Así de claro rezaba el titular de la portada del Financial Times del pasado 4 de Agosto («IMF tells eurozone to work more hours») acerca del reciente Informe anual del Fondo Monetario Internacional sobre la coyuntura económica europea; mientras que sobre el mismo asunto, El País del 4 de Agosto, más púdicamente, titulaba en la […]
Así de claro rezaba el titular de la portada del Financial Times del pasado 4 de Agosto («IMF tells eurozone to work more hours») acerca del reciente Informe anual del Fondo Monetario Internacional sobre la coyuntura económica europea; mientras que sobre el mismo asunto, El País del 4 de Agosto, más púdicamente, titulaba en la página interior de Economía, «El FMI reclama a la UE que recupere el consenso sobre el Pacto de Estabilidad», con una simple alusión de dos líneas a las reformas del mercado laboral. Curiosos matices informativos dignos de meditación. Pero examinemos algunos puntos del Informe «técnico», que trataremos de completar e ilustrar en un próximo articulo (II) precisando los rasgos básicos del modelo laboral USA de referencia para el FMI y para la globalización neoliberal.
En este Informe de coyuntura de Agosto de 2004, el FMI, con sede en Washington, reconoce que en conjunto los doce países que aplican el euro o eurozona están disfrutando de una recuperación económica, «que está funcionando pero que no está consolidada». De manera que han revisado al alza las previsiones de crecimiento económico para la eurozona, que será del 2% para el 2004, en vez del 1,75 % que se preveía en Abril; pero considera que este crecimiento sigue ralentizado por culpa de la inflexibilidad de los mercados laborales, particularmente en Alemania y Francia que son las dos mayores economías de la zona.
El organismo internacional que dirige Rodrigo de Rato (en la web del Fondo le ponen el de, que le quita El País) considera que la UE debe adoptar un papel decisivo para «ayudar» a la mayor liberalización de los mercados laborales europeos y estimular el aumento del total anual de horas trabajadas en la eurozona, es decir, en los doce países que como España aplican el euro. Según las estadísticas registradas por el FMI, el número de horas anuales trabajadas per cápita en Europa es muy inferior al de los EE.UU., que es el modelo económico de referencia.
Aunque reconoce que la regulación laboral y «los incentivos para el trabajo» son competencia de cada uno de los Estados miembros de la UE, el documento señala que la experiencia muestra que la UE tiene una gran influencia en ello por la vía de la integración de los mercados financieros y de productos. Por tanto, el FMI apremia a la Unión Europea para que sea más exigente con los Gobiernos de sus países miembros, diciéndole que tiene que «nombrar y avergonzar» («name and shame») a algunos gobiernos por su dejadez en este terreno; es decir, la UE tiene que poner en la picota a los gobiernos que se atrancan en las reformas laborales y sociales, puesto que»el principal reto estructural» de la eurozona es «elevar el crecimiento a largo plazo, en primer lugar reforzando los incentivos para el trabajo», traducido: recortar la prestación del desempleo, el sistema de pensiones públicas, aumentar la jornada efectiva de trabajo…
En una teleconferencia en la que se comenta este Informe, cuya transcripción podemos leer en la web oficial, comprobamos directamente como esta evaluación económica traduce la opción política conservadora neoliberal que se esconde tras las estadísticas y estos razonamientos supuestamente técnico-económicos del FMI (véase Transcript of a Teleconference Call on Euro Area Policies en www.imf.org). El Director del Departamento europeo del FMI, Michael Deppler sostiene personalmente que los niveles de productividad están «básicamente a la par con los EE.UU.»; sin embargo, estima que el verdadero retraso es en términos del «use of labor», del empleo de la mano de obra, del trabajo, que es donde se manifiesta la necesidad de relanzamiento de las reformas.
Argumenta este dirigente del Fondo que » en particular, el consumo sigue siendo bastante débil en toda la región (europea), especialmente en Alemania. En términos de las perspectivas de la recuperación, estamos preocupados – dice- sobre la demora de la respuesta en el empleo. Como sabemos el empleo se demoró en la recuperación de los EE.UU. y nos tememos que suceda lo mismo en el área del euro. Por tanto, desde nuestro punto de vista, esta recuperación se consolidará solamente una vez que veamos un repunte sostenido en el mercado laboral y en la demanda interna». Traducido: si queremos tener empleo hay que aplicar las consabidas e inacabables reformas laborales.
Tras este análisis tan profundo, este tecnócrata del FMI reafirma la necesidad de priorizar la Agenda de Lisboa de 2000, por la que los gobiernos de los países de la UE, una mayoría de derecha europea, aprobaron el objetivo de una economía europea más competitiva para el 2010, lo que significaba «reformas», es decir, un programa de liberalización y desregulación económica, de desmantelamiento de los Estados sin un gobierno europeo controlado democráticamente. Para este Director del Fondo, «la Agenda de Lisboa ha sido un enfoque muy útil de reformas en Europa, pero es una agenda que no establece prioridades».
