El coronavirus no tiene límites. Como no lo tendría una gripe, lo que, al fin y al cabo, no deja de ser. Aunque mucho más contagiosa. Y como no tiene límites ya se ha expandido hasta prácticamente todos los rincones del planeta, incluidas las antípodas de la Zona Cero: América Latina. Porque si las antípodas de China se encuentran en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Bolivia, las de Wuhan se encuentran en Castro Barros, el norte de Argentina.
En la actualidad, hay más de 106 enfermos por COVID-19 en trece países de América Latina –Panamá, Brasil, México, Ecuador, República Dominicana, Argentina, Chile, Colombia, Perú, Costa Rica y Paraguay–. Y habrá más: 625 millones de latinoamericanos esperan. Sin embargo, en esta ocasión, la privilegiada posición geográfica antes comentada –antípodas– ha permitido junto a otros muchos factores que el total de enfermos por este nuevo virus en Latinoamérica solo represente un 0,1 % de los 113.672 casos y casi no se cuenten fallecidos entre los 4.012 registrados a fecha 10 de marzo.
Brasil con 30 casos encabeza el desagradable listado, seguido por Argentina con 17, Ecuador con 15, Chile con 13, Costa Rica y Perú con nueve, México con siete, República Dominicana con seis y el resto con menos de cinco. Pero las cifras son lo de menos, aumentarán y cambiarán en horas de forma radical.
El primer destello conocido del virus en la región se produjo el pasado 26 de febrero, en Brasil, sin embargo, su propagación, aunque importante, se encuentra muy por detrás del patrón producido en otros países y muestra unas claras diferencias. De hecho, el primer contagio oficial (entre personas locales) en España se produjo también el 26 de febrero y, desde entonces, hay más de 1.650 afectados, de los que 35 han fallecido, 101 se encuentran ingresados en cuidados intensivos y 135 se han recuperado. Es decir, en la actualidad, la letalidad en España del Covid-19 es del 2,12 %, los casos graves suponen el 6,12 % y el 8,18 % ya se han recuperado.
Sin embargo, existen muchas posibilidades de que las cifras, al menos en estos momentos, escondan una realidad muy diferente, tanto en España como en América Latina y el resto del planeta. Existen dos factores que inciden de forma muy seria en las cifras oficiales:
- Muchos pacientes no acuden al médico dado que los síntomas que padecen son leves –se estima que en más del 80 % de los casos–, lo que provocaría que muchos casos no estuvieran contabilizados. Ello, además, afectaría a la tasa de letalidad y a la gravedad del virus, disminuyéndolas de forma considerable.
- El virus tarda entre cinco y once días en mostrar síntomas tras la infección, en ocasiones más, lo que puede provocar una brusca y repentina subida de casos. Algo que sucedió tanto en Italia como en España, cuando los primeros días el número de casos era menor.
Factores principales para el desarrollo del virus en América Latina
1- Posición geográfica y conexiones aéreas
El primer factor que ha beneficiado a Latinoamérica ha sido la suerte. Por un lado, su posición en las antípodas de China claramente le ha beneficiado al situarla lo más lejos posible del foco de infección. En segundo lugar, y no menos importante a día de hoy, las conexiones aéreas con china no son ni mucho menos tan importantes como sí lo son en el caso de Europa o América del Norte, país en el que oficialmente hay más de 700 contagios, cifra que septuplica los datos de América Latina. De hecho, la cifra todavía podría haber sido menor, pues los primeros contagios se produjeron fuera de la región: Asia, Italia, España y Estados Unidos. Seguramente, muchos podrían haber sido evitados con una cuarentena a todos los viajeros, aunque bien es cierto que la expansión era y es inevitable.
2- Clima
El segundo factor fundamental lo encontraríamos en el clima, el cual a día de hoy no se sabe cuál podría ser su efecto en el SARS-CoV-2. Ni tan siquiera se sabe con seguridad cuáles son los motivos por los que el virus de la gripe muestra una clara estacionalidad, cuanto más el nuevo SARS-CoV-2, pero sí es cierto que podría ser que las altas temperaturas dificultaran su expansión, lo que ha llevado a especular con que las condiciones actuales de América Sur no fueran las mejores en la actualidad para la propagación del virus, algo que podría cambiar en unos pocos meses.
