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Entrevista a José Ángel Ruiz Jiménez profesor de la Universidad de Granada, institución que desde hace más de una década, está presente en Mostar

El puzle de los Balcanes 20 años después

Fuentes: Rebelión

Primavera de 1992, en Sarajevo capital de Bosnia, la sociedad civil compuesta por croatas, serbios y musulmanes, se manifiesta conjuntamente en contra de una guerra que es inminente. No estaban organizados pero había un sentimiento común con el que la guerra acabaría por completo. Los manifestantes son disparados por francotiradores vinculados a Radovan Karadzic y […]

Primavera de 1992, en Sarajevo capital de Bosnia, la sociedad civil compuesta por croatas, serbios y musulmanes, se manifiesta conjuntamente en contra de una guerra que es inminente. No estaban organizados pero había un sentimiento común con el que la guerra acabaría por completo. Los manifestantes son disparados por francotiradores vinculados a Radovan Karadzic y el conflicto estalla cobrándose sus primeros muertos. Tras tres años y medio de guerra, el país queda totalmente dividido y enfrentado. Casi 20 años después la cosa sigue igual. Para aproximarnos mejor a la realidad de los Balcanes y a la de Bosnia en particular, entrevistamos a José Ángel Ruiz Jiménez profesor de la Universidad de Granada, institución que desde hace más de una década, está presente en Mostar.

Pero antes de explicarles el trabajo que hace una universidad andaluza en una ciudad bosnia, nos remontamos hasta 1995, año en que se firman los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la cruenta guerra de la ex-Yugoslavia.

Dayton

El futuro del país se decidió en una base militar de Ohio, EEUU. No hubo ninguna representación de la sociedad civil ni de los no nacionalistas. Los líderes que se sentaron a negociar el futuro de Bosnia eran extranjeros. Milosevic representó la parte serbobosnia, mientras Franjo Tudjman lo hizo en nombre de los bosniocroatas. Europa era la encargada de la reconstrucción del país tras el conflicto. «Se trataba del proceso de reconstrucción más ambicioso de la historia. Bosnia era un país pequeño donde se iban a invertir billones de dólares para consolidar la paz y una democracia multicultural.» Nada más lejos de la realidad.

En primer lugar para contentar a todo el mundo se trataron se consensuar los símbolos, como la bandera, con un extraño diseño que recuerda a la de la UE y tiene un triángulo amarillo que representa a Bosnia-Herzegovina. La moneda es también una creación artificial, tanto que se llama marco convertible dado que por aquel entonces su referencia de cambio era el marco alemán, la moneda de un país extranjero. Todavía se sigue llamando así aunque ahora depende del euro. La propia constitución, que debe ser refrendada por el pueblo al que se va a aplicar, se redactó en inglés y sólo se tradujo a la lengua local hace dos años, 15 después de la guerra. «Todo esto genera una identidad nacional ficticia y crea una sensación de desesperanza en una población que no cree en el futuro del país, ni siquiera cree que su país sea un país de verdad.»

Otro asunto fue la creación del nuevo mapa, que empezó a fraguarse en plena guerra, un tema bastante perverso. «Todo el mundo sabía que tarde o temprano las fuerzas internacionales iban a intervenir. Se dio entonces una macabra carrera entre los ejércitos locales para que la etnia propia abarcara la mayor parte de territorio posible, de modo que cuando se produjera la intervención, cada uno pudiera quedarse con la zona que había ocupado.» Esto dio lugar a limpiezas étnicas en la población y empeoró la violencia en la última parte de la guerra. Resultaba mucho más fácil también para las potencias extranjeras trazar un mapa donde no hubiera islas étnicas. De este modo los mapas tienen más «sentido» para saber a qué etnia corresponde cada territorio. La idea dio luz verde a casos como el de Srebrenica, donde murieron 8 mil civiles musulmanes. «Mueren 8 mil, salvamos a 50 mil, son los cálculos que se hacen en las altas esferas internacionales.»

