El plebeyo se da las alegrías del Capitolio. Este jueves en Toulouse, Jean-Luc Mélenchon ha vuelto a llenar la plaza , reuniendo a pesar de un tiempo amenazador y luego una fina lluvia, a más de 50.000 personas, de todas las edades, alrededor del Ayuntamiento, en la plaza del Capitolio. El heraldo del Frente de […]
El plebeyo se da las alegrías del Capitolio. Este jueves en Toulouse, Jean-Luc Mélenchon ha vuelto a llenar la plaza , reuniendo a pesar de un tiempo amenazador y luego una fina lluvia, a más de 50.000 personas, de todas las edades, alrededor del Ayuntamiento, en la plaza del Capitolio. El heraldo del Frente de Izquierdas ha aparecido más cómodo que en sus precedentes apariciones al aire libre (Plaza de Stalingrado y Fiesta de L´Humanité en junio y septiembre de 2011, Plaza de la Bastilla el pasado 18 de marzo).
Si su discurso sigue siendo bastante general y solemne, comparado a sus intervenciones en los mitines tradicionales, dos a tres veces más largas, ha logrado distanciarse de la emoción que parece atraparle cada una de las veces en que estima ponerse en el camino del «gran Jaurès» , cuando piensa «enlazar con el hilo que tejió en esta región». «Puede parecer grandilocuente, incluso estirado, conviene un miembro de su equipo, pero tiene dificultades para expresarse abiertamente delante de tanta gente. Esta tarde, lo ha logrado mejor que otras veces». Otro de sus allegados admite que «el asunto estas dos últimas semanas está en no dejarse paralizar por el miedo a ganar».
De hecho, según cuenta un militante local, tanta gente reunida en la ciudad rosa (Toulouse) tiene el aire de ser algo jamás visto. «En 1981, Marchais había logrado 25.000 y Mitterrand 30.000; en 1998, Mitterrand había logrado 40.000, dice, boquiabierto, Fréderic Borras, antiguo dirigente de la LCR y del NPA , que se está convirtiendo al Frente de Izquierdas. ¡Es colosal!» Y el peso de la responsabilidad tendría con qué desestabilizar a un Mélenchon que ha consagrado su vida política a la búsqueda del «socialismo histórico» perdido.
Ante un público cada vez más numeroso, no se le puede acusar de caer en lo fácil, aún a costa de decepcionar a algunos, venidos para dejarse llevar por la cólera del tribuno del pueblo. En una sencilla media hora, ha retomado su concepción de la VI República allí donde la había dejado en la Bastilla /1. Tras haber disertado sobre el zócalo igualitario de la República nueva en París, ha desarrollado en Toulouse su visión de la soberanía popular y del universalismo. Y ha llamado a la creación de nuevos derechos: de requisición y de retracto de una fábrica en caso de despidos o de deslocalización, o de veto por los asalariados en los consejos de administración de la empresa.
En otro tema, Mélenchon ha llamado también a salir del «imperialismo de los Estados Unidos de América», es decir a abandonar la OTAN y a volverse hacia una «diplomacia altermundialista». Para él, el universalismo, ese «otro nombre de la libertad», debería animar a Francia a promover el derecho al aborto y lucha contra la pena de muerte en todas partes del mundo, «tanto en China como en los Estados Unidos». El público ha aplaudido, sin llegar a estar completamente fervoroso, y ha interrumpido el discurso para entonar un ya tradicional: «¡Resistencia! ¡Resistencia».
«Contrariamente a lo que algunos piensan, como por ejemplo Noël Mamère, no somos una feria de ganado, sino una multitud concienciada», se burla Eric Coquerel, lugarteniente de Mélenchon que sigue sin digerir las recientes declaraciones de la diputada ecologista /2 y de otros defensores de Eva Joly. «No somos un club de fans de Jean-Luc, suspira el secretario nacional del PCF, Pierre Laurent. Somos los primeros en lamentar que la V República personalice al extremo, pero el culto de la personalidad es incompatible con los valores del Frente de Izquierdas». Si Mélenchon se cuida de que no se grite su nombre en los mitines, su subida en las intenciones de voto tiene innegablemente una incidencia sobre la marcha de su campaña.
