El primer ministro griego, Yorgos Papandréu, expresó ayer en Atenas su confianza en que la cumbre europea prevista para hoy miércoles ponga el punto final a la crisis económica que vive el país. Una esperanza absolutamente infundada pues lo que pueda resultar de esta reunión en nada ayudará al mantenimiento en la poltrona al ejecutivo […]
El primer ministro griego, Yorgos Papandréu, expresó ayer en Atenas su confianza en que la cumbre europea prevista para hoy miércoles ponga el punto final a la crisis económica que vive el país. Una esperanza absolutamente infundada pues lo que pueda resultar de esta reunión en nada ayudará al mantenimiento en la poltrona al ejecutivo griego.
Por esta razón Papandréu apeló a la responsabilidad y a la unidad de los partidos políticos, y de la sociedad en general, ante el «enorme y difícil combate» al que se tiene que enfrentar el pueblo griego para poder superar la actual crisis económica y el enorme peso de la deuda externa.
El mensaje, transmitido a la prensa tras una breve reunión con el presidente de la República, Karolos Papoulias (¿alguien había oído hablar del jefe de Estado griego?), tiene una especial importancia tanto en clave interna como de cara a los socios comunitarios con los que está programada la reunión del Eurogrupo (los 17 países de la zona euro) para hoy. Muchas de las resoluciones que se prevé salgan de este encuentro requerirán una posterior aprobación en el Parlamento griego por una mayoría cualificada de tres quintas partes de la cámara, 180 votos, la cual está muy lejos de alcanzar por la bancada gubernamental.
El Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK) ha ido desangrándose a lo largo de la legislatura y en la actualidad cuenta con 154 escaños de los 300 que componen el Parlamento, y por tal motivo el vicepresidente de gobierno y actual ministro de economía, Evangelos Venizelos, aseguró que se reunirían con todos los grupos parlamentarios para tratar de obtener su apoyo y debatir sobre las cuestiones fundamentales, las prioridades y los riesgos en los que se halla el país.
La concesión del sexto tramo de la ayuda procedente de la Unión Europea viene condicionada no sólo a despidos masivos y drásticos recortes presupuestarios, fundamentalmente de partidas sociales, sino que además exigirá reformas legales de gran calado en el ordenamiento de los países miembros.
Desde una perspectiva jurídica únicamente recurriendo al principal partido de la oposición, el neoliberal y derechista Nueva Democracia, Papandréu podrá continuar al frente del país en su camino hacia el abismo. Pero precisamente ayer el portavoz de esta fuerza política, K ostas Markopulos, aseguró que votarían en contra de cualquier acuerdo que supusiera una pérdida aún mayor de la soberanía nacional.
Pero además, desde un punto de vista económico Grecia se encuentra ante el panorama inminente del más que previsible hundimiento de las entidades financieras si finalmente el recorte de la deuda decidido por el Eurogrupo supera el 40% de su valor.
Algo más que probable, pese a las reticencias de Francia, pues según un informe realizado por los inspectores internacionales, y filtrado a la prensa, se advierte que la partida de rescate de 109 mil millones de euros acordada en julio ya no es suficiente a menos que los acreedores privados acepten una rebaja del 60% en los bonos que poseen. Sin esta reducción -aseguran los economistas-, Grecia necesitaría más de 250 mil millones de euros para ser solvente.
Así las cosas, y aunque desde el gobierno se insiste que no serán nacionalizados, los bancos griegos necesitan para mantenerse a flote alrededor de 20 mil millones de euros, que es el doble de lo actualmente existe en el Fondo de Estabilidad Financiera Helénica creado el pasado año.
Las acciones bancarias de la Bolsa de Atenas cayeron el lunes 17 puntos porcentuales ante los temores de que la rebaja de la deuda helena superase la barrera del 50% y ello condujese a la nacionalización de las entidades.
Antonio Cuesta es corresponsal de la agencia Prensa Latina en Grecia
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