Una vez acabado el conflicto, la comunidad internacional tenía previsto devolver a los desplazados de guerra sus casas. Pero los problemas fueron insalvables. «En muchas ocasiones las casas ya no existían, estaban destruidas o habían sido ocupadas por desplazados de otra etnia. Hubo un intercambio de ocupaciones ilegales y para desahuciar a unos, tenías que devolver la casa a quienes también les habían ocupado la suya. La cuestión de la propiedad sigue siendo un complejo problema hoy en día.» Los desplazados tampoco tenían muchos incentivos para volver al lugar de donde habían huido. Además, después de la repartición de los territorios, pasaban a ser en muchos casos etnias minoritarias donde antes habían sido predominantes. La mayoría nunca quisieron volver y se quedaron allí donde habían llegado tras su huida.

Bosnia Herzegovina

Hoy en día puede parecer un lugar tranquilo pero existe mucha tensión. Así, lo que llamamos popularmente como Bosnia, un país que fue patria conjunta para croatas, serbios y musulmanes durante la era comunista, queda dividido tras la guerra y las posteriores resoluciones de Dayton, en dos repúblicas autónomas dentro del mismo país (República Srpska y República de Bosnia-Herzegovina) algo difícil de entender. Además están los cantones y las municipalidades y cada uno con su propia legislación, su funcionariado y sus políticas. «De este modo tenemos un país empobrecido, con una administración política carísima de mantener, totalmente sobredimensionada y una economía muy dañada, resultando una situación insostenible. La máxima autoridad de todo este conglomerado es el representante de Naciones Unidas, un extranjero elegido por el Secretario General de la ONU, que oficia como jefe del estado federal.» Este alto representante de las NU debe validar todas las decisiones que se toman a nivel local; nunca se pensó que su cargo durara tanto tiempo.

El sistema es complejo. Existe una presidencia rotativa en la configuración federal de modo que siempre hay en el gobierno un representante de cada una de las tres etnias pero a fin de cuentas cada una de las partes tiene una autonomía muy fuerte, tanto en la República Srpska como en la de Bosnia-Herzegovina y también en los cantones. El resultado es que difícilmente se toman decisiones importantes de manera conjunta. «Cuando a alguna de las partes no le agrada alguna decisión, simplemente la veta o pone todo tipo de trabas, lo que dificulta enormemente cualquier tipo de consenso. El problema es que todos los partidos políticos del país son nacionalistas y existe el recelo de que si gana tu oponente va a beneficiar a los suyos y por ende perjudicar a la otra etnia. El nacionalismo es muy fuerte, todo el mundo vota a los suyos por un cierto instinto de protección.»

En el ejército sí que, en principio, no cabe otra opción que no sea la de la unidad. Sin embargo, la diferenciación étnica se mantiene aunque sea de manera extraoficial. «En caso de una nueva guerra la fidelidad a tu gente estaría por encima de la obediencia a la unidad del ejército.»

La división también se hace patente en el tema educativo, donde no existe un programa unitario; esto no es casual, pues la educación es un modo más de adoctrinar. «Cada región tiene su propio sistema, cuenta su propia historia en sus colegios y queda claro que no se sienten parte de un mismo país. Es frecuente que respecto a las visitas escolares a la capital del país, Sarajevo, los niños serbios no las realicen. Los croatas tampoco, argumentando que su capital es Zagreb.»

En general la gente en Bosnia es muy de los pueblos, de mentalidad conservadora, mantienen la unión entre los suyos por miedo a que vuelva la violencia. «Durante la guerra los más violentos eran de origen rural como Ratko Mladić o el propio Karadzic. También hubo muchos radicales procedentes de la ciudad como los hinchas del Estrella Roja de Belgrado que en tiempo de paz se refugiaban en el fútbol, hasta que muchos de ellos formaron el grupo paramilitar de los Tigres de Arkan en tiempo de guerra.»