«Pueden acabar conmigo»
«Es humano, y tiene un ritmo extraterrestre. Es un poco normal que la fatiga le pese y que se tenga cuidado con ello». Como algunos dicen en su entorno, Mélenchon no está lejos de quedar agotado. Entonces, el candidato es preservado, aunque haya que enfadarse con una parte de la prensa que ha «puesto en la lista negra», juzgando su artículos demasiado «amargos», y su equipo debe apañárselas con sus bruscos cambios de humor y de susceptibilidad, cada vez más incontrolables, a medida que las largas jornadas de campaña se acumulan. No hay ya un mitin en el que no interrumpa para rectificar al espectador que se atreve a desafiar el escuchar en silencio: «¡Callarse, soy yo el que habla!» , señala secamente Mélenchon, no deseando ser perturbado en el desarrollo de una exposición que continúa realizando sin papeles ni notas.
Su equipo de campaña también está nervioso. En la alerta de bomba que vino a marcar el inmediato post-mitin de Toulouse, algunos de sus más allegados no dudaban en imaginarlo como un Jaurès asesinado. Él mismo ha lanzado en la tribuna del mitin de Limoges, el miércoles, esta extraña frase: «Pueden acabar conmigo, no acabarán jamás con vosotros». Bajo presión, el candidato no flaquea, pero evita todo lo posible a los fotógrafos (a veces tratados con rudeza por el servicio de orden) así como las entrevistas. La presencia de paparazzi cerca de su domicilio le repugna enormemente, los guardaespaldas (más numerosos que antes) están alerta. Su entorno le cuida, controlando hasta el exceso su palabra, ahí donde el acceso franco y directo con la prensa era hasta ahora la regla.
Más extraño aún, el primer círculo que rodea a Mélenchon parece funcionar de forma estanca. Según admite un cuadro comunista, la comunicación con los comunistas y otras fuerzas del Frente de Izquierdas «podría funcionar bastante mejor». Pero esta situación no daña la operatividad de la campaña, haciendo cada cual campaña en su rincón y movilizando sus redes, encontrándose todo el mundo -nacional y localmente- con ocasión de consejos políticos, mitines o asambleas ciudadanas.
Para François Delapierre, «hay que conservar el espíritu de iniciativa un poco en plan comando que constituye nuestra fuerza». Jean-Luc Mélenchon mismo, en la tribuna de Zénith en Limoges, el miércoles, se ha declarado así ante 9.000 personas: «Somos un partido sin paredes, cread agrupaciones en todas partes, no esperéis las consignas, es la gran red constituida por las sociedades populares la que provocó la revolución de 1789 y la Comuna de París».
Mélenchon está hoy confrontado a las ofertas del presidencialismo y de la personalización, como antes que él Olivier Besancenot. «Hay una lógica de sistema, que hace que a partir de ahora, se tengan muchos más fotógrafos y cámaras, admitía su director de campaña François Delapierre, en una zona reservada a la prensa, el martes pasado. En esta nueva situación, el contacto con la gente es más difícil. Se conocía el problema de estas elecciones, en las que la personalización provoca una presión física que impide las discusiones normales. Desde el comienzo, se ha dicho que no se quería una campaña de adoración, y que hay que luchar sin tregua contra este riesgo».
El secretario nacional del PCF, Pierre Laurent, minimiza las microtensiones que pueden agitar el final de la campaña, recordando que la del Frente de Izquierdas ha sido «la más activa» , y que «empezó hace muchos meses, mucho antes que la de los demás. Tenemos que llegar a aguantar hasta el final. Hay fatiga, ¡pero si hay una campaña que no está al borde de la crisis de nervios, es claramente la nuestra!» Y añade, con una media sonrisa: «Aún habiendo trabajado para esto, estamos un poco sorprendidos por la amplitud que ha tomado. Entonces, medimos el peso de las responsabilidades».
«Felizmente que tuvimos un Keynes en 1929»
Esta semana, Mélenchon ha dado un último arreón, encadenando desplazamientos a Grigny /3 , Vierzon, Limoges y Toulouse. Rompiendo con su «legendaria prudencia financiera» , su equipo de campaña ha decidido volver a pedir prestado para subir el presupuesto de 2,5 a 3,5 millones, a fin de no carecer de medios en la última recta, particularmente para realizar sus dos últimas «demostraciones de fuerza», en las playas del Prado en Marsella, el 14 de abril, y luego en la puerta de Versalles el 19 de abril.
