Recomiendo:
0

El más que esperado atlantismo belicista del global-imperial

Fuentes: Rebelión

Para los amigos y maestros Manuel Martínez Llaneza y Alejandro Andreassi Cieri   Era de esperar. Ninguna novedad en el frente occidental, total ausencia de sorpresa en el consejo de administración del global . Al compás otánico: un, dos, tres; un, dos, tres; pim, pam, fuego. Al contrario que a Brassens, la música militar, el […]

Para los amigos y maestros Manuel Martínez Llaneza y Alejandro Andreassi Cieri

 

Era de esperar. Ninguna novedad en el frente occidental, total ausencia de sorpresa en el consejo de administración del global . Al compás otánico: un, dos, tres; un, dos, tres; pim, pam, fuego. Al contrario que a Brassens, la música militar, el olor del dinero y sus posiciones hegemónicas en el mundo siempre les han hecho levantarse. Les entusiasman, levantan sus pasiones más esenciales. Marca de su casa.

«Órdago de Putin» es el título del editorial del pasado domingo del global [1]. El subtítulo, para que todo quede claro ya de entrada: «Europa y EE UU deben responder con firmeza a la amenaza rusa de usar la fuerza en Ucrania.» Con firmeza y cañones por banda

La situación en Ucrania ha evolucionado en horas, se señala, «hasta el borde de la confrontación armada, como se temía con la estratégica península de Crimea como detonante». Quienes, estúpidos ellos, creían en la buena voluntad de Putin para cooperar en la desactivación de la galopante crisis y rendirse a los pies del Imperio y de sus fieles servidores UE, crisis que se presupone sin agitaciones ni abonos exteriores, todo democrático, pacífico y afable, «han tenido cumplida respuesta ayer, con la aprobación contrarreloj por el Parlamento ruso de la petición del presidente para desplegar tropas en Ucrania».

Kiev, prosigue el editorial, ha anunciado que no se dejará arrastrar por las provocaciones de Moscú. El gobierno (miremos la composición) y sus amigos interiores y exteriores no provocan desde luego, muy lejos de su intención. En una situación como la actual, se señala, el naciente Gobierno interino de Ucrania tiene unos recursos más que limitados para contrarrestar la escalada rusa, «de movimientos minuciosamente calculados». ¿Movimientos minuciosamente calculados? ¿Qué movimientos? Estos: «La aprobación en Moscú del envío de tropas coincidía con manifestaciones prorrusas en ciudades del este y el sur de Ucrania.» Ni que decir tiene que estas manifestaciones están, pues, teledirigidas y manipuladas desde Moscú, no como las otras donde la injerencia externa y la presencia de representantes políticos de lo peor del sistema del dinero y el desorden fue y es inexistente, absolutamente inexistente, inventos de marxistas-comunistas trasnochados.

Solo desde el más irreal de los supuestos, prosigue el editorial, se podía pensar que Putin fuera a entregar Ucrania sin pelea. ¿Por qué? Porque al margen de la humillación personal y el aviso político que supone una revolución democrática (sic) triunfante a las puertas de Moscú, «el neoimperial proyecto euroasiático del presidente ruso es una cáscara vacía sin Ucrania». ¿Hemos leído «revolución democrática» para hacer referencia al triunfo de la derecha extrema desbridada y con el brazo en alto en ocasiones en Kiev estos días pasados? Sí, hemos leído bien. ¿Habla de neoimperialismo un diario vendido a lo más granado, infame y poderoso del Imperio para designar lo que, en principio, no tiene por qué ser forzosamente ningún proyecto imperial sino de cooperación económica entre países, en absoluto socialistas, nadie ha hablado en estos términos, lanzados a los márgenes de la historia, que no quieren vivir de las limosnas y con los permisos occidental-imperiales?

