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Divide y vencerás

Fuentes: La Estrella Digital

A principios de la pasada semana, el prolífico politólogo británico Timothy Garton Ash publicaba en el semanario de la misma nacionalidad The Guardian Weekly un artículo cuyo título, traducido a nuestro idioma, era: «Europa debe unirse para resistir a Rusia». En él se argumentaba que si Europa sigue actuando como lo viene haciendo hasta ahora, […]

A principios de la pasada semana, el prolífico politólogo británico Timothy Garton Ash publicaba en el semanario de la misma nacionalidad The Guardian Weekly un artículo cuyo título, traducido a nuestro idioma, era: «Europa debe unirse para resistir a Rusia». En él se argumentaba que si Europa sigue actuando como lo viene haciendo hasta ahora, con relación a China, EEUU y Rusia, el resultado obligado no podrá ser otro que el de incitar a estos países a que apliquen la conocida ley estratégico-política que da título a este comentario: dividir para vencer. Es inevitable sospechar, por otra parte, que no hay que hacer muchos esfuerzos para dividir a una Unión Europea, una de cuyas características más comprobada es, precisamente, la falta de unidad en política exterior.

Fue una curiosa coincidencia el que, justo un día después, tales razonamientos iban a verse a la vez reforzados y transformados, aunque el objeto de la preocupación cambiaría de continente: pasaría de Rusia a EEUU. En efecto, el corresponsal de Público en Washington titulaba así su crónica desde la capital estadounidense: «Bush divide a los países de la UE en su última ofensiva contra Cuba». En ella se informaba de que el Gobierno de EEUU había decidido excluir a España, Francia, Italia y Portugal de las reuniones que EEUU pretende organizar sobre el futuro del país caribeño.

Un Bush cuyo ocaso es inminente, aunque no por ello deja de ser menos impredecible y peligroso, no vaciló en introducir una nueva cuña en la supuesta unidad europea, afirmando que varios de los nuevos países incorporados a la Unión (muchos de ellos, antiguos miembros del extinto Pacto de Varsovia) se habían puesto «al frente de la lucha por la libertad humana en Cuba». A la vez, amenazó sin disimulo a los países europeos que, como los cuatro excluidos antes citados, son menos propensos a seguir al pie de la letra el inútil y prolongado embargo impuesto por Washington a la isla, declarando que cuando «amanezca un nuevo día para los cubanos, [éstos] se acordarán de las pocas naciones valientes que estuvieron a su lado y de las muchas que no lo han estado». Típica perorata de quien, con su habitual miopía política, confunde una vez más los términos, pues si hubiera que hablar de valentía -lo que de ningún modo viene al caso- ésta correspondería de hecho a los países que menos se han amedrentado frente a las presiones emanadas de Washington en todo lo que concierne a Cuba.

Para completar un trío de noticias sobre la aplicación moderna de la antigua estrategia de dividir para vencer, es interesante también recordar lo que el pasado jueves se comentaba en el diario digital Rebelión, bajo el título «Bush aplica jarabe de Solana a la UE». Según su autor, la postura de Bush respecto a Europa en el citado caso cubano no es sino el fiel reflejo de la postura europea respecto al «Movimiento de los países no alineados», ante una futura conferencia internacional sobre desarme, organizada en el seno de la Unión Europea. Muchos de esos países -entre ellos Cuba, que ahora ostenta la presidencia del citado Movimiento- corren el riesgo de quedar excluidos de la convocatoria por simple voluntad de los organizadores europeos y sin tener en cuenta los mecanismos habituales de participación internacional propios de esa organización. «Donde las dan, las toman», parecía ser el corolario de la cuestión, que venía a confirmar el extendido uso del «divide y vencerás».

Si a todo lo anterior se une el hecho de que muchos de los socios europeos de más reciente afiliación negocian por separado, con EEUU, condiciones de intercambio de viajeros, visados, pasaportes y demás cuestiones análogas, menospreciando la capacidad de Bruselas para hacerlo en nombre de los veintisiete miembros, el desconcierto interno de la llamada Unión(?) Europea aparece más que evidente.

Resulta difícil, como consecuencia de lo anterior, ignorar que las últimas ampliaciones europeas, muchas de ellas patrocinadas sin disimulo alguno por un Washington que ejerció claras presiones sobre varios miembros de la UE, si bien han contribuido positivamente a aumentar algunas cifras estadísticas de ésta, que muestran una sustancial mejora de su peso específico en el mundo, por otro lado están actuando como caballo de Troya, socavando la deseable unidad europea. No parece, pues, exagerado deducir que el balance final de esta Europa ampliada no tiene mucho de positivo y sí bastante de negativo.

Para bien o para mal, el «divide y vencerás» sigue siendo una regla de aplicación común en las estrategias políticas, tanto de orden interno como internacional. Aunque a veces falla: que se lo pregunten, si no, al Secretario de Comunicación del Partido Popular que, en unas declaraciones al Financial Times del 29 de febrero pasado, relacionadas con la campaña electoral de su partido, manifestó: «Toda nuestra estrategia se centra en hacer dudar a los votantes socialistas…», es decir, en dividirlos. Con el resultado final por todos conocido.


* General de Artillería en la Reserva