El 9 de diciembre estaba marcado desde hace días en el calendario británico como una jornada de extrema importancia. El Parlamento vota hoy las medidas que el nuevo Ejecutivo del país se ha propuesto tomar en Educación. Entre ellas, el más que polémico incremento de las matrículas universitarias hasta 9.000 libras y un recorte sin […]
El 9 de diciembre estaba marcado desde hace días en el calendario británico como una jornada de extrema importancia. El Parlamento vota hoy las medidas que el nuevo Ejecutivo del país se ha propuesto tomar en Educación. Entre ellas, el más que polémico incremento de las matrículas universitarias hasta 9.000 libras y un recorte sin precedentes en el presupuesto para Universidades (para saber más sobre las medidas, lee aquí). Según un estudio realizado por el sindicato universitario UCU, unas 49 universidades -lo que implica alrededor de un tercio del total de las universidades británicas- podrían estar en riesgo de cierre debido a los recortes. Las movilizaciones que se han vivido durante el último mes pretenden desembocar hoy en una marcha como la que se vivió el pasado 10 de noviembre en Londres, en la que 50.000 personas salieron a la calle para protestar contra los recortes en Educación y la subida del precio de las matriculas. El objetivo principal es presionar al Parlamento para que no aprueben hoy esas medidas que podrían significar un deterioro irreversible de la Universidad, así como la exclusión de gran parte de la población a la Educación Superior. Ayer se celebró un nuevo día de acción a nivel nacional, que sirvió para calentar motores para el que ha sido llamado «Día-D para la Educación», en el que el futuro de la Educación Superior pública está en juego, tanto en las calles como en el Parlamento
La NUS (National Union of Students) ha lanzado en los últimos días una campaña de presión a los diputados que firmaron como compromiso electoral no subir el precio de las matrículas. Se insta a los estudiantes a que escriban un correo al diputado elegido por su demarcación pidiéndole que haga cumplir su compromiso. Además, en los edificios de las Student Unions de algunas universidades se han creado «muros de la vergüenza» en los que aparecen las fotos de todos los diputados que prometieron votar en contra de cualquier tipo de incremento de las matriculas. Las cuentas, de hecho, no están nada claras de cara a las votaciones. Hay por lo menos tres diputados Liberal-Demócratas que han confirmado que votarán en contra, a los que se les han sumado otros dos diputados Conservadores que también firmaron su compromiso de no votar a favor del incremento de las tasas universitarias. Gran parte de los representantes parlamentarios de los Lib-Dem están todavía considerando su posición. Nick Clegg, el líder Liberal-Demócrata y la figura más vilipendiada durante las movilizaciones, ha hecho público ya que él sí votará a favor, incumpliendo por tanto su compromiso electoral y con los estudiantes. La división que puede haber entre las filas de los Lib-Dem es más que evidente. Clegg ha reconocido que no todos sus compañeros de partido «andarán sobre el fuego» con él. Ed Milliband, el actual Secretario General del Partido Laborista, quiso también ponerle en jaque y seguir con la presión hacia los Liberal-Demócratas declarando el pasado domingo que la subida de los precios de las matrículas era «un acto de vandalismo». Añadió además la propuesta de poner en práctica un sistema de tasas progresivas. Alan Johnson, portavoz de los Laboristas, ha cambiado su posición al respecto en los últimos días. Al principio no apoyaba esta medida, porque no la veía viable, pero finalmente ha cambiado su parecer, y ha admitido que sería una opción más justa para repartir gastos entre el Gobierno y los estudiantes. El Partido Laborista se ha mostrado en la última semana mucho más contundente en contra de las medidas que la coalición de Gobierno quiere llevar a cabo y ha anunciado ya su voto en contra. Su posicionamiento viene además acompañado por la negativa a renunciar a uno de sus votos para equilibrar la ausencia del Lib-Dem Chris Huhne, Secretario de Estado de Cambio Climático, que está actualmente en la Cumbre de Cancún y que podría volver expresamente para la votación. Los Laboristas han visto por lo tanto que la crisis de Gobierno que está implicando la puesta en marcha de estas medidas puede crear una importante fractura dentro de la coalición.
Hay, sin embargo, otro partido que se está jugando en las universidades y en la calle. Pretende en cualquier caso recuperar el control que la democracia, se supone, hace recaer en los ciudadanos. Ése es el fin de la marcha que hoy pretende hacerse oír durante las votaciones en el Parlamento. De momento, las ocupaciones siguen en una docena de universidades, a las que se les ha añadido la de un instituto en el barrio londinense de Camden. Si bien es cierto que las protestas de ayer fueron menos numerosas -el cansancio se nota durante un mes de movilizaciones casi continuas-, el ambiente para la gran marcha se prevé caldeado. Una anécdota de lo ocurrido ayer nos puede servir para ilustrar lo que está pasando actualmente en el Reino Unido. Un grupo espontáneo de estudiantes decidió, al finalizar la manifestación, ir a ocupar la sede del Banco Santander que hay en el campus de la Universidad de Leeds. La reivindicación planteaba que mientras muchas librerías se están cerrando en las universidades británicas, los bancos son bienvenidos en todos los campus universitarios. Éste es además un curioso ejemplo de cómo la globalización económica también implica una globalización de los blancos a los que el movimiento estudiantil apunta. El Banco Santander posee oficinas bancarias en prácticamente todas las universidades españolas, pero en su expansión internacional, también está copando los campus británicos. Si en su día fue foco de las protestas que se vivieron en España en contra del Proceso de Bolonia y objetivo de una ocupación en Barcelona, los estudiantes británicos también han entendido que esta situación es paradigmática de la privatización encubierta que medidas como estas están potenciando en la Educación Pública. Los recortes en Educación son además parte de un gran paquete de reducción presupuestaria en todos los sectores públicos. Se trata por tanto del desmantelamiento de las bases del Estado de Bienestar, algo que está pasando por toda Europa, pero que aquí recuerda -y mucho- a la oscura era de Thatcher. El malestar sobre lo que le puede pasar a la Universidad es latente entre los estudiantes y profesores que se están movilizando estos días. No es para menos. El futuro de la Educación Superior está en juego.
Daniel Mourenza
University of Leeds
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