos de Argentina, Paraguay y Ecuador en la reciente reunión CELAC fue un botón de muestra de esa presión. Vetaron cualquier objeción a las políticas del presidente norteamericano, incluso en las modalidades elípticas propuestas para alcanzar algún consenso. Posteriormente, los cipayos del mandante festejaron como un gran logro, que Trump dispusiera aranceles de tan solo el 10 % para el grueso de la zona.
El modelo de tratativas balcanizadas que promueve la Casa Blanca conduce a la ruina de América Latina. Esa fractura acentuará la adversidad de los convenios suscriptos durante las últimas décadas de globalización neoliberal. Esos tratados favorecieron a los exportadores locales, en desmedro del crecimiento interno e introdujeron normas de liberalización financiera y flexibilización laboral, que acrecentaron la desigualdad, la explotación laboral y el extractivismo.
En la nueva etapa de proteccionismo trumpista, la balcanización podría resultar más nociva. México quedaría desguarnecido frente al chantaje arancelario del 25%, que el magnate ha puesto sobre la mesa. Sin el soporte latinoamericano, tendría pocas espaldas para disputar con aproximaciones a los BRICS o convenios con China.
Las flaquezas de Sudamérica serán mucho mayores, si Trump logra que Milei quiebre el MERCOSUR o impide que Lula continúe motorizando la desdolarización. Para contrarrestar esos peligros hay que retomar la integración latinoamericana.
Varios pasos en esa dirección despuntaron en la década pasada. Se elaboraron proyectos de entidades financieras comunes (Banco del Sur) y de fondos cogestionados de reservas, junto a modalidades embrionarias de monedas zonales y acciones comunes contra la pesadilla de la deuda externa. Reanudar ese camino permitiría resistir la andanada de Trump con opciones ya elaboradas en la región.
OTRO MODELO DE INDUSTRIALIZACIÓN
La cruda propuesta trumpista de reindustrializar a Estados Unidos -repatriando empresas localizadas en América Latina- para volver a exportar manufacturas al Patio Trasero, transparenta el duro escenario fabril de la región.
Toda la zona ha quedado afectada (como el resto del planeta) por la conversión de Asia en el gran taller del mundo. Esa mutación quebrantó el homogéneo desarrollo industrial previo de las economías medianas, generando tres situaciones diferenciadas.
En México, la expansión de las maquilas coronó la reestructuración de Monterrey y el declive productivo del Centro. En Argentina, la desindustrialización ha sido fulminante y superior a otras economías del mismo porte. En Brasil, prevaleció un resultado intermedio de retroceso relativo, sin destrucción significativa de plantas o procesos de fabricación.
La reversión de esas tres adversidades exige contraponer al ultimátum de Trump, un modelo de reindustrialización centrado en la expansión del mercado interno y la mejora del poder adquisitivo. Ese esquema se ubica en las antípodas del fomento unilateral a las exportaciones y se asienta en políticas estatales de regulación de la inversión.
Ese curso presupone, además, la canalización industrial de los recursos provenientes de la renta agraria, energética o minera, dejando atrás los mitos que objetan ese financiamiento. A escala regional, implica forjar los anillos energéticos y digitales requeridos para apuntalar la reconstrucción (o reorientación) del tejido fabril.
Los problemas de la industria latinoamericana no provienen sólo de la falta de inversión, la reducida calificación de los trabajadores o la fragilidad de la infraestructura. Sus mayores escollos derivan de la dependencia financiera, productiva y comercial, que impone transferencia de excedentes al exterior. Ese drenaje es convalidado por las clases dominantes, que están más preocupadas por el estallido (y éxito) de las revueltas populares que por el desarrollo de sus propios países.
México ocupa un lugar central en los debates industriales porque es el epicentro de la agresión proteccionista de Trump. Esa ofensiva visibiliza la realidad oculta de las maquilas, que el neoliberalismo exalta y la heterodoxia justifica.
Ese esquema se asienta en la explotación de la fuerza de trabajo barata, para exportar productos fragmentados a Estados Unidos desde las armadurías de la frontera. La fantasía de facilitar con ese entramado el desembarco del país en el Primer Mundo ha quedado definitivamente desmentida. Incrementó el sometimiento y la vulnerabilidad de México frente a las exigencias (y vaivenes) del gigante del Norte, en una relación carente de reciprocidad.
