Aproximadamente, tras la muerte de Hugo Chávez en 2012, la reacción oligárquica, que nunca estuvo ausente (masacres, paramilitarismo, manipulación mediática, golpes de Estado exitosos o fracasados…), se intensificó mediante lo que Rafael Correa denominó un nuevo Plan Cóndor. Dicha intensificación del intento de retorno al poder de estas oligarquías, desactivarían el hecho reconocido por Noam […]
Aproximadamente, tras la muerte de Hugo Chávez en 2012, la reacción oligárquica, que nunca estuvo ausente (masacres, paramilitarismo, manipulación mediática, golpes de Estado exitosos o fracasados…), se intensificó mediante lo que Rafael Correa denominó un nuevo Plan Cóndor.
Dicha intensificación del intento de retorno al poder de estas oligarquías, desactivarían el hecho reconocido por Noam Chomsky de que América Latina es el área de mayor efervescencia revolucionaria del planeta, o el indudable logro de que en nuestro subcontinente cerca de 100 millones de personas han salido de la pobreza durante la última década y media, según la CEPAL, casualmente en tiempos de la hegemonía electoral de los gobiernos anti-neoliberales.
Así, el relevo de Maduro por Chávez conoció en Venezuela la intensificación de una conspiración multidimensional: violencia callejera con presencia de paramilitares, golpismo ejercido desde la Asamblea de mayoría antichavista, llamados a la intervención extranjera, sanciones económicas, guerra económica para generar desestabilización (tal y como ha afirmado Alicia Bárcena, secretaria general de la CEPAL), amenazas de invasión directa, manipulación mediática, etc. Sin embargo, la respuesta de Maduro ha sido genial: convocatoria de una Asamblea constituyente, implementación de medidas contra la especulación monetaria (como la petromoneda), mantenimiento de medidas sociales (como los claps), o la legítima alteración del calendario electoral.
Resultado: pareciendo inminente su caída, no solo ha desactivado la violencia, sino que ha recuperado la hegemonía electoral que perdió, ha arrasado en las elecciones, y ha dejado a la oposición sin calendario, sin expectativas y completamente dividida y electoralmente arruinada. Además, la subida del precio del petróleo (en tres años ha pasado de 21 dólares/barril a 80) juega muy a su favor.
Veamos de modo esquemático la situación en los demás países:
-Brasil: el golpista Temer no tiene ni el 5% del electorado a su favor. Y Lula lo tiene a su favor en torno al 35%, a 20 puntos de siguiente contendiente. Tras década y media del PT en el poder, y con el sistemático linchamiento mediático y judicial al que está sometido, su prestigio queda intacto, y aun se acrecienta en la cárcel al ser visto, no sin razón, como un mártir. Si finalmente puede presentarse, arrasará, y si no, con una buena campaña electoral aun desde la cárcel en favor de su candidato, éste ganará, para lo cual cuenta con la ayuda de las atroces medidas económicas de corte neoliberal del gobierno, que ha supuesto el empobrecimiento de una sector de la población, que para huir de esta pobreza, se va a echar en manos, electoralmente hablando, de Lula o de su candidato.
-México: A escasas semanas, las posibilidades de que López Obrador gane la presidencia están en torno al 90%. Este giro electoral, independientemente de la capacidad de imponer su programa de gobierno, es de un gran valor simbólico con respecto al mapa electoral latinoamericano.
-Argentina: Macri, con sus ajustes neoliberales y su préstamo del FMI, está provocando un empobrecimiento que va a poner en bandeja el retorno del peronismo y sus políticas sociales. Se debe advertir que aún queda cercano el corralito, la crisis y el aumento del 30% de la pobreza, a causa del FMI, y el hecho de que las políticas económicas y sociales de los Kirchner revirtieron esas tasas de pobreza.
-Ecuador: Lenin Moreno va a perder toda su base electoral, que es correista, por su neoliberalismo en pequeñas dosis, cuyo implemento le va a impedir la aplicación de las medidas sociales prometidas en campaña (Plan todo una vida, Gran minga agropecuaria…), que tras un año de gobierno, no dan señales de vida. Acosado desde la derecha por el neoliberalismo, y desde la izquierda por el nuevo movimiento político de Correa (personaje que hoy es la mayoritaria opción electoral, con casi el 35% del censo), caería y en primera instancia subiría la derecha al poder, pero sus medidas neoliberales que empobrecen a la gente, la memoria de la década correista (la época de mayor bonanza y bienestar de su historia, por parte de las clases populares), junto con una inteligente reorganización política y una óptima campaña electoral, le devolverían el gobierno a la opción de Correa (que vencería aun como vicepresidente).
-Colombia. Aunque la izquierda de Petro no va a ganar, ésta por primera vez se convierte en una oposición de peso, obteniendo el mejor posicionamiento de las últimas décadas, lo cual será un contrapeso importante de cara a la hegemonía neoliberal en el país.
Además, en Bolivia, Evo no tiene oposición, ahora que el poder judicial allana el camino a volverse a postular. En Nicaragua, si Ortega (que no es un bien, sino un mal menor) gana el pulso de la violencia opositora contra él (a falta de datos y perspectiva, todo apunta a que se está produciendo un golpe suave, como los que se produjeron en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Honduras, Paraguay y Brasil). Así, el sandinismo, por muy corrupto que sea, al carecer de oposición electoral, seguirá con los óptimos datos macroeconómicos y con los del descenso de la pobreza, tal y como venía ostentando todos estos años.
De este modo, si México, Argentina, Brasil y Ecuador giran hacia la izquierda, y si Venezuela, Bolivia y Nicaragua siguen en la izquierda, las oligarquías habrán sido derrotadas de nuevo. Todo ello gracias al excelente desempeño económico y social de esta década y media de anti-neoliberalismo, y a la voracidad de unas oligarquías que solo tomar el poder, ya están arrasando con las políticas sociales y empobreciendo a la gente.
Por último, se debe advertir que un proceso no puede quedar a merced de unos personajes carismáticos (Lula, Evo, Correa, Mujica…), por lo que se debe intensificar la formación política de la población y el protagonismo de ésta, como el caso de Venezuela con la implementación de las comunas, como futuras depositarias de la soberanía, según Marta Harnecker. Tal vez esta sea la causa de que Venezuela no haya caído ni vaya a caer.
En definitiva, sin triunfalismo, y con la necesidad de formación y movilización de la gente, mantengamos la esperanza, verde, roja o negra, pero con amor, como canta Silvio Rodríguez, para seguir haciendo de Latinoamérica un pueblo sin piernas pero que camina, como canta Calle 13.
Nacho Dueñas, cantautor e historiador
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