En primavera comienza el juicio contra Sonja Suder y Christian Gauger, dos supuestos activistas de las Células Revolucionarias acusados en base a testimonios dudosos.
Sonja Suder y Christian Gauger llevaban muchos años viviendo en Francia cuando, el 14 de septiembre de 2011, vinieron a buscarles. Habían abandonado Alemania en 1978, después de darse cuenta de que la Policía les observaba. De las acusaciones contra ellos no supieron hasta mucho después. Durante 22 años Suder y Gauger vivieron con identidades falsas, hasta que en 2000 fueron detenidos en Francia. En aquella ocasión, las autoridades francesas no concedieron la extradición solicitada por Alemania: según la ley francesa las acusaciones habían prescrito. Después de ese primer arresto, vivieron cerca de París hasta su extradición, sin que las autoridades francesas les dieran ningún estatus legal que les proporcionase alguna seguridad. En 2007 fueron arrestados de nuevo por unas semanas. Aquella vez, Alemania basó su demanda de extradición en la nueva euro-orden y Francia accedió a la petición. Junto con su abogada recorrieron todas las instancias: en vano, Francia mantuvo su decisión.
En Alemania, Sonja Suder y Christian Gauger fueron encarcelados inmediatamente, ella en Frankfurt, él en un principio en el hospital penitenciario en Kassel, posteriormente también en Frankfurt. Christian, quien a finales de los ’90 sufrió una parada cardíaca y, una vez reanimado, había perdido gran parte de su memoria, necesita atención especial. Su encarcelamiento supuso un riesgo para su salud y su vida. Gracias a los esfuerzos por parte de los abogados fue puesto en libertad provisional el 20 de octubre de 2010. Sonja en cambio sigue en una cárcel recientemente ampliada y renovada que se encuentra en un barrio de Frankfurt, escondida detrás de unos altosmuros de hormigón gris que alguien mandó embellecer con unas tristes plantas trepadoras.
Hechos de los ’70
A Gauger y Suder se les acusa de participar en 1977 y 1978 en dos ataques con explosivos contra empresas relacionadas con el negocio nuclear civil y militar internacional, y en un ataque incendiario contra el castillo de Heidelberg, como protesta contra la política de gentrificación del Ayuntamiento. Las tres acciones, que causaron daños materiales, fueron reivindicadas por las Células Revolucionarias (RZ, por sus siglas en alemán). Estas acusaciones se basan en unos interrogatorios de más que dudosa legalidad de Hermann F. Durante la preparación de un ataque contra el consulado de Argentina en protesta contra la Junta Militar, el 23 de junio de 1978, el integrante de las RZ Hermann F. resultó gravemente herido al explotarle una bomba y sufrió la amputación de ambas piernas y la extracción de los ojos. A partir de su ingreso en el hospital fue aislado y rodeado exclusivamente por policías que le interrogaron desde el día siguiente de la explosión.
El resultado fueron 1.300 páginas de protocolo de interrogación. Hermann F., quien posteriormente no pudo recordar lo que había dicho, afirmó que de no haber estado en esta situación de desamparo no habría declarado nada. Existen dudas si aquellos interrogatorios se atienen a lo que dijo Hermann F.; los protocolos no son literales, sino, como confirmaron los propios policías, resúmenes de lo que dijo «respetando el sentido».
A Sonja Suder se le acusa, además, de haber proporcionado ayuda logística para el ataque contra la conferencia de ministros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de 1975 en Viena. En este caso, la acusación se basa exclusivamente en las declaraciones del testigo protegido Hans-Joachim Klein, quien resultó herido en aquel ataque, en el que hubo tres muertos. Detenido en 1998, Klein fue condenado a nueve años en 2001 por triple asesinato, saliendo en libertad provisional en 2003. Otra persona que según las declaraciones de Klein habría participado en el ataque contra la OPEP fue absuelta en 2001 porque, debido a las contradicciones de Klein, el juez dudó de su fiabilidad y de su capacidad de recordar. Las Células Revolucionarias, que a principios de los ’90 pusieron fin a sus acciones, actuaron en pequeños grupos autónomos cuyos miembros llevaron una vida normal, es decir, no clandestina, de ahí el escaso éxito de las pesquisas policiales y la necesidad de los tribunales de recurrir a testimonios dudosos.
En los últimos años, algunos de los acusados han vuelto a Alemania para someterse a juicio tras vivir con identidades falsas, previo acuerdo con las autoridades alemanas. Los resultados de los juicios fueron penas de años de prisión con concesión de libertad condicional. Esto reavivó un viejo pero vigente debate dentro de la izquierda alemana: ¿es legítimo contestar a la acusación para defenderse en el juicio? ¿es posible hacerlo sin que sirva a policía y justicia para otras pesquisas?
A pesar de que hasta la prensa alemana en sus pocas referencias a Sonja y Christian a menudo hace alusiones a la escasa credibilidad de Klein y las circunstancias inhumanas del interrogatorio a Hermann F., la acusación contra la pareja sigue adelante. Entre tanto, a Sonja y Christian se les ha notificado el escrito de la acusación y se prevé que el juicio tenga lugar en la próxima primavera.
Solidaridad con Suder y Gauber
Delante de los muros de la prisión de Frankfurt en la que está encarcelada Sonja Suder, varias decenas de personas, entre ellas un nutrido grupo de gente llegada de Francia, se juntaron el 8 de octubre para expresar su solidaridad con Sonja y Christian (entonces todavía encarcelado). Con sus palabras y canciones querían transmitirles ánimo. En varias ciudades alemanas han ido apareciendo diferentes pancartas, pintadas y carteles en solidaridad con los dos, así como octavillas que explican su situación. Además existe una página web con informaciones de fondo y noticias actuales, así como una cuenta bancaria para apoyarles económicamente.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/El-Estado-aleman-no-renuncia-a-su.html