Como ya hemos comentado, los acuerdos de Dayton dotaron al país de un complejísimo sistema político y lo dividieron en dos partes, casi sin comunicación entre ellas. Veamos un poco mejor la naturaleza de estas dos repúblicas.

Por un lado tenemos la República de Bosnia-Herzegovina, sede de la capital, Sarajevo, y que ha experimentado un fuerte proceso de islamización en los últimos años. Su población se divide en un 80% de musulmanes y un 20% de croatas y, en mucha menos medida, serbios. Los musulmanes bosnios son descendientes de los eslavos que se convirtieron al Islam bajo la dominación turca hace 500 años. Con el comunismo era más una identidad que una religión, fueron los más débiles durante y después de la guerra. Países como Irán o Arabia Saudí les ayudaron mucho cuando estalló el conflicto, incluso los muyahidines fueron a luchar a su lado. Sin embargo, cuando llegaron no reconocían a quienes consideraban sus hermanos: las mujeres vestían libremente, no eran rigurosos con la asistencia a las mezquitas, bebían alcohol, comían sin restricciones… «Tras la guerra muchos se han refugiado en el Islam, incluso más que sus antepasados; se han levantado más mezquitas y mucha más gente acude a ellas. Desde Europa esta situación se ve con cierto recelo por entenderlo como un posible caballo de Troya musulmán en el centro del continente. El Islam aquí ha hecho un trabajo parecido al que hacen los Hermanos Musulmanes en el norte de África, favoreciendo la inclusión social de los más marginados, ofreciendo trabajo y sanidad a familias sin recursos por lo que para muchos el Islam supone además de un refugio, también una identidad.»

De otro lado se constituyó la República Srpska, donde no hay musulmanes ni croatas y los serbios se encuentran muy satisfechos. En cada pueblo ondean las banderas serbias y todas las iglesias son ortodoxas. «Sus líderes tampoco están interesados en unirse a Serbia porque en su territorio ellos mandan a su antojo de un modo bastante caciquil. Prefieren ser cabeza de ratón a cola de león.»

Y hablando de los serbios, su población también era mayoritaria en otro territorio del país vecino Croacia, en lo que se denominó República Serbia de Krajina. En 1995, con el apoyo de la OTAN en la «operación tormenta», 250 mil serbios huyeron tras ser víctimas de los bombardeos y la ocupación por los que Croacia afirmó recuperar su integridad territorial. «La población serbia de Krajina, víctima de un genocidio por parte croata en la Segunda Guerra Mundial, se negó a quedar atrapada bajo un gobierno croata tras proclamar su independencia de Yugoslavia. Su inquietud aumentó, hasta el punto de crear su propia república serbia dentro de Croacia, las leyes croatas fueron tan severas con las minorías, que años después, cuando quisieron formar parte de las Naciones Unidas tuvieron que modificar su constitución.»

