Estados Unidos desata otra guerra sucia contra Latinoamérica y el Caribe dirigida a hacer retroceder a esta región, que se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia, a los tiempos del neoliberalismo, las dictaduras, y al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La estratagema de Washington está encaminada a destronar a los […]
Estados Unidos desata otra guerra sucia contra Latinoamérica y el Caribe dirigida a hacer retroceder a esta región, que se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia, a los tiempos del neoliberalismo, las dictaduras, y al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
La estratagema de Washington está encaminada a destronar a los gobiernos progresistas de la Patria Grande y derrumbar sus mecanismos autóctonos integradores, para así recuperar el dominio que perdió en los últimos años en su otrora traspatio.
Intentar debilitar y desintegrar a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), el Mercando Común del Sur (MERCOSUR), y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), figura entre los propósitos principales de la nueva ofensiva beligerante de la Casa Blanca.
Otro objetivo a desmembrar, y del que poco se habla, son los BRICS, un poderoso bloque económico internacional de potencias emergentes que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y el cual Estados Unidos ve como un peligro letal para su influencia y preponderancia en el mundo.
No por gusto Brasil es blanco hoy de toda una artimaña maquiavélica, cuyo propósito es restarle fuerza al gigante sudamericano, arrastrarlo hacia una profunda crisis económica y política, y de facto limitar la consolidación de los BRICS.
Precisamente es eso lo que está haciendo actualmente Washington, en complot con la derecha corrupta brasileña, para sacar del poder a la presidenta Dilma Rousseff, y evitar al mismo tiempo que el reconocido líder y exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva pueda retomar las riendas de esa poderosa nación.
Dilma y Lula son atacados constantemente por los sectores conservadores, además de los poderes fácticos de Brasil y de América Latina, que incluyen también ahora los Parlamentos y la Justicia, y que con el aliento de la Casa Blanca denigran a diario de ambas personalidades, y las acusan de todo sin fundamento alguno.
Similar sucede con el presidente de Venezuela, Nicolas Maduro, otro escollo para Washington en la Patria Grande, y quien es necesario destituir para dar al traste con la Revolución Bolivariana, y a la vez herir de gravedad al ALBA, a la UNASUR, el MEROCOSUR, y la CELAC.
Cuba, faro histórico de América Latina, sigue siendo objeto del bloqueo económico, comercial y financiero que le impone su cercano vecino del Norte desde hace casi 60 años, y de acciones subversivas que tienen la intención, como ha sido siempre, de derribar la Revolución en la Isla caribeña, no obstante el restablecimiento reciente de las relaciones diplomáticas entre los dos países, y la visita a La Habana del presidente Barack Obama.
No escapan de la guerra abierta no declarada de Estados Unidos contra Latinoamérica, que varios analistas denominan ya un nuevo «Plan Cóndor» para la región, naciones como Ecuador y Bolivia, y sus dignatarios, Rafael Correa, y Evo Morales, respectivamente.
Tanto Correa como Morales son otras fichas claves a eliminar del complejo tablero de ajedrez que es hoy Nuestra América, declarada Zona de Paz por la CELAC, pero que el Pentágono persiste con sus agresiones en tenerla bajo fuego cruzado, y dividida.
Para ello utiliza a regímenes derechistas y neoliberales como el de Mauricio Macri, que ya ha hecho retroceder a la Argentina unos 20 años, y a otros que con su silencio son cómplices de Washington en su empeño de paralizar a toda costa la Segunda Independencia de la Patria Grande, y su verdadera integración.
El gobierno de Macri, el de los despidos masivos, la entrega de su país a los Fondos Buitres, el de los «tarifazos» y las violaciones constantes de los derechos humanos y las libertades de expresión y de prensa, es el modelo por el cual apuesta Washington para toda Latinoamérica.
Asimismo, la denominada Alianza del Pacífico, «Made in USA», y que conforman Chile, Colombia, Perú y México, es la variante preferida de las autoridades norteamericanas frente a las organizaciones regionales autóctonas.
Empero la guerra sucia desatada por Estados Unidos, no le será fácil ganarla definitivamente porque los vientos de solidaridad y unidad siguen predominando desde el Río Bravo hasta la Patagonia, pese a algunos sismos políticos en los procesos progresistas.
El curso de los acontecimientos se encargará de proclamar el verdadero triunfador, y como reza un refrán popular «quien ríe último ríe mejor».
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