El proteccionismo de Trump ha puesto de relieve esa falta de autonomía, porque el socio menor no puede complacer al magnate, sustituyendo los componentes chinos. Carece de sostén económico propio para intentar ese amoldamiento (The Economist, 2025).
Las maquilas son endebles por su especialización en las fases más rudimentarias del proceso fabril. México es el séptimo ensamblador mundial de automóviles y el cuarto productor de autopartes, pero desarrolla esa actividad en los eslabones más débiles de la cadena productiva, con modalidades laborales tayloristas y total exclusión de la innovación, el diseño o la elaboración de productos (Crossa, 2024).
Las maquilas son un infierno de precarización laboral, bajo condiciones inhumanas de trabajo y feminicidios ocultos. En esos sufrimientos se asientan los altos beneficios del modelo (Oprinari, 2020).
La reversión de esa opresión mediante la introducción de derechos sociales, debería empalmar con otro esquema de industrialización, integrando las maquilas al entramado fabril nacional. Esa complementación permitiría reorientar la producción hacia las prioridades del desenvolvimiento interno (Morales, 2000).
Pero ese anhelo -actualmente asociado al emblema de erigir una ¨industria con bienestar”- exige resistir y doblegar el ultimátum de Trump. Sólo esa victoria impedirá la recesión, el desempleo y la crisis mayúscula, que tiende a generar el desatado proteccionismo del magnate.
UNASUR, CELAC Y BRICS
El retorno de Trump provocó inicialmente una gran perplejidad entre los gobiernos progresistas. Las reacciones de Sheinbaum, Petro y Lula fueron cautelosas y abrieron un compás de espera para negociar aranceles y reubicar inmigrantes. Hubo pocos pronunciamientos o iniciativas conjuntas (Suazo, 2025).
Finalmente, la CELAC se reunió en Honduras y emitió una declaración, pero con pocas propuestas concretas. Como ya es habitual en esos encuentros, las declamaciones superaron a las acciones efectivas (Szalkowicz, 2025)
El cónclave eludió los temas conflictivos (sanciones a Venezuela, solidaridad con Palestina, devastación imperial de Haití) y el resultado final fue muy distinto al que imperaba en las reuniones de la década pasada (Colotti, 2025). El protagonismo de Chávez no ha encontrado sustituto y persiste la ausencia de las ¨Cumbre de Pueblos¨, que incorporaban una tónica más radical a esos cónclaves.
Los dos principales organismos forjados en ese período -UNASUR y CELAC-han quedado muy afectados por la ola conservadora y se encuentran estancados. UNASUR despuntó con un Tratado Constitutivo en el 2008 -que fue ratificado por 9 de sus miembros- y comenzó a funcionar en 2011. México quedó excluido de esa secuencia y Bolivia, Ecuador o Venezuela intentaron infructuosamente favorecer desde allí su ingreso al MERCOSUR. La regla del consenso neutralizó, además, el dinamismo de una institución aborrecida por la derecha.
CELAC no llegó a gestar un tratado constitutivo, ni tampoco un cuerpo burocrático permanente para su gestión. Fue motorizada por López Obrador como contrapeso de la OEA y contó con el tenue guiño de Alberto Fernández.
Algunos analistas atribuyen la quietud de ambas instancias a la rigidez de su funcionamiento interno (Campa, 2025). Pero el trasfondo de esa inacción es la vacilación de los gobiernos progresistas, que promovieron organismos sin motorizarlos. El estancamiento fue impuesto en los hechos por las clases dominantes, que objetan, desconfían o rechazan la integración latinoamericana. Esos sectores preservan el horizonte balcanizado legado por sus antecesores.
La dependencia histórica a las metrópolis sofoca todos los intentos de enlace regional. Esa frustración es también potenciada por la carencia de un país articulador del proyecto integrador. Brasil no juega en América Latina, el papel económico que tuvo Alemania en el surgimiento de la Unión Europea y en la actualidad, apuesta más a los BRICS, que a UNASUR o la CELAC.
Lula continúa la política de Estado auspiciada por Itamaraty para afianzar la incidencia de Brasil dentro de los BRICS. Ese pentágono ha mutado en forma sustancial en los últimos veinte años. Surgió para ordenar inversiones de corto plazo en los mercados emergentes y devino en un pilar protagónico de la economía global. Ya actúa como un bloque económico, albergando al 46% de la población mundial y administrando el 37% del PIB del planeta. Se está ampliando a nuevos miembros y hay decenas de países en la cola de ingreso.