Kosovo

Salimos de Bosnia y pasamos ahora a analizar la situación de este territorio, el último en los Balcanes donde hubo guerra abierta. Por aquel entonces Kosovo era una provincia perteneciente a Serbia pero el 90% de su población era musulmana y de origen albanés. Tras la desintegración de Yugoslavia los albanokosovares piden su autonomía. «Como no podían enfrentarse militarmente a Serbia, organizan un estado paralelo al serbio donde ofrecían sanidad y educación a la población albanokosovar y organizan unas elecciones.» En ellas Ibrahim Rugova es elegido presidente apoyado en una estrategia de no violencia que es en realidad muy perversa. Presenta a Kosovo como la parte débil buscando el apoyo internacional para atacar a Serbia. «Sucede entonces que la vecina Albania colapsa como Estado con la caída del sistema comunista, provocando una situación que va a precipitar los acontecimientos. Albania tenía en cada pueblo un arsenal de armamento en previsión de una posible invasión. Si se daba esta circunstancia la población civil, que había sido instruida en la guerra de guerrillas cumpliendo el servicio militar obligatorio, podría defenderse.» Todas estas armas son vendidas fácilmente a sus hermanos albanokosovares para defender su causa y surge entonces el ELK (Ejército de Liberación de Kosovo) con una marcada estrategia violenta. «Sólo entonces la comunidad internacional comienza a prestar atención a lo que está ocurriendo en la zona.» Estados Unidos, en principio receloso de aquella guerrilla musulmana, lo incluye en su relación de grupos terroristas. Sin embargo, terminarían pactando con ellos, apoyándolos con armamento para que lucharan contra Serbia y luego convirtiéndolos en la élite del Kosovo independiente. Como contrapartida, aquel se convirtió un país absolutamente leal a EEUU, potencia que instaló allí su mayor base militar fuera de sus fronteras y que privatizó y explota gran parte de sus recursos naturales, aparte de mirar hacia otro lado ante las prácticas mafiosas del gobierno de los antiguos líderes del ELK .

Con la ONU vetada a una posible intervención por la oposición de Rusia y China, la OTAN, que una vez acabada la Guerra Fría no sabe muy bien cuál es su razón de ser, entra en escena apoyando la causa de Kosovo, presentándose como un garante de los derechos humanos. El presidente de Serbia Slobodan Milosevic, sin duda un personaje siniestro, no pretendió en ningún momento realizar un genocidio en Kosovo sino mantener la región dentro de Serbia. «Sin embargo fue criminalizado sistemáticamente para dar una buena imagen al papel de la OTAN, que con la intervención conseguía meter cuña en aquella zona de tradicional influencia rusa y Estados Unidos lograba instalarse allí militarmente.»

Los bombardeos de la OTAN expulsan a los serbios de Kosovo y les ofrecen unas condiciones de rendición totalmente inaceptables para cualquier país, dado que suponían en la práctica, la pérdida total de su autonomía como nación. Definitivamente Serbia acaba perdiendo Kosovo y la comunidad internacional, que había tomado partido por los kosovares, oculta en los medios de comunicación las matanzas sufridas por los serbios a manos del ELK. «Así estos guerrilleros de monte son aupados al poder y logran constituir un régimen mafioso y criminal aprovechando su nueva situación para hacer negocios.»Valgan un par de ejemplos sobre esto último.

Tras la guerra el nuevo presidente kosovar Ramush Haradinaj es reclamado por el Tribunal Penal Internacional de la Haya para declarar por crímenes de guerra. Confiado, acepta acudir voluntariamente. «Cuando llega, todos los testigos en su contra han desaparecido y se vuelve a su casa por donde había venido. El actual presidente de Kosovo, Jakup Krasniqi, está acusado con pruebas consistentes de tráfico de órganos.»

Si uno visita Pristina, capital de Kosovo, podría esperarse encontrar un paisaje desolador por tratarse del último lugar de Europa donde se dio un enfrentamiento armado. Sin embargo nada más lejos de la realidad; la ciudad parece un lugar propicio para hacer negocios de todo tipo, inmobiliarios, turísticos, se adivina la especulación por todos lados. La llegada del neoliberalismo a estas tierras ha supuesto el desamparo para las personas con menos recursos, los salarios son muy bajos y los recursos sociales se han privatizado. «Kosovo es hoy un protectorado totalmente desregulado, paraíso de la corrupción, un lugar pequeño, con poco más de dos millones de habitantes donde la comunidad internacional ha invertido billones de dólares para su reconstrucción. Todo este dinero no ha servido para que el país salga de la pobreza y el subdesarrollo si exceptuamos la vida que se dan las élites mafiosas. Muchas de estas inversiones internacionales eran para empresas europeas que hacían proyectos en Kosovo, de modo que el dinero era para ellas, no se quedaba en el país.»

