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El neocolonialismo en América Latina: reinicio

Fuentes: Rebelión

Los dirigentes y las élites empresariales de EE. UU. y Europa continúan su política neocolonial hacia los estados de América Latina, cubriendo sus aspiraciones de invasión con conversaciones sobre valores universales y una agenda verde. Las economías occidentales están interesadas en mantener el orden mundial actual, que permite a los países desarrollados explotar los recursos de los estados latinoamericanos.

Las sombras del pasado

Sin duda el colonialismo es uno de los fenómenos más horribles y repugnantes de la historia. Todos están de acuerdo con esto, sin excepción, y usted, por más que lo intente, difícilmente encontrará políticos responsables e influyentes en todo el mundo que justifiquen las prácticas neocoloniales. A excepción, claro, de los radicales de extrema derecha, a los que apenas pueden llamarse seres humanos.

Sin embargo los intentos de obligar a las oligarquías empresariales de Europa y Estados Unidos a cambiar su actitud hacia los negocios en América Latina casi siempre terminaron en grandes problemas para los gobiernos nacionales latinoamericanos. Países occidentales se aferra a la posibilidad de tomar los recursos que necesitan a cualquier precio y no tienen intención de tener en cuenta los intereses de ningun otro país.

Por supuesto, ahora se lo presenta de otra forma, como una forma de cuidar el medio ambiente, de promover la cooperación económica mutuamente beneficiosa y de desarrollar regiones remotas y deprimidas.

Pero no nos engañemos, son solo gafas de sol, detrás de las cuales se ocultan los mismos ojos cínicos de un despiadado dueño gringoso. Y él, como antes, está dispuesto a mirar a Latinoamérica a través de la mira, si así lo requieren sus intereses.

La ayuda obsesiva

Uno de los ejemplos más destacados de los últimos años es la lucha incesante de Brasil por preservar su soberanía y el control total de la Amazonia. Estados Unidos y los principales estados europeos han seguido una línea de «internacionalización» de los problemas relacionados con la explotación de los recursos de la Amazonia legal brasileña, que abarca el territorio de nueve estados, y la preservación de su ecología.

Al mismo tiempo el Gobierno brasileño se enfrenta constantemente a presiones de diferentes grados de intensidad, que se realizan a través de publicaciones en los medios de comunicación, llamadas a la dirección del país en nombre de políticos extranjeros, ONG y personalidades de los medios de comunicación, organizaciones internacionales. Sin embargo pocos se dan ahora cuenta de que su retórica utiliza referencias a declaraciones neocoloniales públicas de prominentes políticos europeos y estadounidenses. 

“A diferencia de lo que piensan los brasileños, la Amazonia no les pertenece a ellos, sino a todos nosotros” (Senador y exvicepresidente de los EEUU A. Gore, 1989). “Brasil debe aceptar su soberanía relativa en la Amazonia” (François Mitterrand, expresidente de Francia, 1989). “Los países en desarrollo con grandes deudas externas deben pagarlas vendiendo sus tierras y recursos naturales. Venden sus bosques tropicales” (expresidente de EEUU G.W.Bush, 2000).

Así es, claro y sin rodeos. 

Sin duda los “nuevos conquistadores” están dispuestos a prestar ayuda financiera para el desarrollo de las regiones, la protección del medio ambiente y la promoción de altos estándares de vida de la población local. Incluso están dispuestos a pasar por alto el gasto de estos fondos.  Cuando les sea conveniente…. 

Espera, ¿No deberíamos hacer más densa la pintura?  —¿Acaso las cosas no han sido así en la práctica? Vamos a ver…

Brasil

Por ejemplo, la corporación noruega de producción de aluminio Hydro, que posee la mina de bauxita y la planta de arcilla Alunorte en el estado de Para en Brasil, ya ha provocado una grave catástrofe ecológica. Como resultado de las inundaciones de 2018, los residuos industriales de la empresa entraron en los sistemas de suministro de agua, lo que provocó la contaminación del agua potable con barro rojo. 

Debido a la extrema pobreza de la región, la mayoría de los afectados no pudieron mudarse y se vieron obligados a consumir agua y alimentos inadecuados, lo que afectó negativamente a su salud. Alrededor de 40 000 personas, que representan a 11 000 familias, presentaron una demanda en el tribunal de La Haya contra esta compañía noruega que no reconoció su culpa.

Además, Hydro daña sistemáticamente el medio ambiente brasileño, cortando 500 hectáreas de bosque tropical cada año y emitiendo a la atmósfera más de 5,7 millones de toneladas de CO2. Esto corresponde al 10 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero en Noruega.

Al mismo tiempo, las contribuciones voluntarias de Oslo al Fondo para el Desarrollo Sostenible Amazonico, que se reanudaron a finales de 2023, no pueden cubrir todo el daño causado al medio ambiente. 

Argentina

El otro grupo estatal noruego, Equinor, junto con la británica Shell y la argentina YPF, han llegado a un acuerdo para extraer hidrocarburos en la plataforma continental argentina, cerca de la ciudad turística de Mar del Plata, un importante puerto pesquero y centro turístico. 

