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Análisis de Fortaleza Europa sobre los nuevos desembarcos en Lampedusa

El desastre sirio, el camino del regreso, la ocasión perdida

Fuentes: Redattore sociale / Fortress Europe

Traducido del italiano por Gorka Larrabeiti


Las redes de tráfico de Libia y Egipto han vuelto al trabajo, debido principalmente a la fuerte demanda de movilidad de los refugiados sirios que, huyendo de la guerra, se dirigen a Europa. Los números cantan. Desde el comienzo del año hasta el 30 de septiembre de 2013, según Naciones Unidas, llegaron por mar a Italia 30.100 personas, entre ellas 3.000 somalíes, 7500 eritreos (hasta aquí, nada nuevo), y nada menos que 7.500 sirios. Esta es la principal novedad: el desastre sirio es el principal impulsor de las nuevas rutas de contrabando a Europa.

Según la ONU, la guerra en Siria ha causado 4 millones de desplazados internos y 2 millones de refugiados. Los refugiados viven en campamentos montados en todos los países limítrofes de Siria: Líbano, Turquía, Irak, Jordania y Egipto. Pero la guerra dura ya tres años y algunos de ellos han decidido intentar llegar a Europa en busca de asilo político. Hasta el momento el porcentaje es exiguo: serían 7.500 de más de 6 millones, un 0,1% más o menos. Para ellos, como para los eritreos y somalíes, el mar es la única salida. Y en algunos casos, el único camino a la salvación. Dejan atrás la guerra, pero en las embajadas europeas sus pasaportes son papel mojado. Así que no les queda más remedio que confiar en las redes de contrabando que permiten viajar a miles de personas a las costas de Europa sin pasaporte. Y esas redes están en Libia (en las ciudades de Zuwara, Trípoli y Misrata) y Egipto, en la provincia de Alessandria. Y pensar que esas mismas redes parecían haber dejado de funcionar por completo hace un año. Sí, porque los desembarcos en Lampedusa en 2012 casi se habían acabado.

Tras el récord establecido en 2011 con 63.000 personas desembarcadas por mar sin un pasaporte, en el año de la guerra en Libia y la revolución en Túnez, los desembarcos casi habían desaparecido, debido a la crisis del euro y la debilidad del contrabando de Libia y Túnez. Hasta entonces funcionaban dos rutas hacia Lampedusa: la libia y la tunecina. La libia dejó de funcionar en el verano de 2011, con la caída del régimen de Gadafi y la posterior desaparición de la escena de los hombres fuertes de contrabando más vinculados con el régimen libio. La ruta tunecina, a su vez, se había desactivado en otoño de ese año, por tres razones: el agotamiento de la reserva de jóvenes tunecinos decididos a embarcar tras la partida de 25.000 de ellos, la firmeza de las devoluciones colectivas y, por último, el fundamental acuerdo de libre circulación que firmó Túnez con Libia, que hizo que Libia se convirtiera en el principal destino de la emigración de los tunecinos. El resultado de todo ello fue que se produjeron un poco más de 13.000 desembarcos en 2012, principalmente en las costas de Apulia y Calabria, en la ruta turco-griega. Lampedusa era un recuerdo: duurante un período llegó a estar cerrado el centro de acogida de la isla.

No era la primera vez que la ruta de Libia a Lampedusa se cerraba. Ya había ocurrido en 2009, el año de las devoluciones. Así pues, para entender mejor lo que está sucediendo ahora, tal vez valga la pena echar una mirada atrás.

Entre 2003 y 2008 llegaron a Italia alrededor de 120.000 personas que habían zarpado de Libia. Un promedio de 20.000 por año. El año 2008 fue el año récord, con 36.000 llegadas. El negocio de las travesías lo llevaban los libios y su valor se calculaba en torno a unos cien millones de euros al año . Hacía la vista gorda todo el mundo en el régimen: desde policías debidamente corrompidos hasta el propio Gaddafi, que se encontraba en una posición de fuerza en la mesa de negociaciones con Italia y la Unión Europea.

De hecho, para convencerle de que pusiera fin a los desembarcos, a Gadafi se le dio todo lo que había pedido: terminar el embargo a Libia, la rehabilitación de su imagen internacional, inversiones económicas, e incluso una indemnización de 5.000 millones de dólares por los crímenes de guerra que cometieron las tropas italianas en la época colonial. Hasta que, una vez ratificado el tratado de amistad entre Italia y Libia en 2009, el coronel aceptó cerrar definitivamente la frontera. La operación duró sólo unas pocas semanas.

Italia empezó a devolver a Libia a los náufragos que interceptaba en el Canal de Sicilia (práctica que condenaría el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en febrero de 2012). Y Libia cortó por lo sano con el contrabando mediante una serie de detenciones bien señaladas. Así, entre 2009 y 2010 las travesías desde Libia cesaron por completo, salvo  pequeños grupos que embarcaban contrabandistas locales.

Hoy esos mismos grupos se han reorganizado, debido principalmente a la fuerte demanda de movilidad de los refugiados de guerra sirios. Sin embargo, bien mirada, la situación es completamente distinta de los años anteriores. Y una vez más, los números cantan. Durante un par de años los desembarcos han disminuido drásticamente en España y en Grecia, las otras dos fronteras calientes de Europa en el Mediterráneo. Y mientras las llegadas disminuyen, las salidas aumentan muchísimo. Medio millón de latinoamericanos abandonó España en 2011. El 15 % de los albaneses que trabajaban en Grecia ha regresado a Tirana. Según el ISTAT (Istituto Nazionale di Statistica), el año pasado por lo menos 800.000 emigrantes se marcharon de Italia, huyendo de la crisis, en busca de trabajo a otros lugares. Estas sí que son cifras que dan que pensar, no las de la ruta libia o siria. He aquí la nueva ruta. Es el camino del regreso. La huida de esta Europa en crisis.

Pero Europa, otra vez más, es incapaz de captar a tiempo las señales de la historia. La disminución de la presión migratoria en las fronteras sería de hecho una oportunidad única de experimentar una progresiva simplificación de los visados ​​Schengen y permitir que esas pocas decenas de miles de jóvenes que arriesgan sus vidas todos los años en las travesías, viajen cómodamente en avión, con un pasaporte en regla.

Al fin y al cabo, Europa ya tomó decisiones audaces con los países de Europa del Este, liberalizando los visados ​​con Albania y anexionando a la Unión países como Polonia, Eslovenia, Rumania , Bulgaria, desde donde ahora procede la mitad de los inmigrantes presentes en Italia, quienes, de hecho, viven en un régimen de semilibertad o libertad total de movimiento.

Sólo con medidas audaces como estas, Europa podrá quitarse de la conciencia el peso de la responsabilidad política de los al menos 19.142 muertos en sus puertas. Hoy en día el problema no es la acogida sino el derecho a la movilidad.

Este artículo fue publicado en Italia por Redattore Sociale

Fuente: http://fortresseurope.blogspot.it/2013/10/il-disastro-siriano-la-rotta-del.html