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El «nuevo» juego de Berlusconi y las cartas de Monti

Fuentes: http://www.vientosur.info/spip/spip.php?article7521

Silvio Berlusconi ha tomado la iniciativa de pasar a la oposición; su principal objetivo es distanciarse del gobierno de Mario Monti en un momento de máxima impopularidad de éste, debido a la introducción del «impuesto municipal único» sobre la propiedad (IMU), pero también a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y a la […]

Silvio Berlusconi ha tomado la iniciativa de pasar a la oposición; su principal objetivo es distanciarse del gobierno de Mario Monti en un momento de máxima impopularidad de éste, debido a la introducción del «impuesto municipal único» sobre la propiedad (IMU), pero también a la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y a la caída del consumo y del empleo, muy superior a lo que señalan el Instituto de Estadística oficial y otros organismos complacientes. Poco importa que el IMU, aconsejado por la UE, fuera adoptado por el propio gobierno Berlusconi-Tremonti y que el descenso de los salarios reales y el aumento del paro sean consecuencia de un ataque bipartidista iniciado hace muchos años, aunque también es cierto que dicho ataque ha sido impulsado con especial ahínco por Monti, su ministra Elsa Fornero y demás socios, gracias al consenso del 99 % de los medios de comunicación y a una indecente mayoría parlamentaria basada en el acuerdo de los principales partidos… La Liga Norte, a su vez, lleva meses denunciando desde la oposición la injusticia del IMU, en un intento de ocultar que en marzo de 2011 había votado, con exultante retórica federalista, el decreto-ley que lo introducía.

Igual que hace un año, la caída del gobierno no es fruto de un potente movimiento de masas capaz de inclinar el desarrollo de los acontecimientos a favor de los intereses de la población, sino de una maniobra en el seno de la clase dominante y de sus representantes políticos. No es casual que el irresponsable Berlusconi juegue ahora a hacerse el responsable asegurando que los votos de su partido, el PDL, permitirán aprobar a tiempo la Ley de Estabilidad. Bonito resultado: contribuirán in extremis a lanzar el enésimo paquete de medidas de austeridad, pero presentando este apoyo como un gesto altruista, o un sacrificio, y descargando así sobre el desventurado Partido Democrático (PD, socialdemócrata) la misión de defenderlo con convicción, con lo que este perderá presumiblemente los frágiles consensos logrados con el numerito de las recientes elecciones primarias. Al mismo tiempo, Berlusconi impedirá que se aprueben las tímidas normas sobre la lucha contra la corrupción y la inhabilitación de los condenados, que le afectarían personalmente.

¿Qué pretende conseguir Monti con su dimisión, que ha anunciado inmediatamente después de conocer la decisión de Berlusconi, sin esperar a las elecciones legislativas de marzo o siquiera un voto de desconfianza en el parlamento, en el que el PDL en crisis manifiesta tendría que «enseñar sus cartas»? La salida del hemiciclo de parte de los diputados de la derecha ha evitado la caída del gobierno, era evidente que se trataba de un gesto para la galería… No está excluido que la precipitación de Monti sirva sobre todo para reforzar su propia posición para el caso de que se presente a las elecciones, aunque sea indirectamente. Monti podría tratar de evitar un balance negativo de su gestión echando la culpa a quien «le ha saboteado».

Sin embargo, el adelanto electoral permitiría al PDL relanzar la ofensiva en torno a la convocatoria de elecciones en la que tanto confía, en un intento de evitar que las elecciones regionales del Lazio y de la mucho más significativa Lombardía muestren una nueva fragmentación del centro derecha y aceleren el «sálvese quien pueda» de cara a las generales. Monti, que contrariamente a lo que piensa y sostiene el grupo dirigente del PD es un político de derechas, no quisiera encontrarse en la tesitura de «tener que» volver a presidir el gobierno (como podría ocurrir «por necesidad» en caso de inestabilidad provocada por un éxito arrollador del contestatario Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo), pero esta vez encabezando una coalición en cuyo seno se hubiera reducido demasiado el peso de la derecha.

El partido de Grillo se ha adelantado a los acontecimientos al haber organizado la selección de sus candidatos por vía electrónica, de una forma no más democrática que las primarias del centro izquierda que tanto ha ridiculizado, pero que podría atraer a una parte del electorado haciéndole aparecer como la gran novedad de estas elecciones. En todo caso, se ha pertrechado frente a los ataques del viejo establishment confeccionando las listas por anticipado, mientras que el proyecto de «Cambiare si puó» («Cambiar es posible», plataforma creada en torno a un manifiesto de intelectuales de izquierda contrarios a la política de austeridad de Monti) todavía lleva mucho retraso, sobre todo si se discute más sobre a quién excluir o a quién ampliarse en vez de sobre programas y métodos a partir de una reflexión sobre la causa de tanta desbandada.

Está claro que es fuerte la tentación de hacer caso omiso de todas estas maniobras bizantinas entre viejos cómplices, impregnadas de mentiras increíbles: Berlusconi afirma que hay tiempo para modificar la ley electoral, cuando ha saboteado cualquier reforma posible cambiando de juego cada día durante meses; Monti sostiene que dimite porque le ha ofendido la dura crítica y la deslealtad de Angelino Alfano, primer secretario del PDL, como si este no fuera un títere de Berlusconi… Pero esta farsa es posible porque la izquierda está ausente, no solo en el parlamento, sino también en las luchas, que continúan pero están fragmentadas y tienen grandes dificultades para confluir en un movimiento de conjunto. Y las organizaciones sindicales mayoritarias, incluida la CGIL, no tienen ninguna intención de impulsar las movilizaciones en defensa de los intereses del conjunto de los trabajadores, de los pensionistas, de los precarizados.