Los BRICS apuestan a crear un mercado de productos agroalimentarios, proyectan un salto financiero con el Nuevo Banco de Desarrollo y evalúan opciones de cauta desdolarización. Esas iniciativas podrían adoptar formas más aceleradas, si Trump se empeña en reforzar coercitivamente la preeminencia del dólar. El grupo está forjando, además, un sistema opcional al SWIFT, en el manejo de las transferencias internacionales y avanza en fijar normas preferenciales para el comercio intra-BRICS.
Brasil sigue una conducta antitética a la Argentina. Mientras que Bolsonaro mantuvo la pertenencia a esa asociación, Milei rechazo el ingreso a ese conglomerado. Dilapidó con ese suicidio, la gran oportunidad para sumar la maltrecha economía argentina, a un bloque muy propicio para su comercio exterior. Esa resolución afecta seriamente los negocios de las clases dominantes, que aprobaron el haraquiri por ciego alineamiento con Estados Unidos y premeditado anhelo destructivo del movimiento popular.
Brasil actúa en los BRICS con cálculos propios, que chocan con la integración latinoamericana y por eso vetó el ingreso de Venezuela a esa asociación. Esa funesta postura, fue probablemente incentivada por las negociaciones con Guyana (en tensión con Caracas), para el abastecimiento petrolero. Pero Lula repitió en los hechos su obstrucción del Banco del Sur para privilegiar la expansión del BNDS. Los BRICS podrían ser de enorme utilidad para integración soberana, si Brasil reorientara sus proyectos estratégicos hacia la región.
DISPUTA A PLENO
El primer Trump promovió una restauración conservadora, que en América Latina fue doblegada en las calles y en las urnas. De esa derrota emergió la segunda oleada progresista del 2019-2023, que persiste en la actualidad con una gran mayoría de gobiernos de centroizquierda y victorias electorales recientes en México y Uruguay.
Conviene tomar nota de este contexto, frente a la errónea percepción que el magnate encabeza una oleada exitosa e irrefrenable. Se ha demostrado que el trumpismo no es infalible, si despunta una decidida acción para vencerlo.
Trump ya enfrenta grandes rechazos. Su campaña para restaurar la presencia militar yanqui en Panamá ha desencadenado importantes protestas y la pulseada de Sheinbaum con la Casa Blanca incentivó enormes manifestaciones en el centro de México.
El Departamento de Estado ha recibido también varias cachetadas en el terreno diplomático. Su campaña contra Cuba chocó con la resistencia de Barbados y Jamaica, que continúan elogiando la tarea solidaria de los médicos de la revolución. Washington tampoco logró imponer su candidato anticastrista en el nuevo secretariado de la OEA y debió aceptar una figura de Surinam ajena a las confabulaciones de la Casa Blanca (Ellner, 2025).
Ciertamente Trump logró forjar un bloque ultraderechista servil con Milei, Bukele y el ratificado Noboa. La victoria electoral de su vasallo en Ecuador, ilustra hasta qué punto el sendero hacia el autoritarismo transita por el fraude electoral.
En el ballotage, Noboa consumó el extraño milagro estadístico de obtener todos los votos en disputa. Esa ventaja no se registró en la segunda vuelta de ninguna elección latinoamericana y el secreto del insólito guarismo radica en la intimidación represiva y la montaña de irregularidades registrada en los comicios. La escandalosa manipulación de los resultados, no suscitó ninguna molestia entre los cancilleres y medios de comunicación, que durante semanas aturdieron a sus auditorios demandando las actas de la elección venezolana (Calero, 2025).
Pero la permanencia del peón ecuatoriano mediante el fraude, no modifica el tablero general de América Latina. La oposición a Trump es mayoritaria y se impone debatir cómo ampliar y radicalizar ese campo de rechazo.
Esa batalla requiere la unidad frente al enemigo ultraderechista, que podría usufructuar de la división en la centroizquierda para retomar el gobierno (Bolivia). También supone continuar el ejemplo de las coaliciones que articulan variedad posturas, para sacudir el escenario tradicional (Puerto Rico).
La lucha contra la derecha exige evitar, además, los fuertes desengaños que alimentan la oleada reaccionaria. Esa decepción fue traumática en Argentina y desembocó en la presidencia de Milei.