Pero además el profesor José Ángel destaca que el modelo neoliberal no responde a los patrones culturales de este pueblo, no se ha introducido con naturalidad, ni es producto de su evolución interna, ni de su forma de entender el Estado o la familia. «Mientras que el neoliberalismo es individualista la cultura tradicional kosovar es la de la familia y el clan, esto es nada más una muestra de los muchos cambios importantes que se están produciendo.»

Mostar

Mostar es una ciudad dividida por el río Neretva. El puente que lo cruza, Stari Most (puente viejo) es el que le da nombre. Este emblemático puente fue destruido durante el conflicto y reconstruido después. Sin embargo, la división sigue estando muy presente en esta pequeña ciudad. A un lado del río se alzan los minaretes de las mezquitas, al otro una gran cruz en la parte croata señala el punto desde donde se bombardeó el lado musulmán durante la guerra.

Mostar puede ser un ejemplo en miniatura de lo que ocurre hoy en el resto del país. «Durante mucho tiempo la ciudad tuvo dos alcaldes y a día de hoy sigue teniendo dos compañías eléctricas, dos de recogida de basura, dos empresas de agua, de telefonía, dos universidades… si tienes un apellido croata en la zona musulmana puede que tu recibo de la luz suba hasta dos o tres veces más del consumo real y lo mismo ocurre al revés.» Todo esto para una ciudad con menos de 200 mil habitantes. Musulmanes y católicos se dan totalmente la espalda. Los chiquillos van a la misma escuela pero a clases diferentes. «La comunidad internacional pensaba en reunificar Mostar para dar un ejemplo de concordia pero hay cosas que el dinero no puede comprar.»

Sin embargo hay pequeños grupos que se oponen a seguir viviendo en este enfrentamiento constante, como quienes trabajan en el Centro Internacional que la Universidad de Granada comparte con las dos universidades de Mostar, el IUCI Mostar. «Es el único lugar en la ciudad donde las dos universidades, musulmana y católica, conviven. El hecho de que una tercera universidad trabajara con ellas hizo que ambas lo vieran como algo aceptable. Se planteó como una colaboración universitaria entre iguales, no de ir a ayudarles, algo de lo que están hartos. Además, el centro está físicamente en medio de las otras dos lo que simbólicamente también ayuda.» Este trabajo conjunto requiere de mucho esfuerzo y es la universidad de Granada la que lleva la iniciativa ya que si no el interés de las otras dos partes disminuye. El centro no colabora económicamente sino académicamente, algo que ha hecho perder interés a las élites universitarias de ambos lados, así que son en su mayoría los estudiantes y los profesores más jóvenes quienes colaboran en el proyecto. «Con sus limitaciones, la Universidad de Granada ha conseguido logros que otras instituciones europeas con mucho dinero no han podido.»

Hay gente en Mostar y Sarajevo, gente joven para la que la guerra queda ya lejos. «No les gusta el país en el que viven, saben que sus políticos son corruptos y de ideología nacionalista, entienden su país como algo que se ha creado artificialmente desde el extranjero.» Hay un pesimismo generalizado, no hay trabajo, las cifras de suicidio son importantes debido a la desesperanza, son muchos los jóvenes que emigran para buscarse la vida.

La realidad es que Bosnia está formada por una población dividida entre sus tres etnias; musulmanes, croatas (católicos) y serbios (ortodoxos), cada una con su propia idea de país. «Hablamos de un país pequeño, no muy rico ni relevante internacionalmente pero con unas problemáticas muy complejas. Tras el boom de la ayuda humanitaria tras la guerra, todas las ONGs y organismos internacionales se han ido marchando de allí. Los bosnios forman parte de Europa, siempre han tenido su sitio ahí y deben formar parte de esa familia como todos los demás. Pero creo que no debe tratase de ayudarlos a ser como nosotros, sino de trabajar con ellos para que puedan recuperarse y superar ellos mismos sus propios problemas.»


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.