En largas y apaciguadoras conversaciones con Obama y Merkel, se apunta en el editorial global, Putin ha asegurado que no recurriría a la fuerza. Pero, nada de eso realmente.»La repetición de la imperial invasión de Georgia en 2008 está ahora fuera de lugar. El Kremlin prefiere disfrazar su anuncio de intervención… como respuesta a la petición de ayuda del flamante primer ministro prorruso de Crimea, al que Kiev no reconoce.» ¿Ha escrito el Imperial en términos parecidos para hacer referencia a circunstancias no muy anteriores y mucho más que análogas?

El presidente ruso presumiblemente asocia la nueva situación con la tibieza de Europa y EE UU ante Georgia, según conjetura el global. Por tanto, ¡caña al mono, la que sea! Una vez… pero no dos. Putin ha decidido poner a prueba la respuesta de Kiev y de Occidente que, estos sí, tienen que intervenir directamente sin complejos. Nada de palabritas, acuerdos y pactos. «La genérica advertencia de Obama sobre las consecuencias de una intervención no parece haber impresionado a un Putin acostumbrado a hacer su voluntad impunemente en otros escenarios críticos, como Siria.» ¡Faltaba algo! ¡Siria, claro está! Aquí, sin entrar en una valoración sistémica del asunto, el único país que interviene es Rusia. Nadie más. Ni Francia ni Estados Unidos ni ningún país árabe aliado. Sólo los malos, que hablan ruso además, de esta película muy mal contada.

La Unión Europea y Washington, va concluyendo el editorial, «tienen opciones limitadas para responder a la fuerza rusa en Ucrania». Pero, ¡tienen que hacerlo! ¿Por dónde van los tiros «globales»? Por esos senderos: «Esas opciones iniciales, que para ser creíbles exigen un frente sin fisuras, deberían abarcar desde severas sanciones económicas a la revisión del estatus de Moscú en las más relevantes instituciones comerciales y económicas internacionales. Y han de utilizarse de inmediato para hacer mella en una Rusia vulnerable política y económicamente». ¡Sin piedad, pues! ¡En posición de firmes y pronto! Putin debe saber con quién se la juega, «debe recibir aviso solemne de que sus intentos para desestabilizar», tomen aliento, respiren hondo, «la emergente democracia en Kiev o forzar la secesión recibirán una concertada y robusta respuesta de las potencias occidentales». ¡La emergente democracia! Está en juego, se señala finalmente, hasta la misma paz en Europa. ¿Cómo en el caso de la destrucción de Yugoslavia? Por consiguiente, todo vale, y la concertada y robusta respuesta debe incluir todo lo que debe incluir. El palo sin ninguna zanahoria

¿Quién habrá susurrado el contenido y la melodía al editorialista? ¿Quién habrá jaleado sus oídos? ¿Algún comité otánico que ha hablado, como suelen hacer en su intimidad, a calzón bajado? ¿El de propaganda-publicidad asociado al de intervención militar? ¿Habré acertado?

Es probable que haya acertado. Por si acaso vale la pena comparar con la reflexión del pasado domingo de Rafael Poch de Feliu en La Vanguardia [2]. Las comparaciones, en este caso, no son odiosas. Arrojan luz, mucha luz.

«Nuevas victorias en Crimea profundizan el riesgo de Putin», el artículo del gran periodista barcelonés, se abre recordando el acorazado. «En la famosa escalera de Odesa, la «Potiómkinskaya lésnitsa» inmortalizada por Sergei Eisenstein, entrevisto a unos muchachos pro Maidán, provistos de cascos, escudos y porras. Hoy ha sido su día: manifestación de 5,000 personas». La víspera sus adversarios reunieron el doble en el Kulikovo Pole de la ciudad. «Ayer era «¡Putin, Putin!» y «El fascismo no pasará». Hoy, «¡Ucrania, Ucrania¡» y «Fuera Putin»». En medio, comenta RPF, «el grueso de la ciudadanía que no parece dispuesta a dejarse arrastrar hacia el tumulto».

