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El SPD muestra su temor a la unión de la izquierda alemana

Fuentes: Gara

«El SPD corre peligro de perder parte de las bajas clases sociales, sin patria política, al partido competidor», manifestó el socialdemócrata Ottmar Schreiner el domingo nada más que concluyeran los congresos de los partidos de izquierdas, el oriental Linkspartei y el occidental WASG. Ambas formaciones se hallan en pleno proceso de fusión. Ahora, sus bases […]

«El SPD corre peligro de perder parte de las bajas clases sociales, sin patria política, al partido competidor», manifestó el socialdemócrata Ottmar Schreiner el domingo nada más que concluyeran los congresos de los partidos de izquierdas, el oriental Linkspartei y el occidental WASG. Ambas formaciones se hallan en pleno proceso de fusión. Ahora, sus bases tendrán que dar el visto bueno a lo acordado en Dortmund y así dar paso a la nueva formación.

Durante la última legislatura del canciller Gerhard Schröder (2002-2005), Schreiner criticó fuertemente la política neoliberal del entonces presidente del SPD pero nunca llegó a dejar el partido, tal y como hizo Oskar Lafontaine, que ahora lidera el WASG, una formación creada por ex miembros del SPD y sindicalistas, desilusionados simpatizantes del socialista PDS y grupos izquierdistas.

El WASG se fundó en 2005 y, en otoño de ese año, formó una lista con el PDS para las anticipadas elecciones generales. Entonces, obtuvo casi el 9% de los votos y los sondeos auguran incluso hasta el 11%. Estas perspectivas han acelerado el proceso de unificación de los dos partidos, que por sí solos, no podrían competir a nivel nacional.

Para asentar las bases de la proyectada fusión, las dos organizaciones reunieron a sus delegados en sendos congresos en Dortmund. El 96,9% del Linkspartei votó en favor de la unión, y en el WASG fue el 87,7%.

En este último, se hizo notar la influencia trotskista que domina aún el comité regional Berlín. Justamente, en la capital alemana se concentran los puntos de discordia que originan las críticas de los occidentales del WASG a los orientales del Linkspartei: Participación en los gobiernos y protección de los sistemas sociales. En Berlín, el Linkspartei es el socio minoritario del SPD. El bipartito está protagonizando una política neoliberal en toda regla, cortando prestaciones sociales y privatizando empresas públicas. A este punto de discordia se añadieron las intervenciones militares bajo el mandato de la ONU.

Tras largos y duros debates, los delegados llegaron a varios acuerdos. El WASG retiró su veto principal a las participaciones en los ejecutivos, entrelazándolas con una condición: «El sistema público social no puede ser privatizado».

El Linkspartei rechazó rotundamente dos puntos: Parar la reducción del personal en el sector público del Estado, de los Länder (estados federales) y de los municipios, y que ha de dar por terminado el bipartito en el caso de que un socio infrinja el pacto de coalición.

El rotundo no de los socialistas orientales levantó ampollas en el WASG, sobre todo, porque la presidenta del comité regional de Berlín, Lucy Redler, llamó a los delegados a que se opongan a la decisión. El cofundador del WASG, el sindicalista Klaus Ernst, logró calmar los ánimos. El otro acuerdo se basa en el rechazo de las operaciones militares bajo el mando de la ONU «en las actuales condiciones».

Ambos puntos favorecen a las corrientes socialdemócratas que son dominantes en ambos partidos. El nuevo programa les permite seguir gobernando en Berlín con el SPD y deja abierta la posibilidad de entrar en un ejecutivo nacional.

En adelante, las bases del WASG y del Linkspartei tienen que dar su visto bueno a lo acordado en Dortmund, porque ambos partidos tienen que disolverse. Para el 16 de junio está prevista en Berlín la fundación del nuevo partido, que se llamará Die Linke (La Izquierda).

Después de los discursos de los designados presidentes del futuro partido, Oskar Lafontaine, por el WASG, y Lothar Bisky, por el Linkspartei, está claro que la formación querrá hacerse con los votos de aquellos simpatizantes socialdemócratas que han dejado de votar al SPD.

Ante este peligro, el socialdemócrata Ottmar Schreiner insta a su partido a mejorar su relación con los sindicatos, que está por los suelos, y a introducir un salario mínimo más el aumento de la ayuda a los desempleados. Si el SPD le hace caso, entrará en conflicto con sus socios de gobierno, el CDU y CSU.