De aquí a entonces, se consagrará únicamente a sus apariciones en la televisión y las radios, donde pretende repetir el mensaje expresado en Limoges: «En tres meses, las agencias de calificación y los mercados van a atacar a Francia. Entonces, vuestro voto, no es solo por o contra Sarkozy, sino por o contra la austeridad. Y si es contra, ¡soy yo!»
Mélenchon no se deja pillar por quienes interrogan sobre la pertinencia económica del programa del Frente de Izquierdas, reprochando sobre todo la ausencia de unos números precisos, o evaluándolo en más de 200 millardos de euros, y clama en Toulouse: «Lo confieso, señor Sarkozy, nuestro programa no es realista según vuestra norma contable, pero lo es según la nuestra, que se llama ¡derecho a vivir!» . Para Pierre Laurent, «no tenemos lecciones de realismo que recibir de nadie, y sobre todo no de Nicolas Sarkozy y de los dirigentes europeos actuales». Según el patrón de los comunistas, «los pequeños empujones, no bastan, y no hemos ocultado jamás que haría falta mucho dinero para invertir la lógica actual. Lo que se juega, en el momento en que el PS renuncia a los objetivos de la izquierda, es poner de nuevo los valores esenciales en el corazón de esos objetivos».
Ni hablar, por tanto, de dedicarse a un concurso de cifras, como explica Eric Coquerel. «Estamos en otra lógica, nuestra fuerza frente a las críticas es que vienen de quienes han fracasado, explica el consejero especial de Mélenchon. Si, hay un riesgo en estar económicamente en la dirección contraria. Pero es menor ese riesgo que continuar aplicando las lógicas de austeridad actuales. Felizmente que hubo Keynes cuando la crisis de 1929. Él también iba en la dirección contraria».
En Limoges, Mélenchon ha pronunciado uno de sus discursos más logrados, evocando con emoción la importancia de los medios dedicados a la infancia o magnificando la enseñanza en la formación profesional, como en sus más bellos momentos de ministro de Lionel Jospin. Apoyándose en las críticas crecientes que se abaten sobre él, de la UMP o de Laurence Parisot. Menos «agresivo» hacia los socialistas, ha asumido más que nunca la herencia de 1789, cuando la patrona del Medef [la patronal francesa] le acusa de ser un descendiente del Terror . «Si, soy un revolucionario, ¡y ella es una contrarrevolucionaria!».
Y deslizar la metáfora con placer: «Al comienzo, estas críticas me enervaban, pero a fin de cuentas, me alegro de ver que los adversarios no comprenden nada, pues es muy importante que sean cogidos desprevenidos. Releyendo un libro de historia de la Revolución, en cada página se le podía explicar a Luis XVI cómo salir del apuro, dice quien tomó como seudónimo trotskysta el nombre del guardia, Santerre, que llevó al último rey de Francia al cadalso. Pero las élites están presas de los viejos esquemas cuando su mundo se termina».
El objetivo: acabar por delante de Le Pen
A medida que se acerca la primera vuelta, las esperanzas un poco locas dejan sitio a la realidad de objetivos inesperados siquiera hace tres meses. Hay quienes previenen contra toda ilusión de una presencia en la segunda vuelta, sin embargo reafirmada por otros ( «Estoy persuadido de que hay una mayoría antiliberal en este país», dice Eric Coquerel). Para François Delapierre, como para varios comunistas preguntados, lo más primordial sería derrotar a Marine Le Pen en las urnas. «Sería un terremoto político, cualquiera que fuera el porcentaje, explica el fiel de Mélenchon. El FN tiene un lugar ideológico central hoy. Si esto se invierte, se está en otra correlación de fuerzas y otro clima. Una parte de la derecha dirá que hay que tener una línea diferente a la de Sarkozy».