3- Densidad de población
El tercer factor radicaría en la densidad de población, la cual afectaría de forma desigual a la región. Por un lado, es cierto que existen áreas con densidades de población muy bajas en las que el virus tendría difícil su expansión, pero no lo es menos que algunas de las grandes urbes del mundo se encuentran en América Latina, como Ciudad de México, Sao Paulo, Buenos Aires, Río de Janeiro o Bogotá. En total, en América Latina más del 40 % de sus habitantes reside en ciudades de más de un millón de habitantes, lo que supone que unos 300 millones de latinoamericanos están en situación de mayor riesgo.
4- Fortaleza del tejido sanitario y la investigación
El cuarto factor, y quizás el más importante, se encontraría en la fortaleza de los tejidos sanitarios y, ahí, América Latina tiene un problema muy serio. El descuido generalizado en cuanto a las inversiones públicas en sanidad y en investigación son alarmantes en la mayoría de países del mundo, pero muy especialmente en América Latina, donde las desigualdades entre países y entre ciudadanos son muy marcadas.
Para hacernos una idea, Cuba es el país del mundo con más médicos por habitante y el tercero con más enfermeros, con unos 8 por cada 1.000 habitantes, por lo que tiene uno de los sistemas sanitarios más robustos para una situación de crisis –recordemos que uno de los grandes problemas es el contagio y las bajas que este provoca en el personal sanitario–. Sin embargo, esta situación difiere mucho del resto de América Latina: Chile tiene 2,2 enfermeros por cada 1.000 habitantes, una cuarta parte de lo que posee Cuba, y es el mejor de América del Sur, pues Uruguay tiene 1,89; Paraguay, 1,46; Brasil, 0,71, o Bolivia, 0,51. En estas condiciones, la saturación de los sistemas sanitarios en caso de expansión del virus está garantizada.
5- Desigualdad y escaso crecimiento
América Latina, además, es la región más desigual del mundo y cuenta con unos elevados niveles de pobreza, lo que combinado con un crecimiento menor que en el resto del planeta no parece generar gran tranquilidad. La región de América Latina y el Caribe creció en 2019 un 1,6 %, cifra que se encuentra muy alejada de los crecimientos que se produjeron en las regiones asiáticas (de 1,9 a 6,5 %), Europa (1,9 %), Oriente Medio (2,9 %) o África Subsahariana (3,6 %). La desigualdad y la desaceleración económica no son los mejores cimientos para soportar una epidemia.
6- Juventud
Pero no todo son malas noticias, ya que una de las grandes fortalezas de América Latina para afrontar los efectos de la expansión del COVID-19 radica en su juventud, pues la letalidad del virus se ha mostrado mayor a medida que los afectados tienen mayor edad, encontrándose las tasas más altas por encima de los setenta años de edad. Sin embargo, la población por encima de 65 años en América y el Caribe se encuentra en el 9 %. Es por ello que la letalidad del virus, al tener menos probabilidad de contagiarse entre población de mayor edad bajaría necesariamente. Por poner un ejemplo, en España la población por encima de 65 años representa el 19 % y en Italia se sitúa en el 21 %, dos de los países más afectados en Europa. Mientras, en el continente, la tasa media se sitúa en el 19 %. Esto es, uno de cada cinco europeos es mayor de 65 años y, por tanto, sufre serio riesgo de perecer en caso de contagio.
América Latina parece tener suerte, pero también un sistema sanitario raquítico
América Latina parece haber tenido bastante fortuna en esta ocasión. En las antípodas del origen, con una población joven y menores conexiones aéreas que Europa, Asia o América del Norte sufre a día de hoy menores consecuencias por la expansión del COVID-19 que otras regiones del mundo.
Quizás, ello haya provocado que las estrategias adoptadas en América Latina, está por ver si de forma acertada o equivocada, no se centren tanto en la contención del virus, como en Italia o España, sino en la mitigación. Caso de México.
Pero estas medidas no solo se toman en base a las fortalezas latinoamericanas, sino que también tienen en cuenta su principal debilidad: el tejido sanitario. De hecho, si las circunstancias cambiaran y el virus se propagara de forma considerable en América Latina, las consecuencias podrían ser desastrosas. América Latina hoy goza de fortuna, pero quizás mañana esté plagada de lamentos.