Para impedir la canalización regresiva de la desesperanza popular hay que construir a tiempo alternativas de izquierda. Esa labor es urgente frente a los gobiernos que incumplen las promesas y se amoldan a las exigencias de los capitalistas (Chile).
Desafíos de otro tipo se presentan en los países donde la derecha ha sufrido derrotas significativas (Venezuela) y despuntan escenarios para disputar el poder económico, mediático, judicial y militar, avanzando en la erradicación del capitalismo.
El resurgimiento de las comunas abre una instancia para motorizar ese proyecto.
En todos los casos el escenario actual requiere gobiernos populares fuertes, con capacidad para confrontar con el autoritarismo de la derecha. El declive del constitucionalismo liberal tiende a modifica el simplificado contrapunto entre ¨democracia o dictadura¨ por una contraposición más realista del Poder Popular con la tiranía de los poderosos. Este nuevo dato confiere otro perfil a la batalla contra ultraderecha.
RESUMEN
América Latina debe generar respuestas conjuntas a la agresión de Trump, combinando la redistribución del ingreso con la soberanía comercial y un modelo de industrialización asentado en la recuperación del poder de compra. La integración regional exige superar la presión balcanizadora de las clases dominantes, que estanca a UNASUR y la CELAC. Un enlace promisorio con los BRICS presupone, además, otra postura de Brasil. Con proyectos de poder popular se pueden superar las vacilaciones del progresismo.
REFERENCIAS
-Katz, Claudio (2024). América Latina en la encrucijada global, Buenos Aires Batalla de Ideas; La Habana: Editorial de Ciencias Sociales
-Pedrazzoli, Mara (2025). Desigualdad creciente y tributación regresiva, https://www.pagina12.com
-Zucman, Gabriel (2025) La oportunidad para lanzar el impuesto contra los ultrarricos https://www.pagina12.com.ar/808810-la-oportunidad-para-lanzar-el-impuesto-contra-los-ultrarrico
-García Linera, Álvaro (2025). América Latina y el «neoliberalismo soberanista» https://espai-marx.net/?p=17248
-The Economist (2025). Trump cree que México es un caballo de Troya del mercantilismo chino https://www.infobae.com/economist/2025/01/06/trump-cree-que-mexico-es-un-caballo-de-troya-del-mercantilismo-chino/
-Crossa, M. (2024). Asimetrías regionales, modelo exportador y despotismo laboral: el caso de las maquilas de autopartes en México. Cuadernos de Economía Crítica, 10(19), 65-88
-Oprinari, Pablo (2020). Maquiladoras: explotación capitalista y resistencia obrera en la frontera norte de México 31 de mayo https://www.laizquierdadiario.com/Maquiladoras-explotacion-capitalista-y-resistencia-obrera-en-la-frontera-norte-de-Mexico-161448
-Morales, Josefina (2000). Maquila 2000 El eslabón industrial: cuatro imágenes de la maquila en México. México, D.F: Nuestro Tiempo
-Suazo, Javier (2025). CELAC frente a las políticas de Donald Trump, 30/01/2025 https://rebelion.org/celac-frente-a-las-politicas-de-donald-trump/
-Szalkowicz, Gerardo (2025) Los soldados de Donald Trump en América Latina, 19 feb, https://www.elsaltodiario.com/america-latina/bukele-milei-boluarte-soldados-trump-america-latina
-Colotti, Geraldina (2025). La CELAC concluyó en Honduras una tensa cumbre en tiempos de Trump https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/04/12/nuestramerica-la-celac-concluyo-en-honduras-una-tensa-cumbre-en-tiempos-de-trump/
-Campa, Mario (2025) CELAC, Unasur o BRICS: El falso dilema de la integración regional, Diario Red, https://www.diario-red.com/opinion/mario-campa/celac-unasur-brics-falso-dilema-integracion-regional/20250422120000046164.html
-Ellner, Steve (2025). Donald Trump Is Weakening US Influence in Latin America https://jacobin.com/2025/04/trump-deportations-oas-sheinbaum-lula
-Calero, César G (2025) González denunció fraude, https://www.resumenlatinoamericano.org/2025/04/14/ecuador-el-pais-se-encamina-hacia-un-regimen-autocratico-tras-el-triunfo-de-noboa-en-las-presidenciales/
Claudio Katz. Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz
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