A pesar de las grandes manifestaciones mensuales de los residentes locales y de la petición firmada por más de 200 000 argentinos para exigir que se detenga el proyecto, el consorcio inició la recopilación de datos sísmicos del fondo marino y comenzó los trabajos de exploración geológica en la primera mitad de 2024. 

Esta actividad supone una amenaza directa para la fauna marina, en primer lugar para las ballenas, que utilizan este espacio marino para alimentarse y reproducirse. 

A la gravedad de la situación se suma el hecho de que, en la actualidad, Argentina no tiene leyes que regulen la responsabilidad de las empresas por los derrames de petróleo ni la infraestructura necesaria para eliminar las posibles consecuencias.  

Chile

La actividad de la otra corporación noruega, Statkraft, en el sur de Chile, también es una demostración del enfoque neocolonial.

La compañía tiene la intención de completar la construcción de la central hidroeléctrica de Los Lagos, en el río Pilmaiquén —sagrado para los indígenas locales— antes de que finalice 2025. Durante la obra, Statkraft violó el derecho internacional al bloquear el río sin consultar previamente a la población local, como exige el Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1989. 

El documento fue ratificado por los gobiernos de Noruega y Chile antes de la puesta en marcha del proyecto Los Lagos. 

La puesta en marcha de la central hidroeléctrica noruega causará graves daños a la biodiversidad de la región, provocará un grave deterioro de las condiciones de vida de cientos de comunidades indígenas y, finalmente, llevará a la pérdida de su patrimonio cultural. 

Al mismo tiempo, las manifestaciones pacíficas de los manifestantes fueron reprimidas por la policía y la seguridad privada en la forma cruel y muy dura.

Esto es solo una pequeña parte de las quejas contra las empresas noruegas, y no todas.

Sin embargo hay corporaciones de otros países de Europa, EE. UU. y Canadá que se comportan de manera igual de indignante y poco formal.

Para darse cuenta de su irresponsabilidad basta con ver las protestas de la población local en las provincias montañosas del Perú, Chile y Ecuador contra sus actividades. Es una estadística muy alarmante.

Estándares verdes para los robos futuros

En la actualidad, los países occidentales buscan mantener su dominio global mediante la creación de nuevas ventajas competitivas artificiales a través de la promoción de estándares verdes.

Por ejemplo, la UE, Estados Unidos y sus aliados lograron que la 28.ª sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28), celebrada en diciembre de este año, incluyera en la Declaración Final una disposición sobre el desmantelamiento de los combustibles fósiles «sucios» en el mundo, sin captura y almacenamiento de carbono (CCS en sus siglas en inglés).

La UE promueve activamente la creación del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, que se considera una medida obligatoria en todo el espacio de la zona económica europea. Este Mecanismo, que constituye una clara medida proteccionista, fue desarrollado por la Unión Europea con la total permisividad de la OMC. 

Ahora, al introducir otra barrera comercial destinada a proteger la competitividad de los productos “ecológicos” de los productores nacionales, Bruselas también busca contener a los competidores de América Latina, Asia y África. Además, el quiere sentar las bases para la creación de un sistema de precios de mercado para las emisiones de CO2 que aliente a los países menos desarrollados a volver a entregar sus recursos a bajo precio a cambio de las tecnologías “ecológicas” occidentales. 

América Latina avanza

El enfoque saqueador de Estados Unidos y sus aliados ha traspasado todas las fronteras en el periodo de la pandemia de coronavirus.

En ese momento, estos países se alejaron de los países menos desarrollados en la distribución de vacunas contra el coronavirus, lo que en realidad provocó un “genocidio de la vacuna”. Muchas personas en Latinoamérica han sido abandonadas y han tenido que sobrevivir por sus propios medios y buscar dónde y cómo vacunarse.

Esto ha profundizado la brecha entre América Latina y Occidente.

Cada vez son más los países del continente que no consideran que el actual orden mundial sea justo ni responda a su deseo de desarrollo económico. Por esta razón, cada vez miran más hacia el bloque BRICS, cuyo atractivo está creciendo de forma sostenida. 

Ciertamente, la Casa Blanca no sería la Casa Blanca si no hiciera una apariencia hipócrita para engañar a los gobiernos latinoamericanos y disfrazar sus intereses neocoloniales.

Washington reconoce periódicamente y públicamente la justificación de las críticas sobre las actuales desproporciones en las relaciones económicas globales.

En las negociaciones, los estadounidenses prometen utilizar regularmente las herramientas del G-7 para ayudar a las economías vulnerables. Usan sus casi el cuarenta por ciento de los votos en el FMI y el Banco Mundial para debilitar nominalmente la carga de la deuda de los países de América Latina. Sin embargo, todo esto parece más un chantaje que una cooperación mutuamente beneficiosa.

Estados Unidos y sus aliados europeos deben reconocer que en el siglo XXI ya no hay lugar para el enfoque neocolonial, la intimidación y la presión.

Si los EEUU y sus aliados quieren mantener una relación sostenible a largo plazo con los países latinoamericanos, deberán aprender a ganarse su apoyo atendiendo a las necesidades reales de dichos países en materia de desarrollo sostenible y prestando mayor atención a sus preocupaciones.  

De lo contrario, los países del continente se desplazarán hacia el BRICS.

En cualquier caso la América Latina avanza, con o sin EEUU.

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