Los golpes no dejan de caer sobre Marine Le Pen y los suyos, rotundamente tratados de «borrachos» en Limoges, por un Mélenchon que proclamaba unas sinceras ganas de enfrentarse a ellos, tras las recientes agresiones de militantes por cuadros frontistas /4. Para derrotar a «la Le Pen» , como es llamada a menudo en las filas melenchonianas , se pretende movilizar a los abstencionistas. «Se ha logrado movilizar un electorado popular que iba a abstenerse, analiza Coquerel. Ahora animamos a nuestras tropas a poner toda la carne en el asador en los barrios populares y las barriadas», donde la cota de Mélenchon no sería tan mala, tras su actitud con ocasión de los asesinatos de Toulouse y sus odas recurrentes al «heroísmo de la inmigración».
En cuanto a la actitud que habrá que tener entre las dos vueltas, si creemos a los allegados a Mélenchon, no lo han evocado aún de forma colectiva. «Hablamos del asunto entre nosotros, pero no hemos tenido aún reuniones específicas», dice Coquerel. La manifestación del 1 de mayo es anunciada ya como un «momento fuerte», mientras que un mitin podría ser organizado para llamar a derrotar a Sarkozy, pero «aparte» , y no al lado de un François Hollande que no tiene decididamente, los favores del Frente de Izquierdas. «Le corresponderá a él decir cómo cuenta dirigirse a nuestro electorado, indica Delapierre. Pero no somos nosotros los que vamos a poner presión, es la movilización de la gente la que va a trastocar los planes preparados de antemano por los socialistas».
Pierre Laurent, por su parte, estima «irrealista decir que no se quiere discutir sobre nuestro programa. Sería negar que estamos desplazando el centro de gravedad de la izquierda». A ojos del comunista, «nuestra dinámica enturbia el escenario ideal de ciertos socialistas, entonces es preciso sin duda dejar tiempo para que esto madure en sus cabezas».
En sus mitines, Mélenchon gusta de hacerse estratega. En Limoges, se ha permitido ponerse el traje de dador de lecciones de izquierda, a fin de dar un curso de reagrupamiento a François Hollande: «O bien se gana por la fuerza, lo que no ha funcionado jamás en Francia, o bien se discute sobre los mejores medios para encontrar un compromiso programático. Cuando propuse hace nueve meses debatir nuestros proyectos con los socialistas, se me dijo que eso no servía para nada, a parte de alimentar las divisiones. Hoy tenemos las divisiones y no tenemos el debate». Un consejero de Mélenchon confía que «Jean-Luc va a intentar desarrollar este argumentario hasta la primera vuelta. Si no es fácil de articular, muestra bien que la mejor capacidad de reagrupamiento, la más clara, está entre nosotros y no entre ellos».
Para Eric Coquerel, no se trata de volver a golpear sobre los socialistas. «Con el PS, ya nos lo hemos dicho todo hace tiempo. No quieren hablar de nuestro programa, cuando se ha puesto encima de la mesa desde el pasado mes de septiembre. No se reacciona más que cuando nos mencionan». Como cuando Gérard Collomb se deja aún arrastrar por su obsesión camboyana , comparando el programa del Frente de Izquierdas con el de Pol-Pot /5 tras haber, con ocasión del acuerdo PS/EELV, tratado a los ecologistas de «khmers verdes» /6.
Las legislativas en el punto de mira
Sin embargo, los puentes no están totalmente rotos entre Mélenchon y sus antiguos camaradas socialistas. En el punto de mira, las elecciones legislativas, que serán un verdadero test de confirmación para el Frente de Izquierdas. Además de la veintena de diputados salientes, todos comunistas con excepción de Martine Billard y Marc Dolez (del PG), un acuerdo sigue siendo posible con el PS en 90 circunscripciones, las amenazadas por una segunda vuelta UMP/FN, como ha propuesto el Partido de Izquierdas hace más de un mes /7. Los socialistas no parecen hostiles a una eventual negociación. Pero la tendencia será más bien hacia la confrontación en la primera vuelta.
«El voto por nosotros va a ampliarse, pronostica Coquerel, pues el voto Hollande, por defecto y resignado, se terminará, no habrá ya peligro Sarkozy». Para un cuadro comunista, «si hacemos el 15% en las presidenciales, eso quiere decir que haremos un 20% en ciertos lugares. Se puede esperar pasar por delante del PS más a menudo de lo previsto…». En cambio, no se ven muchas posibilidades de que se haga un sitio a los posibles recién llegados, entre ellos varios dirigentes del NPA.
