Recomiendo:
0

El Salvador: Gobierno de transición nacional

Fuentes: Rebelión

El Presidente electo de El Salvador, por el partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) Mauricio Funes, apela por la conformación de un gobierno de «unidad nacional». Quizá nunca se sabrá con la debida certeza con cuántos votos de ventaja le ganó al candidato de la oligarquía, por los mismos hechos […]

El Presidente electo de El Salvador, por el partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) Mauricio Funes, apela por la conformación de un gobierno de «unidad nacional». Quizá nunca se sabrá con la debida certeza con cuántos votos de ventaja le ganó al candidato de la oligarquía, por los mismos hechos vertiginosos que dieron pie a que se manifestaran acontecimientos propios de un típico fraude electoral. El ahora vice-presidente electo Salvador Sánchez Cerén, frente a mi persona le argumentó días antes de la elección del 15 de marzo a un sacerdote que, ante un eventual fraude de la derecha, la única forma de superarlo es que el pueblo salga a votar masivamente por el FMLN. Y así fue, tenía razón mi comandante Sánchez Cerén. Hubo por supuesto tres factores para que la izquierda ganara la presidencia de la República. Primeramente los sucesivos cuatro gobiernos neoliberales del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) que estuvieron al servicio en su totalidad de la oligarquía; esto significó veinte años de más miseria para las mayorías populares, al final les funcionó a los neoliberales la «teoría del rebalse», solamente que con una gran modalidad: fue el pueblo salvadoreño quien rebalsó a consecuencia de esas políticas de privilegio y de entreguismo para con el imperio. Esta dependencia patológica con el imperio cimentó las bases para que la crisis nos esté golpeando con mayor repercusión a los salvadoreños, porque nuestra economía depende del dólar, y esta moneda está siendo víctima de las peores fluctuaciones monetarias a nivel mundial; y por otra parte, no contamos con una política monetaria propia a raíz de la dolarización de nuestra economía. Segundo, el FMLN eligió a una persona muy habilidosa, con cierto carisma ante la población, las masas se conformaban con solo «tocar» a Mauricio Funes; hubo una combinación de elementos muy determinantes, porque el FMLN depositó esa confianza en Funes; en una palabra, el pueblo ha creído en esta esperanza generada por el FMLN y Mauricio Funes, y tengo la certeza que no será defraudado. El tercer elemento fue estrictamente político, la derecha no quería entregar el poder, la dirigencia del FMLN los emplazó a llegar a las últimas consecuencias, afortunadamente se impuso el coraje de la dirigencia y de la aguerrida militancia del Frente. Un escritor anti-cubano y asalariado del imperio, de nombre Carlos Montaner, en un su artículo acertó muy bien cuando dijo que de ganar el FMLN, sería la primera vez en América Latina que un Partido Comunista llega al poder por la vía electoral. Y creo que a lo mejor tenga razón. Pero lo cierto es que si el pueblo no se hubiese involucrado difícilmente la izquierda iba ganar esta elección. Ahora que la verdadera izquierda ha llegado al poder, tal cual está planteado el escenario político tendrá que implementar necesariamente un gobierno de «unidad nacional» -valga la acepción coyuntural del término-, como ya lo ha afirmado el presidente electo Mauricio Funes; entendido este tipo de gobierno donde todos los sectores políticos, económicos y sociales se verán involucrados en el quehacer gubernamental para hacerle frente a la crisis. Lo cual implicará también continuarle dando limitadas pero al fin prerrogativas a la oligarquía en un periodo muy corto, en tanto que es quien detenta por ahora el poder real económico, no así el gobierno del Estado; lo que el FMLN ganó fue el gobierno, el aparataje del Estado, no así el poder económico; por cuanto, no puede prescindir de ello en este momento clave de la transición. Sin embargo, la lucha de clases entra en una nueva fase, la oligarquía ya no cuenta con su instrumento llamado gobierno para mantenerse en el poder económico, tendrá que ingeniárselas para retener la posición privilegiada a la cual no piensa renunciar, y que desde la independencia de 1821 lo utilizó para mantenerse en el poder.

Las mejoras que deberán obtener a corto plazo las grandes mayorías en este gobierno deben ser en las áreas fundamentales de salud, educación y en oportunidades reales de empleo. Esto sentará las bases para que en el siguiente quinquenio ya no hablemos de «unidad nacional» -en su acepción aquí planteada- por cuanto la oligarquía no tendrá el dominio del factor económico que es indispensable para llevarle mejoras completas a las mayorías, sino que estaremos ante un gobierno popular; será el pueblo quien no solamente elija, sino que también decida mediante los mecanismos democráticos de participación directa como los bien experimentados en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

El 15 de marzo venció el proyecto histórico-político del FMLN, el cual, su razón de ser es gobernar para las grandes mayorías; es decir, llevarle plenas mejoras a los campesinos y a la clase trabajadora; quienes serán parte indispensable en la producción y su consecuente generación de la riqueza nacional. Esta riqueza no estará ya concentrada en pocas manos, deberá en consecuencia desaparecer la oligarquía, porque el gobierno y el poder lo ejercerá el pueblo en y para sí. Será pues el FMLN la alternativa para el pueblo; no una simple y efímera alternancia en el poder, el cual no significa otra cosa que un eufemismo de la democracia liberal burguesa en decadencia. Este proceso debe pasar por la conexión e interrelación del FMLN con las masas, no descuidando bajo ninguna circunstancia el aspecto educativo que es en esencia la verdadera libertad del hombre. El Frente no debe renunciar a los postulados del marxismo, en tanto que hoy están teniendo mayor vigencia ante el derrumbe del capitalismo como sistema de dominación. Ahora sí entiendo cuando el comandante Hugo Chávez grita a todo pulmón «socialismo o muerte»; porque si no hay una aproximación hacia el socialismo del siglo XXI, la humanidad pende de un hilo; el socialismo es la alternativa como medio de supervivencia. La era poscapitalista se acerca. Un movimiento más hacia el centro político nos puede conducir al derrumbe de esa esperanza que mantiene viva a la sociedad salvadoreña.

[email protected]