El candidato ultraliberal de la gubernamental UMP, Nicolás Sarkozy, ha obtenido el 31,11% de los votos en la primera vuelta de las elecciones francesas, frente al 25,84% de la socialista Ségolène Royal, por lo que ambos se disputarán la jefatura del Estado en la segunda vuelta, que se celebrará el próximo 6 de mayo. El […]
El candidato ultraliberal de la gubernamental UMP, Nicolás Sarkozy, ha obtenido el 31,11% de los votos en la primera vuelta de las elecciones francesas, frente al 25,84% de la socialista Ségolène Royal, por lo que ambos se disputarán la jefatura del Estado en la segunda vuelta, que se celebrará el próximo 6 de mayo. El candidato de centro-derecha de la Unión por la Democracia Francesa (UDF), François Bayrou, con el 18,55% de los votos, (más del doble de su resultado de 2002) es, sorprendentemente – dado el historial derechista del personaje -, la personalidad política que más se beneficia del hastío de la población frente a la cerrazón de un sistema electoral mayoritario que no permite más que la alternancia mecánica bipartidista en el poder. Sin tener el menor programa claro y borrando sus señas de identidad demócrata-cristianas, el esclorosado sistema de la Quinta República otorga a Bayrou una clara victoria basada en la amnesia del electorado y el mito de la supuesta ruptura, que el líder de extremo-centro ha conseguido crear en torno a su candidatura, atrayendo incluso al voto más moderado del Partido Socialista.
Uno de los grandes perdedores del escrutinio es seguramente el líder de la formación de extrema derecha Frente Nacional (FN), Jean-Marie Le Pen que sólo cosecha el 10,51% de los votos, un resultado casi nueve puntos por debajo del obtenido en 2002 (más de un millón de votos perdidos) debido principalmente a la descarada integración de los temas frentistas en la campaña y el programa de gobierno defendido por N. Sarkozy, que logra aquí captar una parte importante del voto de extrema derecha, defendiendo la visión de un estado autoritario, dispuesto a luchar sin miramientos contra los temores irracionales albergados por el electorado francés más rancio, en torno a la inmigración o a la delincuencia.
El otro sector político que sale muy malparado de este escrutinio es sin lugar dudas el de la izquierda antiliberal, sancionada por su desunión y que no consigue traducir en las urnas- de modo patético – el fuerte impulso de la victoria del No en el referéndum de la Constitución Europea (2005) y el muy alto nivel de combatividad social demostrado por la sociedad francesa a lo largo de este último quinquenato chiraquiano, marcado anualmente por enormes movilizaciones en contra de las medidas ultraliberales promovidas desde el gobierno de la UMP. No cabe duda que esta desunión ha influido más que notablemente en los electores de izquierda, a la hora de orientar su decisión hacia un voto útil – otro de los grandes protagonistas de este escrutinio- destinado a garantizar la presencia de un candidato de «izquierda» en la segunda ronda presidencial.
Lo que acentúa el carácter profundamente doloroso del altísimo resultado de Sarkozy es el nivel de participación, que con el 84,61%, ha rozado el récord del 84,75% registrado en 1965, en la primera elección de un presidente francés por sufragio universal directo en Francia. El candidato conservador por tanto, en el caso muy probable de su victoria el 6 de mayo, dispondría de una legitimidad «democrática» arrasadora, muy distinta a la debilidad intrínseca con la que Chirac gobernó a lo largo de esta última legislatura.
Si tal fuera el caso, la victoria holgada del candidato conservador el 6 de mayo, le brindaría una situación cómoda y una oportunidad única para llevar a cabo, con el autoritarismo y la escasa propensión al diálogo que le carateriza, una política de ruptura ultraliberal destinada a acabar definitivamente con lo poco que queda del maltrecho modelo social francés y con la especial combatividad de la sociedad francesa frente al liberalismo. En este aspecto, la postura dominante de la que goza Sarkozy en los medios de comunicación, le ayudaría de modo muy significativo a realizar su proyecto y acabaría consolidando la concentración de poderes económicos, políticos y mediático en la misma y única persona, haciendo peligrar los fundamentos básicos de la democracia.
Todavía quedan 15 días antes de la segunda ronda pero los diversos sondeos efectuados al término de la primera ronda electoral no son muy «esperanzadores» (si cabe ver alguna esperanza en la victoria de S.Royal): Sarkozy ganaría a Royal en el duelo final por la Presidencia de Francia el próximo 6 de mayo. El candidato conservador obtendría un 52% para BVA, un 53,5% para CSA, y un 54% para Ifop e Ipsos-Dell. Ambos candidatos protagonizarán un debate televisado el próximo 2 de mayo para confrontar sus programas electorales del que se puede temer lo peor, dadas las pocas dotes comunicativas, el escaso carisma de la candidata socialista y la poca claridad del programa socialista perdido en la esquizofrenia identitaria que le impide elegir claramente entre neoliberalismo y proyecto de izquierdas.
Pese a las pocas expectativas de victoria de Ségolène, la campaña ha tomado desde anoche un nuevo cariz entre los seguidores de la izquierda con el llamamiento sucesivo de los distintos candidatos de la izquierda anti-liberal a votar masivamente en contra de N.Sarkozy en la segunda ronda electoral, y ello pese a todas las reservas que siguen manteniendo acerca de la candidata del neo-liberal Partido Socialista Francés (el más emotivo fue seguramente el de la líder de Lucha Obrera, Arlette Laguillier, veterana de este tipo de contiendas electorales que por primera vez llamó a sus seguidores en nombre de la defensa de la democracia a votar sin vacilaciones a la candidata socialista). La segunda ronda desde ayer por la noche se transformó en referéndum anti-sarkozy donde, pese a lo que digan los analistas, más allá del debate que ellos supuestamente ven – en esta segunda ronda claramente bi-polarizada entre derecha e izquierda -entre dos tipos de modelos económicos y sociales (pero uno se pregunta ¿¿¿qué tiene de izquierdas el programa de la candidata socialista???), lo que se le presenta al elector de izquierda es una alternativa poco entusiasmadora : elegir simplemente entre defender un modelo supuestamente democrático o dejar por la abstención que se instaure un modelo de estado autoritario sin más alternativa ideológica o programática. No hay otra.
Una vez más, el sistema de la quinta República demuestra su incapacidad para provocar el debate de fondo entre la diversidad de corrientes y sensibilidades políticas que recorren la sociedad francesa, en especial a la izquierda, obligando a la mayoría del pueblo de izquierda a pasar por el aro, yendo a votar no ya sólo con una pinza en la nariz como en esta primera vuelta, sino con dos el 6 de mayo. Una vez más, se presenta como la herramienta idónea de control social y político que impide la renovación del personal político y de las orientaciones ideológicas del país.
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