El apoyo ciudadano al gobernante Fianna Fáil en Dublín ha caído hasta el 11%, lo que le sitúa en cuarto lugar, por detrás de Laboristas, Fine Gael y Sinn Féin, y podría suponer que en los próximos comicios se quede sin escaños en algunos distritos electorales de la capital.
El Gobierno en Dublín hace aguas y el enfado ciudadano ante el plan de recuperación económica y la presencia del FMI en el sur de Irlanda tendrá consecuencias sobre todo para el gobernante Fianna Fáil, que se enfrenta a horas bajas y para el que el futuro no se presenta nada halagüeño.
El que fuera primer ministro irlandés, Bertie Ahern, escogió el último día de 2010 para anunciar su retirada de la política. Un anuncio claramente significativo en el contexto político que encara Irlanda este año que comienza.
Para empezar, la coalición que en estos momentos detenta el poder en Dublín se tambalea a consecuencia de las continuas disensiones que ahora ya abandonan las salas de gobierno para alcanzar la esfera pública. La respuesta del socio minoritario de Ejecutivo al plan de austeridad de cuatro años presentado por el Gobierno irlandés en respuesta al crédito del FMI y del Banco Central Europeo fue anunciar que aunque apoyaría con su voto los presupuestos y recortes planeados para 2011, dejaría el Gobierno en enero, forzando la convocatoria de elecciones generales.
Desde ese momento, los Verdes han cambiado sus planes y parecen dispuestos a prolongar otros tres meses su presencia, y con ella la del socio mayoritario de la coalición, Fianna Fáil, para asegurar así la aprobación de la legislación pendiente, aunque muchos analistas sugieren que con su decisión los Verdes pretender prorrogar artificialmente la vida de un partido que, según auguran las encuestas, perderá todos sus escaños en la próxima cita electoral.
Esas mismas encuestas no presentan tampoco un futuro muy halagüeño para Fianna Fáil, el partido que Ahern llevó al Gobierno en 1997, que vivió la explosión económica del llamado Tigre Celta y que tan mal administró diez años de superávit presupuestario.
Según un sondeo de opinión publicado por el diario «Irish Times» el pasado 16 de diciembre, este partido ha logrado un récord histórico en lo que respecta al rechazo que provoca en los votantes. Es evidente que el plan de recuperación económica y la presencia del FMI en Irlanda han influido en la opinión pública irlandesa, pero el enfado se remonta a 2009, cuando el Ejecutivo se lanzó al rescate de los bancos y abandonó a los ciudadanos a su suerte.
En cualquier caso, las cifras lo dicen todo y el resultado de esta encuesta, que no hace sino reforzar lo que otros sondeos en otras publicaciones diarias o semanales ya habían anunciado, no podría ser más claro. El porcentaje de encuestados que dijo estar satisfecho con la actuación del Gobierno era tan sólo de un 8% mientras que un 90% se mostró insatisfecho. Al preguntar a los encuestados sobre su opción a la hora de votar, sólo un 17% apoya a Fianna Fail.
Los grandes beneficiarios del rechazo a las políticas gubernamentales son el partido mayoritario en la oposición, el conservador Fine Gael (30%), los laboristas (25%) y Sinn Féin (15%).
Y es necesario tener en cuenta que este sondeo se produjo dos semanas antes de que entraran en vigor los recortes presupuestarios, la reducción de los salarios y el incremento de los impuestos que ya se han empezado a hacer notar.
La preocupación de Fianna Fáil se incrementa al considerar que el apoyo al partido en Dublín ha caído al 11%, lo que le sitúa en cuarto lugar, con Laboristas, Fine Gael y Sinn Féin por delante. Si estas cifras se mantienen, Fianna Fáil no contaría con escaños en algunos distritos electorales de la capital.
A pie de calle estas cifras se traducen en un claro enfado entre los ciudadanos. Tanto es así que algunos representantes de Fianna Fáil temen cómo será recibida su presencia en las calles de Dublín durante la campaña electoral, que en Irlanda consiste tradicionalmente en la petición de voto puerta a puerta que realizan los candidatos.
Eso podría explicar la decisión de Ahern de abandonar la política, una decisión inesperada aunque ya anunciada. El que fuera primer ministro irlandés y una de las piezas del proceso de paz irlandés ya había comunicado en el pasado que abandonaría la política antes de los 65 años, y lo hace antes de su sesenta cumpleaños para evitar no sólo la molestia de una campaña difícil debido a la situación económica, sino también para eludir las repercusiones políticas que podría tener la investigación de varias acusaciones de corrupción relacionadas con sus actuaciones.
Ahern no es el primer miembro de su partido que ha anunciado su intención de abandonar la política. En el último mes, dos ministros de Fianna Fail en el Gobierno -los responsables de Asuntos Exteriores, Dermot Ahern, y de Transporte, Noel Dempsey- han afirmado que no se presentarán a la reelección. Su anuncio se une a la decisión adoptada por otros siete diputados del partido, que ya han renunciado a la campaña electoral.
El actual presidente del parlamento irlandés, John O’Donoghue, también integrante de Fianna Fail, ha acusado a los «desertores» de asustar a las bases y a los votantes del partido, y ha querido quitar hierro a las encuestas asegurando que «no están abandonando el Titanic».
Sin embargo, muchas veces, en la vida pública lo importante no es lo que se hace, sino lo que se aparenta hacer, y para los ciudadanos, los responsables de su infortunio les dejan ahora abandonados a su suerte para beneficiarse de las suculentas pensiones que ya no existirán el año próximo.
Ya se sabe que cuando un barco se hunde…