Y sigue diciendo en la teleconferencia tránscrita: «Como sabemos, hay algo llamado el Consenso de Washington sobre las políticas necesarias para provocar el crecimiento. La Agenda de Lisboa es algo – afirma – que podríamos llamar el «consenso de Bruselas», que consiste en que todo es una prioridad y, de ahí que nada sea una prioridad. En nuestra opinión (la suya) los gobiernos en Europa necesitan un «consenso de Bruselas» con prioridades, que ayude a promover reformas estructurales y, de ahí, desearíamos muchísimo contemplar una priorización de la Agenda de Lisboa enfocada en aumentar la utilización y los incentivos para trabajar en los años venideros». Es lo que el documento del FMI demanda envuelto en tecnicismos.
Esta referencia explícita al Consenso de Washington es muy importante y reveladora, porque muestra su vigencia todavía entre la élite de tecnócratas internacionales, pese incluso a las autocríticas públicas de sus promotores por sus funestos resultados probados, tanto para las masas de inmigrantes indocumentados del África subsahariana como para países antes ricos que, como Argentina, alcanzaron la miseria generalizada gracias a esta doctrina supuestamente técnico-económica. Así conocemos de primera mano, que el llamado Consenso de Washington sigue siendo el referente político conservador que impregna la gestión del FMI, del Banco Mundial, de la OMC y de la OCDE, que propugna la liberalización a ultranza y la desregulación de todos los mercados, sean de mercancías, financieros o laborales, como panacea para el desarrollo económico, donde los sindicatos no tengan nada que hacer.
Aunque ya es sabido que la experiencia de dos décadas demuestra que, lejos de proponer soluciones «técnicas», se trata de todo un programa político que viene sirviendo para enriquecer más a los ricos, sean personas o países, y para aumentar el poder de los EE.UU., la banca y las grandes corporaciones transnacionales y en general las clases acomodadas de los países. Y así, este alto funcionario mencionado, como todos los directivos de los mas de 6000 empleados del FMI, que no ha sido elegido democráticamente, se permite juzgar y hacer una valoración de las políticas democráticas de los gobiernos y a estas alturas nos sigue vendiendo la política neoliberal del Consenso de Washington como solución técnica incuestionable, la suma del pensamiento único.
Y así, van extendiendo año tras año, el fundamentalismo del libre mercado. Porque para el FMI el referente es el modelo económico-social estadounidense, pretendiendo ignorar su escandaloso doble déficit, presupuestario y exterior, de los EE.UU. y su condición de sociedad injusta: la sociedad más desigual del occidente industrializado, con más población viviendo en la pobreza (19.1 %) que cualquier otro país industrializado de Occidente, como en otro articulo documentado veremos próximamente. Es el modelo social al que nos quiere llevar el FMI.
Y, sin embargo, nuestros medios de comunicación mencionan siempre con reverencia al FMI y a los organismos económicos internacionales, sin el menor atisbo de crítica. Por ejemplo, días mas tarde de la reseña publicada del informe comentado, el periódico mas leído de España, El País (6/8/04) nos detallaba el viaje del Managing Director por algunos pobres países del Sur, bajo los titulares de «Rato vende en África el giro social del FMI» (en primera pagina) y «El giro social del FMI» (en página de Economía). Y su «enviado especial», una de sus plumas más solventes – en otros temas – nos relataba en forma de crónica de sociedad el periplo africano de Rodrigo Rato (sin el de, porque aquí tiene votantes), contándonos que «hasta el momento, África es el patito feo del FMI» que «absorbe» solo el 4 % de su cartera de préstamos.
¡Que manera tan poco respetuosa de contar el abandono de los millones de pobres africanos¡
Además, para explicar e ilustrar el imaginario «giro social» del Fondo Monetario Internacional, se nos relataba con detalle el periplo de relaciones públicas de nuestro político del PP y brillante mandatario del organismo internacional de las finanzas, controlado por el Departamento del Tesoro de los EE.UU., con visitas (con foto) a hospitales y demás gestos. Según nos decía el cronista social, » a diferencia de su antecesor, el soporífero tecnócrata (sic) alemán Horst Khöler (se olvidó que es el actual Jefe electo del Estado alemán), Rato da la mano a cada uno de los asistentes. Y no deja una sola pregunta sin respuesta, algo que sorprende a los más viejos del lugar». Y desde luego, este «enviado especial» no aporta ningún dato concreto documentado que justifique tan rimbombante calificativo de «giro social del FMI», quizás porque confundió la gira con el giro.
En una próxima entrega veremos con datos lo que significa ese proclamado giro social que el FMI propugna para nuestra Europa y que el diario El País no se atreve a contarnos.-