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El fascismo a la peruana

Fuentes: Rebelión

El pasado 3 de febrero el Vice Almirante Luis Giampietri Rojas ofreció una conferencia virtual a través de la que abordó un tema que el marino dice conocer en profundidad: “El desarrollo del comunismo en el Perú en las condiciones actuales”.

Asegura que lo domina por sus actividades intensas en la materia. No hay que olvidar, en efecto, que en los años de la “guerra sucia” se desempeñó como  Jefe de la División Naval de Operaciones Especiales de la Marina de Guerra, sin que hasta hoy, nadie le haya podido cuenta de sus “operaciones anti subversivas”.

El charlista, es un hombre conocido. No sólo porque fue Congresista de la República, primero y Vicepresidente de la República en los años de Alan García Pérez, sino también porque estuvo de rehén en la residencia nipona entre diciembre de 1996 y abril de 1997, sin que nadie le tocara un pelo.

Por lo demás, “experto en temas de inteligencia” pontificó en diversos escenarios y tribunas, mostrando un odio cerval por todo lo que, aunque fuese de lejos, oliera a socialismo, comunismo o simplemente lucha de los trabajadores y de los pueblos por sus demandas naturales.

La presentación del visitante de los mares, no debiera sorprendernos. Forma parte de una ofensiva más general que, en los más diversos planos, impulsa una suerte de “Progrom” en el que se dan la mano estridentes voces.

Convergen allí el diario “Expreso”, la “Coordinadora Republicana” y Willax TV, el Canal del Odio, en el que han convergido impresentables especímenes de la politiquería criolla, desde Beto Ortiz hasta Phillips Butthers, pasando ciertamente por Rafael Rey, José Barba y Milagros Leiva.

A esa ruma se sumarán gozosos en el transcurso de esta semana, Jaime Bayli y Aldo Mariátegui, -desde Miami- para que la oferta sea completa. Aportarán todo: el racismo, la discriminación, la homofobia; y ese airecito de “superioridad” que les da el sentirse los Caballeros de la Corte, de la Corte de Keiko Fujimori, por cierto.   

Tendremos entonces, para amenizar la cuarentena, en pantalla y en papeles, una nueva edición del fascismo criollo; haciendo gala del anticomunismo más ramplón y primitivo, ese que inaugurara con inusitada pompa Eudocio Ravines, a la sombra del inolvidable Pedro Beltrán Espantoso, en los años cincuenta del siglo pasado.

Estos personajes mostrarán el cuadro completo, y se empeñarán a fondo por asegurar que los comicios de abril -si se realizan- no den al traste con la Constitución de la dictadura, ni el modelo neo liberal que hace agua por todas partes. Eso es, finalmente, lo que les quita el sueño.

En esa batalla, estos curiosos Cruzados del siglo XXI, se juegan la vida, convencidos como están que cualquier cambio en el escenario nacional pondría   en grave riesgo los intereses de la clase dominante. Por eso, harán gala del más furioso, primitivo y silvestre anticomunismo, ese que asegura las bondades del régimen capitalista en la Inglaterra de 1850.

Para sustentar sus ideas, no estarán solos. Promoverán la compañía de “opinólogos”, “juristas” y “expertos”, a los que invitarán tarde, mañana y noche para que repitan allí sus peregrinas tesis, a ver si finalmente, logran que la tortilla quede en su lugar y los ricos puedan seguir comiendo pan sin sobresaltos.

Los candidatos de la extrema derecha; Rafael López Aliaga, Hernando de Soto, Keiko Fujimori y aún César Acuña pretenderán -cada quien a su modo- cosechar los frutos de esa siembra maligna. Y aspirarán, con ella, pasar a una “segunda vuelta electoral” que, por ahora, les luce esquiva, porque ninguno supera el 7% de adhesión ciudadana.

López Aliaga es, quizá uno de los más complicados, porque su nombre -o el de algún “homónimo” suyo- aparece en un Expediente Penal referido a los “Pánama Papers”, el caso de “Lavado de Activos” silenciado por la Prensa Grande.

De Keiko, no se necesita hablar mucho porque la acusación Fiscal que pronto habrá de formularse precisamente aborda el mismo tema -“Lavado de Activos”-  en el que está involucrada buena parte de su familia.

Hernando de Soto, asesor de conocidos dictadores -y también de Alberto y de Keiko en el pasado- asoma con ínfulas, aunque sin fuerza.

Y César Acuña, el hombre de las mentiras y las Universidades con fines de lucro, luce caído como quien perdió el carro sin darse cuenta.

Esta troupe de anticomunistas peruanos por ahora anda dispersa y disgregada. Pero se juntará, sin duda, cuando se trate de “cerrar filas”, y preservar los intereses de la clase dominante.

Todo el odio que hoy destila, y los miedos que la embargan, harán que depongan.

Pequeñas diferencias. El resto, lo hará la ideología que los alienta, el fascismo a la peruana.