La lucha del pueblo peruano, a partir del 7 de diciembre del 2022 poco a poco fue alcanzando ribetes de verdadera insurgencia, sobre todo al sur del país, con la posibilidad de propagarse a todo el país planteando el tema de una nueva constitución, teniendo como fondo subjetivo la frase de campaña “no más pobres en un país rico”, saliendo a flote en una propuesta de nuevo modelo económico basado en la nacionalización de los recursos naturales, y en la construcción de un nuevo estado; ante esta amenaza el régimen de las transnacionales, en primer término, aplico la política de ahogar en sangre la insurgencia popular. Sectores esclarecidos del movimiento popular saludaban la insurgencia de los pueblos del sur, pero cometieron el error de tratar de entenderlo o presentarlo por el lado cultural y étnico, mas no como una manifestación netamente política contra el régimen sobre todo en relación al modelo económico, lo cual inmediatamente estrecho su posibilidad de influencia nacional, fortaleció la perspectiva racial y cultural e hizo que este movimiento se repliegue; hasta encontrar mejores condiciones en las ciudades.
Pero el régimen no se quedó ahí, después de la masacre y matanza, inmediatamente comenzó a trabajar para lograr el objetivo de pacificar las protestas, encauzarlas en el marco tolerable de la pacificidad y a la vez ir consolidando en la plataforma de lucha puntos que no amenazan al modelo económico ni al aparato estatal que lo sostiene, manteniendo el tema de la convocatoria a una asamblea constituyente pero solo como una frase hueca, sin llenarla del contenido de la necesidad de un nuevo modelo económico y de un nuevo estado; estrategia ya probada como eficaz en el caso de la lucha del pueblo chileno por una nueva constitución mediante una asamblea constituyente, y que ha pesar de una gran lucha popular, solo llego a una convención constitucional con una nula posibilidad de cambio de régimen económico y político.
Para este objetivo, una vez más y al igual que en chile, encontró el instrumento eficaz en la burocracia sindical: clientelista, corrompida y claudicante; que bajo la dirección del Partido Comunista Peruano (unidad) se ha mantenido entornillada en la dirección de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) los mismos que mantienen un asiento, al lado de representantes del gobierno y del empresariado, en los directorios de EsSalud y CONAFOVICER, de esta manera ya conviven y concertan con el gobierno de turno, incluso con este espurio, criminal y asesino; acentuando además su conducta manipuladora, de copacion y neutralización de espacios populares, defendiendo a ultranza sus feudos sindicales generando así una verdadera conducta gamonalista, despótica y coacionadora al interior del movimiento sindical y popular; Ellos se vanaglorian y ufanan de, en los años 80 y 90, haber combatido al senderismo, sin percatarse que con el pretexto de combatir el terrorismo, el imperialismo aplico una estrategia contrainsurgente contra el pueblo peruano, y que por tanto fueron y son parte de esta estrategia antipopular y contrarrevolucionaria; triste papel que persisten en seguir cumpliendo.
Sin embargo, existen resquicios en los espacios que están manipulando, como las voces contra el modelo neoliberal en defensa de los recursos naturales, que se han escuchado. Es necesario fortalecer estas voces, ir construyendo una plataforma más profunda y consecuente con el sentir del pueblo peruano, ir centrando la lucha contra el modelo neoliberal desarrollando un modelo económico y social alternativo a este, sobre todo con la nacionalización de los recursos naturales; y en este camino ir fortaleciendo y construyendo una verdadera y autónoma organización popular dependiente solo de sus bases, y avanzar en una centralización que oriente la lucha del pueblo peruano, rompiendo la estrategia contrainsurgente, aplicada por el imperialismo contra nuestros pueblos.
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