Aparentemente, señala, «parece que el poderoso oso ruso se sale con la suya asediando a la débil Ucrania y comiéndoselo todo en Crimea, donde continua tomando el control de más y más infraestructuras y unidades», y donde, hasta el jefe de la marina ucraniana, Denis Berezovski, «nombrado anteayer por el gobierno de Kíev, juraba «lealtad al pueblo de Crimea», junto a Sergei Aksionov, el jefe de la nueva autonomía rebelde, que es un títere de Moscú». La realidad, en su opinión, es diferente. «Como la escalera cuando se mira desde abajo: la cuesta, que une el bulevard con el puerto de Odesa, es tremenda».

El mismo riesgo que está corriendo Rusia.

No se trata de la amenaza de sanciones, de la expulsión del G-8, ni del reproche de que la invasión de territorio ajeno, etc. Todo lo anterior, señala con dos millones de razones RPF, que «no tiene la menor credibilidad viniendo de quienes -por mencionar solo los últimos años- se pasaron por la entrepierna la «integridad territorial» de Afganistán, Irak, Libia y Siria», es, sin duda, importante. Sin embargo, en su opinión, «no es nada, o es muy poco, al lado de lo que Rusia, que es un gigante con los pies de barro, se está jugando aquí.»

¿Qué se está jugando Rusia en su opinión? «El menor desliz, el menor patinazo con resultado de violencia (ahora mismo hay algunas unidades militares ucranianas rodeadas por tropas rusas en Crimea) cubriría a Rusia de lodo ante los ucranianos». Si este pulso en su zona de influencia más vital no le sale bien, «la consecuencia no solo será tener a la OTAN más allá de la línea del Dnieper, es decir definitivamente aposentada en tierra ancestral rusa, sino que como perdedor de Ucrania, Vladimir Putin se arriesga a vivir un 1905 en Rusia.». Después de las fichas que ha movido, «fichas varoniles e imperiales» frente a otras fichas también movidas pero acaso más sofisticadas de «sus adversarios del Imperio Euroatlántico», si Putin pierde Ucrania comenta, «todo su sistema moscovita se hundirá como un castillo de naipes tal como le ocurrió al Zar Nicolás. Primero humillación, luego Revolución.»

Vista desde arriba la escalera descrita «es otra cosa». ¿Qué cosa? La siguiente: «ayer los pro Putin, hoy los anti Putin, mientras se consolidan posiciones en Crimea, con el gobierno de Kiev y su mezcla de favoritos de Washington y neonazis, ofreciendo la imagen de una nave desarbolada: los militares no le obedecen (¡gracias a Dios¡) y el patético nuevo ministro de exteriores, Sergei Deshitsia, pidiendo ayuda a la OTAN. Por su parte el flamante nuevo secretario del Consejo de Seguridad Nacional, Andrey Parubi, llama a la, «movilización de reservistas, pero solo los necesarios». Parubi es un facha, pero al lado de su vicesecretario, el nazi Dmitri Yarosh («Pravy Sektor») podría pasar hasta por liberal».

Gente como ellos, recuerda RPF que tiene excelente memoria, fueron la fuerza de choque del Maidán, que, hay que decirlo y RPF lo dice, no podía ser de otra manera para conseguir cosecha en esa siembra malintencionada,»contiene también impulsos populares y nacionales absolutamente impecables». En esta peligrosa ruleta rusa de Ucrania, perderá el que primero dé un paso en falso. Pese a las apariencias, conjetura RPF, Rusia, por el momento, «tiene muchos más números.»

PS: Entre los miembros del nuevo gobierno de Kiev aparecen algunos nombres nada recomendables. Puede verse una lista, no sé si completa, de estos joyas democrático-revolucionarias en [3].

Notas:

[1] http://elpais.com/elpais/2014/03/01/opinion/1393704287_780244.html

[2] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181518

[3] http://www.voltairenet.org/article182430.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.