En Toulouse, Myriam Martin, que estuvo a punto de ser candidata a las presidenciales por el NPA, antes de que la crisis interna estallara hasta el punto de volverse irreversible /8 , ha tomado la palabra ante el Capitolio. Poco antes, nos confiaba que con la corriente de la «Izquierda Anticapitalista» (antigua mayoría del NPA), querían «sumarse al Frente de Izquierdas con nuestras ideas, nuestras convicciones y también nuestras divergencias: lo que está ocurriendo es histórico, y hoy hay una ventana de oportunidad que hay que aprovechar. Se ha perdido mucho tiempo desde 2005…».
Para ella no se trata de una «decisión por decepción» sino de una «decisión política» : «Es aquí donde pasa algo, es aquí donde los asalariados y los sindicalistas se encuentran, para organizar un frente social y político frente a la austeridad. No se puede vivir en autarquía y en la división, en caso contrario se reproduce la situación griega, en la que la verdadera izquierda está dividida cuando podría convertirse en mayoritaria».
A su lado, Marie-Pierre Vieu no oculta su «emoción». La presidenta del grupo del Frente de Izquierdas en la región Midi-Pyrénées, antigua dirigente de la UNEF, se alegra por «la carga simbólica que hay en volverse a encontrar con quienes dirigían las huelgas de 1986». Uno de sus acólitos de la época, antiguo dirigente de la LCR y del NPA, Frédéric Borras, aprueba y, en un gesto simbólico, se suma a la «zona para invitados» ocupando un rincón de la plaza del Capitolio. «Ya está, estamos del mismo lado de la barricada», dice al pasar al otro lado de la barrera.
En la tribuna, Jean-Luc Mélenchon les dirigirá guiños retóricos (retomando textualmente fórmulas de impacto utilizadas por Olivier Besancenot en el pasado como, «No pagaremos su crisis» o «Queremos vivir, no sobrevivir» ), mostrando su capacidad de hablar el «lenguaje común» de esta otra izquierda que teoriza desde hace una decena de años, cuando se aburría en el PS. Por su parte, la comunista Marie-Pierre Vieu se embala: «Volvemos de tan lejos que hemos integrado ya el sentido de la apertura necesaria para nuestra ambición reencontrada. Al final de los años 1970, Jospin decía que el PS quería contestar la hegemonía del PCF sobre la izquierda. Hoy, somos nosotros quienes contestamos la hegemonía del PS».
http://www.mediapart.fr/journal/france/060412/le-front-de-gauche-ou-le-succes-mis-sous-tension
07/04/2012
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Notas
1/ http://www.mediapart.fr/journal/france/180312/melenchon-reussit-sa-prise-de-la-bastille
2/ http://www.parismatch.com/Actu-Match/Politique/Actu/Le-courant-ne-passe-plus-entre-Europe-Ecologie-Les-Verts-et-le-Front-de-gauche-386477/
3/ http://www.mediapart.fr/journal/france/010412/dans-lessonne-melenchon-veut-mobiliser-les-quartiers-populaires
4/ http://www.mediapart.fr/journal/france/030412/un-patron-de-bar-agresse-par-un-responsable-fn-et-ses-militants y http://www.laprovence.com/article/a-la-une/la-campagne-des-legislatives-senvenime-du-centre-au-nord-de-marseille
5/ http://www.lepoint.fr/politique/election-presidentielle-2012/gerard-collomb-le-modele-que-defend-melenchon-a-ete-essaye-en-urss-et-au-cambodge-02-04-2012-1447622_324.php
6/ http://www.lefigaro.fr/politique/2011/11/22/01002-20111122ARTFIG00357-gerard-collomb-traite-les-ecologistes-de-khmers-verts.php.
7/ http://www.liberation.fr/politiques/01012388821-legislatives-appel-du-pied-de-melenchon-au-ps
8/ http://www.mediapart.fr/journal/france/280312/npa-suite-et-fin
Fuente: http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=5060