Traducido para Rebelión por Liliana Piastra
Se definen como una asociación apolítica e independiente de cualquier partido, de la que pueden formar parte libremente todos los ciudadanos, ya sean de derechas o de izquierdas, y dicen ser ya más de 2.100 en toda Italia. Llevarán un uniforme compuesto por una camisa gris o kaki, pantalones grises o negros con una raya amarilla, boina con el águila imperial romana y una franja negra en el brazo que lleva impresa la «rueda solar», símbolo del naciente Partido nacionalista italiano, presidido por Gaetano Saya.
Se trata de voluntarios de la Guardia nacional italiana, listos para patrullar por las calles las 24 horas del día, dotados de linterna y teléfono móvil, y dispuestos a trabajar codo con codo junto a las rondas padanas en cuanto entre en vigor el Proyecto de Ley sobre seguridad. Las llamadas «rondas negras» se han presentado esta mañana en Milán, durante una reunión nacional del MSI (Movimiento social italiano), pero se distancian de la política haciendo hincapié en que sólo se ocupan de la seguridad de los ciudadanos: «Nuestra función será únicamente de vigilancia, para comunicar cualquier problema a las fuerzas del orden – explica Giuseppe Giganti, coordinador nacional de las Guardias -. Somos una Organización sin ánimo de lucro, asimilada a la Protección civil, a la que todos pueden acceder, incluso gente de izquierdas, la política no tiene nada que ver «.
De los voluntarios que hasta ahora se han presentado, aproximadamente un 30% han pertenecido a las Fuerzas del orden, desde Lombardía hasta Sicilia, con unos ochenta afiliados entre Milán y su provincia. Aseguran no tener prejuicios raciales porque «lo mismo da que el que cause problemas sea un italiano o un extracomunitario», ni simpatía por el fascismo, «una ideología anacrónica que pertenece a la historia», dice Giganti. Los símbolos y el uniforme «dicen quiénes somos, al igual que sucede con la policía y los carabineros, y sirven para que se nos reconozca como rondas, no para asustar, de lo contrario, estamos dispuestos a cambiar de ropa» puntualiza Roberto Guerra, coordinador de las Guardias de Génova. Desde el punto de vista político, el MSI (junto con el Partido Nacionalista Italiano en ciernes, pero que sólo se asentará en el Norte de Italia) tiende a afirmarse como «la nueva derecha conservadora de Berlusconi, que en Italia hay que rehacer de raíz» explica la neopresidenta nacional Maria Antonietta Cannizzaro, esposa de Saya. «Respaldamos al Pdl y tenemos buenas relaciones con la Lega, con la que compartimos muchas ideas y esperamos poder colaborar» concluye Cannizzaro.
La oposición protesta. «Estaba más claro que el agua. Ahora llegan las camisas grises de la mano del MSI y se suman a las camisas verdes. La previsión de una mala «división entre partidos» de la seguridad de nuestro país está demostrando ser exacta» acusa el responsable de la seguridad del Pd, Marco Minniti, y añade: «La idea de que el control del territorio se le puede confiar a asociaciones, milicias que se identifican con un color político, es un ataque al corazón de los principios de toda democracia liberal. El pronóstico era demasiado fácil. Ahora hay que hacer algo para detener este delirio desconcertante». También llegan críticas de Italia dei valori. Su líder en la Cámara, Donadi, habla de «hecho gravísimo y peligroso» que recuerda a las SS, «la página más terrible de la historia europea del último siglo. Una ofensa para nuestra historia y para la democracia».
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