Traducido para Rebelión por Caty R.
«Este ministro corre el riesgo de abrir una nueva página en nuestra historia, la del nacionalismo de Estado y la xenofobia gubernamental»
En mayo de 2007, los universitarios de la red científica Terra se inquietaban por la creación de un nuevo ministerio, de regalo, cuya denominación pone los pelos de punta: inmigración e identidad nacional. Nicolas Sarkozy lo repitió durante toda su campaña: Francia está «exasperada por una inmigración descontrolada». El presidente marcó la pauta y confió la misión a su amigo «desde hace treinta y dos años», Brice Hortefeux. Veinte meses después ¿Cuáles son los resultados de la política migratoria del gobierno? El ministro presenta actualmente el balance de su actuación. Nosotros también.
Expulsiones y detenciones: Vidas desgarradas
En 2003, Nicolás Sarkozy, entonces ministro del Interior, lanzó el concepto de los «objetivos numéricos de inmigrantes devueltos a la frontera» Comenzó la escalada aritmética: se exigían 25.000 expulsiones en 2007, 28.000 en 2008 y 30.000 en 2009. De hecho, desde 2001, el número de expulsiones se ha triplicado con largueza llegando a las 29.799, cifra oficial confirmada ayer por la policía.
Esta presión sobre las fuerzas del orden no es gratuita: todo es bueno para conseguir resultados. Desde las primeras semanas, las asociaciones denunciaron las redadas en las salidas de metro, en los lugares de trabajo, e incluso en las escuelas. Se abrió la veda. Entre los sin papeles se ha extendido un clima de terror. «Hortefeux se ha ganado un puesto en el ‘Guiness'», ironiza Richard Moyon, de la Red Educación sin Fronteras (RESF). «Es el campeón del número de expulsiones, es decir, del número de vidas desgarradas y del número de niños internados en centros de retención: 242 en 2008, el 80% menores de 10 años.
En su balance, ¿recordará Brice Hortefeux que una anciana de 89 años y un bebé de tres semanas fueron encerrados en un centro de retención este año? Mientras los sin papeles llegan incluso a arrojarse por las ventanas para huir de la policía, el ministro se limita a repetir: «Sin números nadie se da por enterado. Las cifras son las que permiten dar un mensaje claro: cuando se viene al territorio francés, hay que hacerlo con autorización». Obviamente el mensaje no es nada agradable.
En 2008, RESF ha contabilizado por lo menos cinco muertes relacionadas directamente con esta política de cifras: dos defenestrados, un ahogado, una inmolación y un suicidio. La propia validez de las cifras comunicadas por el ministerio está sometida a polémica. Una parte importante de las expulsiones correspondería a los retornos denominados «voluntarios», principalmente de búlgaros y rumanos que por pequeñas cantidades aceptan regresar a sus países de origen. Pero los ciudadanos de la Unión Europea pueden volver inmediatamente a Francia… «Los búlgaros y rumanos inflan las cifras engañosas de las expulsiones», denuncia Jean-Claude Amara, de la asociación «Droits Devant!»
En 2008, Brice Hortefeux no va a vanagloriarse, pero sus expulsiones son un fracaso absoluto. Si no se cuentan los búlgaros y rumanos, el número de expulsiones no pasa de 12.000. En el juego de las cifras, la Comisión de Finanzas del Senado ciertamente ha marcado los puntos denunciando públicamente el coste de las devoluciones a la frontera, estimado en 20.970 euros por persona. Una cifra exorbitante, difícilmente defendible en estos tiempos de crisis financiera…
La trampa de «la emigración escogida»
«Francia debe tener la posibilidad de elegir a los inmigrantes que acoge en función de nuestras necesidades y posibilidades», declaraba Nicolas Sarkozy en abril de 2006. Éste es el segundo eje de la política migratoria puesta en marcha por Brice Hortefeux: la inmigración escogida, caballo de batalla del presidente. El ministro puede sentirse orgulloso de haber extendido el concepto a Europa, con la ratificación por los 27 del «Pacto europeo sobre inmigración y asilo» durante la presidencia francesa de la Unión. En Francia, en cambio, el resultado es más moderado.
El objetivo es alcanzar la tasa del 50% de inmigración económica (evaluado en el 3% actualmente) de aquí a 2012. Todo se hace para limitar la inmigración familiar. Ahora los candidatos deben superar los exámenes de conocimiento de la lengua francesa en sus países de origen y en este año que comienza se empezará a aplicar el método de los test del ADN.
Resultado: el balance de 2008 deberá ver un fuerte aumento del número de tarjetas con la mención «trabajador». Se trata de un simple efecto estadístico, corta Richard Moyon. En la realidad eso no cambia nada, a los que antes se les entregaban tarjetas de residencia de «vida privada y familiar», ahora se les entregarán tarjetas de «trabajador». En cuanto a la tarjeta «competencias y talentos» (1) el ministro, en junio, admitió que no había conseguido el éxito esperado, solamente se distribuyeron 44 documentos de los 2.000 prometidos.
Con el sur, un toma y daca vergonzoso
Aunque no existen cuotas geográficas como tales, Brice Hortefeux ha conseguido introducir una variable gracias a los «acuerdos de gestión concertada de los flujos migratorios». Actualmente ocho países, entre ellos Senegal, Túnez y Burkina Faso han firmado ese tipo de textos, pero sólo uno ha sido ratificado por el Parlamento, el de Gabón. Otros están en preparación con Camerún, Filipinas y Haití. El trato es que a cambio de un cierto número de tarjetas de residencia acordadas por Francia, los países se comprometen a facilitar el libramiento de los documentos necesarios de los devueltos a la frontera. Antes de su salida del ministerio de Inmigración, Brice Hortefeux desearía llegar a un acuerdo con Malí, principal país africano de emigración hacia Francia. «Hortefeux no terminará con una buena nota», se regocija Jean-Claude Amara. El acuerdo bilateral franco-maliense no se firmará gracias a la movilización.
«A pesar de los alardes y fanfarronadas, este balance es un fracaso», es la conclusión lapidaria de Richard Moyon: «No sé si Brice Hortefeux dejará alguna huella en la historia. Pero si algún día un manual de historia dedica algunas líneas a sus actuaciones, no será bajo el epígrafe de los derechos humanos».
(1) La tarjeta «competencias y talentos» «está destinada a los extranjeros susceptibles de participar en el desarrollo y la proyección de Francia y de sus países de origen»