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Ucrania

El precio de la vida humana

Fuentes: Liva

Traducido del ruso por Carlos Valmaseda

Hace poco, ordenando el archivo tras la correspondiente mudanza forzada (¡ay esta vida emigrante!) encontré esta octavilla:

Es una octavilla del Maidán. Entonces la muerte de unas pocas personas fue motivo para escribir con letras gigantes «¡DESGRACIA!», motivo para llamar a dejar el trabajo y salir a la calle para derribar el poder.

Ahora hay decenas de cadáveres de residentes pacíficos del Donbás. Esto no es una «desgracia» para los intelectuales humanitarios y demócratas de Kiev.

Por otra parte, causan perplejidad los liberales moscovitas -incluidos los de «izquierda»-. Fueron a la «Marcha contra la guerra» cuando el ejército ruso tomó Crimea, cuando nadie murió, y no dicen ni una palabra contra la muerte de centenares de personas en el Sudeste de Ucrania, castigados por el gobierno ucraniano. La vida humana en general no tiene el mismo valor para este público, que se encuentra en la lógica de la guerra civil. La oreja cortada y milagrosamente crecida otra vez del futuro ministro-automaidanista les causó horror, pero la foto de habitantes despedazados del Donbás solo es motivo de alegría. Los pasajeros muertos en el «boeing» malasio son motivo para una gran tristeza, una mujer muerta en el Donbás es «una kolorada con las patas cortadas». Yo fui un participante activo en las protestas democráticas sociales contra el anterior gobierno, y participé contra el Euromaidán desde el principio. Pero ni yo ni mis camaradas nos alegramos nunca de la muerte de la llamada «Centuria celestial». Comparad esto con el júbilo de los maidanistas con motivo de la muerte de los activistas de Kulikovo Pole en Odesa.

Me parece que es motivo de orgullo que los oponentes al régimen de Kiev hayan conseguido en condiciones de embrutecimiento general ser en mucho mayor grado personas que sus contrarios.

Apoyamos a las madres de los soldados del oeste de Ucrania que no quieren enviar a sus hijos a la guerra. Ellos los declaran traidores.

Nosotros abogamos por detener la guerra. Ellos por verter más sangre.

En cualquier caso, teníamos razón al llamar a lo que sucede en Ucrania fascistización. Porque es característico del fascismo la histeria militarista, el deseo de destruir físicamente a los oponentes políticos y el desprecio por la vida y la dignidad de los «enemigos», el culto a la violencia y la crueldad. Las masas son trabajadas por el régimen de Kiev precisamente según los patrones fascistas.

Es también interesante la relación del frustado público de Kiev con la sangrienta guerra.

En su momento la guerra de Crimea de mediados del siglo XIX fue la primera guerra en la historia de la humanidad cuyas noticias llegaron inmediatamente después de los acontecimientos, mediante el telégrafo. Esto cambió abruptamente la relación de la sociedad con la guerra. Cuando empezaron a llegar a Londres noticias de la muerte de descendientes de la aristocracia británica en Balaclava, la «sociedad» empezó a expresar un claro descontento con la guerra. Fue uno de los factores que aceleraron la firma de la paz de París y lo hicieron no tan vergonzoso para el Imperio Ruso perdedor de la guerra.

Hoy las noticias de la guerra llegan on-line. Las madres e hijos muertos no son cifras en un telegrama, su cara se puede ver en la foto, cómo eran, como disfrutaban de la vida. Pueden ver cadáveres mutilados de sus conciudadanos, tan ucranianos como ellos. ¿Por qué demonios esto no causa en Kiev la misma reacción que en los lectores de los periódicos británicos en tiempos de la Guerra de Crimea? ¿Por qué la sociedad kievita no dice «No»?

Naturalmente, tengo una respuesta politológica a esta pregunta. Pero no una respuesta humana. ¿Será necesario enviar a la guerra a la «centuria mayor» [mazhornaia sotnaia, denominación que reciben los hijos de los líderes ucranianos, nota del tr.], todos estos hijos de los Abakovs y otros como ellos, que organizan «street-racings» en las calles de Kiev mientras sus padres envían «ganado» a la muerte?

Fuente: http://liva.com.ua/price-of-human-life.html