Manuel Antonio Noriega fue reclutado por la CIA cuando estudiaba en la academia militar El Chorrillo en Perú. Trabajó para ella desde que dirigía los servicios secretos panameños y durante su época como General de las Fuerzas de Defensa. Le aseguró a la CIA y al Pentágono el control del tráfico de drogas y de […]
Manuel Antonio Noriega fue reclutado por la CIA cuando estudiaba en la academia militar El Chorrillo en Perú. Trabajó para ella desde que dirigía los servicios secretos panameños y durante su época como General de las Fuerzas de Defensa. Le aseguró a la CIA y al Pentágono el control del tráfico de drogas y de armas por el istmo de Panamá. Participó activamente en la operación Irak-Contra en Nicaragua, dirigida por la CIA con el dinero del narcotráfico que le procuraba Noriega. Éste también participó en la invasión a Panamá en 1989. El General Marc Cisneros, Jefe del Comando Sur para esa fecha, había dicho que cuando le ordenaran capturar a Noriega y estaba tomando cerveza, iba, lo capturaba y al regresar, la cerveza permanecía fría. Con esto indica que el paradero del «oculto» Noriega se supo siempre. De manera que la invasión no fue para derrocarlo, sino para hacer de Panamá, el patio andaluz, de los Estados Unidos (EEUU), un país aún más dependiente de ellos.
Ahora, con el ascenso al poder de Ricardo Martinelli Berrocal, un acaudalado comerciante, vinculado con el narcotráfico y el lavado de dinero, se está retornando a la Narcodictadura que dejó Noriega. Martinelli Berrocal y algunos grupos de poder de los EEUU han llegado a un acuerdo evidente: a ellos se les permitirá el libre tráfico de la droga por nuestro país y el apoyo de su política internacional. Para lo primero han remilitarizado el país de acuerdo a las indicaciones del plan Mérida. El propio gobierno panameño confiesa que la incautación de la droga que pasa por el istmo es insignificante. Cada vez que hay una confiscación, el show mediático es extraordinario. Los cárteles de la droga siempre estiman que habrá una pérdida de la droga exportada de entre un 10 a 15%, y en algunos momento, hasta más. La resultante de este plan para Panamá es que la misma se ha convertido en una gran base militar a las órdenes del Pentágono. En cuanto a lo segundo, el Presidente Martinelli Berrocal ha nombrado en la cancillería a un judío, el licenciado Roberto Henríquez, en el momento que los palestinos reclaman su Estado ante la ONU. Este nombramiento es un claro mensaje de apoyo a los israelitas y a los EEUU. Ya el canciller Henríquez ha declarado públicamente que no está de acuerdo con la creación del Estado palestino. Esa decisión del canciller no ha sido sometida a un referéndum entre los panameños, que somos los que debemos tomar una postura ante este tema. Otro acuerdo al que no se le ha prestado la debida atención es la desdolarización. Se acuñaron 46 millones en monedas de un balboa, en la actualidad equiparables al dólar, pero sin valor en los merados internacionales. La idea es ir reemplazando el dólar por el balboa, una moneda sin ningún apoyo y al final, englobar a todo el país a la política norteamericana, sin otra alternativa.
En cuanto al Presidente panameño, los beneficios son múltiples: se mantendrá en su viejo negocio del narcotráfico y lavado de dinero, ante los ojos ciegos de la DEA. Se reforzarán los grupos militares y organismos secretos para reprimir las protestas populares. Las organizaciones de los derechos humanos internacionales, controlados por ellos, mirarán hacia la luna, ante las fragrantes violaciones de los mismos. Los niveles de corrupción del gobierno panameño, que no tiene parangón en nuestra historia, son respetados y respaldados por los EEUU, como ocurrió durante la época de la Dictadura Militar. El gobierno cada día persigue a los medios de comunicación, bien sea comprándolos o bien, incorporándolos, de manera no oficial, a su política de gobierno, como ha ocurrido con uno de los diarios de mayor prestigio que había en el país, el diario La Prensa, baluarte de la lucha contra la Dictadura Militar, hoy sometido a la Dictadura Civil.
Pero hay tres aspectos adicionales que debemos considerar. En primer lugar, la indignación ciudadana va en aumento. El porcentaje de aceptación del presidente ha caído drásticamente. Esto va hacia la desestabilización del país, como ocurrió durante los últimos años de la dictadura norieguista, en la que la represión llegó a máximos niveles. En segundo lugar, el presidente ha comprado, con fondos del Estado a muchos diputados, que han dado el salto hacia el partido gobernante. Esto lo hace tener el control las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, lo que indica que el Presidente mandará por leyes, al margen de la Constitución. Ha dicho que si alguna ley es inconstitucional, que se presenten las demandas en la Corte Suprema de Justicia, otro organismo controlado por él. Como tales recursos no suspenden los actos de la ley, esta seguirá su curso. Martinelli Berrocal está preparando su reelección, con el aval de los EEUU, o en caso de no lograrlo, suspender las elecciones de 2014. En tercer lugar, el Presidente Martinelli Berrocal sufre de un trastorno psiquiátrico severo, lo que lo lleva al alcoholismo, la drogadicción y la promiscuidad sexual. Ya ha tenido episodios de descompensación.
La situación que se les presenta a los panameños es sumamente grave. El país tiene un alto Crecimiento Económico, pero los índices de pobreza crecen exponencialmente. La inseguridad ciudadana se hace sentir en todos los hogares, como el temor a expresarse. Hemos vuelto a la narcodictadura, propia de los militares, con el aval de los EEUU.
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