Los valentones de la ultraderecha de Amanecer Dorado se encargaron de sembrar el orden según sus usanzas: cero inmigrados africanos o magrebíes, cero indigentes, cero graffiti. No vuela una mosca sin que ellos le corten las alas.
El crepúsculo está en calma. Amanecer Dorado vela por el orden en esta céntrica zona de Atenas donde no ha quedado un inmigrante ni un indigente a la redonda. La extrema derecha griega y sus gigantones de pocas palabras hicieron del barrio de Agios Panteleimonas (la iglesia ortodoxa) su coto privado. «Hay que poner minas antipersonales en las fronteras para que los inmigrantes no entren», dice un tipo enorme que no da su nombre porque no le interesa. Pero ordena sin rodeos: «Tomátela, tenés cara de izquierdista, como tu gobierno», dice en tono de amenaza.
Hubo una época en que esta zona de Atenas era un barrio popular, con niños que jugaban en las calles y el bullicioso desorden que los caracteriza. Ya no. Los valentones de la ultraderecha de Amanecer Dorado se encargaron de sembrar el orden según sus usanzas: cero inmigrantes africanos o magrebíes, cero indigentes, cero graffiti. No vuela una mosca sin que ellos le corten las alas. Su reinado se extiende desde la Plaza Attica hasta Agios Panteleimonas. El número 52 de la calle Aristomenus todavía lleva los estigmas de la acción de Amanecer Dorado. En 2010, los muchachones del partido de Nikos Michaloliakos quemaron el local donde los inmigrantes musulmanes iban a rezar. La policía no abrió ninguna investigación y ningún vecino protestó. Esta es la tierra del Amanecer. Tierra griega, como lo demuestra el ondulante silencio de las banderas con los colores nacionales que flamean en los balcones.
Amanecer Dorado obtuvo en las elecciones de mayo pasado su mejor resultado: 15 por ciento de los votos, el doble del porcentaje nacional. «Téngannos miedo, ya llegamos», dijo Nikos Michaloliakos al día siguiente de la victoria. La metodología de los músculos dio sus frutos. Amanecer Dorado hizo de Agios Panteleimonas su trampolín de conquista. Irrumpió en el barrio en 2009 y en 2012 sacó el resultado electoral más abultado de su historia. Los extranjeros que ocuparon la zona o dormían en la explanada de la iglesia fueron expulsados a golpes. Inmigrados, judíos, fran masones: todos son enemigos de la nación para este partido fundado por Michaloliakos en los años ’80, justo después de haber salido de la cárcel, donde purgó una pena por (varias en realidad) actividades subversivas y violentas. Al igual que otros movimientos europeos de la ultraderecha, Amanecer Dorado creció bajo el incremento de la inmigración.
En frente de la iglesia de Agios Panteleimonas hay un bar desde donde los agentes del Amanecer vigilan la plaza. Es su reinado. Los ultras llegaron hasta ordenar el cierre de la plaza de juegos de Agios Panteleimonas. ¿Por qué?. «Se ve que usted no vive acá, por eso pregunta esas cosas: porque los negros y los sucios rumanos venían a dormir y a ensuciar la plaza», dice Kostas, un lugareño con claras inclinaciones hacia el Amanecer. La policía del barrio no interviene. Ha depositado la autoridad en los neonazis. Grecia tiene una población de once millones de habitantes y hay un millón de inmigrantes. Uno de cada cuatro policías votó por Amanecer Dorado en las últimas elecciones.
A los griegos les ocurrió todo demasiado de pronto. Apenas una década: el euro, la falsa riqueza, los créditos fáciles, la inmigración, la crisis y el abismo. Muchos analistas y militantes antirracistas piensan que el voto a favor de los neonazis refleja el miedo y la incomprensión antes que la ideología. Como en todas partes, Attica y Agios Panteleimonas tiene un ángel: Thanassis Kurkulas, responsable de una ONG que lucha contra el racismo instalada en el barrio desde hace cinco años, Deport Racism. Kurkulas reconoce el «peligro» que representaría que Amanecer Dorado reitere este domingo los votos de mayo pasado e ingrese el Parlamento (el que surgió el 6 de mayo nunca sesionó a falta de una mayoría de gobierno). Pero también reconoce que «el imán de los neonazis es fuerte: hablan contra la Comisión de Bruselas y contra los inmigrantes y eso les atrae votos, pero no son votos realmente ideológicos». Sin embargo, la situación es psicodélica: Atenas tiene un barrio entero donde la autoridad pública, la seguridad, la asume un partido político y no las fuerzas del orden. Policía ideológica, sin control alguno. La exhibición de músculos de los «agentes» de Amanecer Dorado muestra bien que no es broma o apariencia. Pegan. Maltratan. Insultan. Agreden. Estado débil, milicia fuerte. Los vecinos de Attica o de Agios Panteleimonas que no aprueban esos métodos tienen demasiado miedo como para intervenir. «De todas maneras es inútil. Hay una clara complicidad del Estado», dice Vassilis, un lugareño de la calle Aristomenus. El hombre recuerda que sólo una de las centenas de agresiones que se produjeron en los últimos años dio lugar a un proceso. Silencio. «La comisaría del barrio no tiene ni con qué pagar la luz. Si no estuviésemos nosotros en las calles, esto sería peor que el infierno», dice Kostas. Las historias se cruzan en estas calles con extrema violencia. Grecia padeció al extremo las garras del nazismo, pero hoy vota a más de 7 por ciento un partido abiertamente neonazi. La ultraderecha se nutre de la crisis. En 2010, cuando Grecia ya estaba en el precipicio, Nikos Michaloliakos ganó un puesto de consejero municipal de Atenas. Un año más tarde fue filmado haciendo el saludo nazi, lo que le valió el sobrenombre de Führer. Nadie sabe a ciencia cierta si las reivindicaciones de Hitler en la televisión o los excesos cometidos por los dirigentes de Amanecer Dorado después de la victoria de mayo pasado incrementarán o, al contrario, bajarán su caudal de votos. Dimitri Psarras, un prestigioso periodista griego especialista de la extrema derecha -vive además en el barrio de los ultras-, recuerda que no «parece haber vacuna contra el pasado». En lo esencial, Psarras constata que, como en otros países del Viejo Continente, el olvido le borró la cara a los neonazis para instalarlos en el presente con el estatuto de actores políticos determinantes.
Dimitri Psarras conoce bien el tema. Es autor de una biografía de Georgios Karatzaferis, el líder del otro partido de extrema derecha, LAOS, y hace unos años reveló cómo una jueza de la Corte Suprema alimentaba un blog violentamente antisemita con pseudónimo. Según Psarras, la ultraderecha hace pesar una espada de Damocles sobre las sociedades: «Con ellos siempre se corre el mismo peligro. Despiertan y alientan los peores instintos. Encima, obligan a los demás partidos a adoptar los temas de la extrema derecha y, cuando la crisis llega a lo máximo, ofrece soluciones fáciles a gente que perdió el rumbo». Agios Panteleimonas encontró el suyo con el timón de Amanecer Dorado. Ofreció seguridad a ciudadanos temerosos. Luego la impuso. La noche cae suavemente. El viento es cálido, invita a al paseo distraído. Pero cada vez hay menos siluetas en las calles. En algunas zonas del barrio, para caminar de noche hay que pedir permiso, preguntar con educación y decir gracias con respeto.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-196502-2012-06-16.html