«Ecuador es clave, porque al igual que Bolivia y Chile, es uno de los países donde más ha estado presente la lucha y la movilización popular y lo que ocurrirá en las urnas probablemente esté muy conectado a esta movilización popular».
***
M.H.: ¿Cómo enfrentamos el coronavirus en América Latina?
C.K.: El escenario es bien dramático porque nuestra región es uno de los epicentros internacionales de la infección, con dos países al tope de fallecidos por millón de habitantes y estamos ahora con una segunda ola y con una situación completamente desbordada y dramática en Brasil.
El crimen de Bolsonaro ya traspasó todos los límites, recorría las playas con arengas contra el distanciamiento social mientras había muertos. Obstruyó todos los rescates, la enfermedad se descontroló por completo y ahora, según dijo muy bien Chico Buarque, Brasil se ha convertido en una cámara de gas a cielo abierto, por la monstruosa acción genocida de Bolsonaro.
Tiene 317.646 muertes, Manaos está devorada por la pandemia, llegan tubos de oxígeno de Venezuela, San Pablo acaba de imponer el toque de queda nocturno y los gobernadores están desorientados tratando de hacer algo frente al sabotaje de Bolsonaro, que aumentó más el presupuesto de las Fuerzas Armadas que el de Salud. Va por el cuarto ministro de salud.
Pero el problema general de la región es que las vacunas no están llegando y se extiende la segunda ola. Hay diez países que han acaparado las ¾ partes de la vacuna y América Latina solo recibió el 5% de todas las distribuidas en el mundo.
Una región como la nuestra, que fue un terreno fértil para la actuación de los contagios, por la carencia de agua corriente y los hacinamientos, ahora está descontrolada, en situaciones distintas, el escenario es más grave en los países en los que desmantelaron la salud pública como Perú, en los países que subestimaron el alcance de la enfermedad o que actuaron con improvisación y se ha desbordado también en países que han tenido políticas de protección para evitar la saturación de los hospitales y las muertes en las calles, pero también ahí escaló la pandemia y ahora estamos en una situación verdaderamente crítica.
Veremos si se logra con las vacunas de último momento contener la expansión de la enfermedad, pero América Latina es una típica nación subdesarrollada, dependiente, golpeada por la pandemia.
M.H.: La asunción de Biden en EE UU ¿cambia algo respecto de nuestro continente?
C.K.: En primer lugar lo que impacta es que la ultra derecha se quedó sin el referente de Trump. Con Trump se fue todo ese grupo de personajes cavernícolas, como Pompeo, Abrams, que manejaban todas las conspiraciones en América Latina. Bolsonaro se quedó sin referente, Duque está tejiendo nuevos soportes, el Grupo de Lima se quedó a la deriva y ya no es tan fácil repetir el desprecio imperial con provocaciones a los inmigrantes como hacía Trump.
Además, ese asalto final de Trump al Capitolio afecta a los derechistas de América Latina porque pulverizó los argumentos que utilizaba Washington para intervenir en la región. Obstruye la impugnación de comicios, los cuestionamientos a las elecciones de Venezuela contrastan con el silencio que tuvo la OEA en el momento de la ocupación fascista del Congreso estadounidense.
Biden, yo creo que intenta remontar la situación que le dejó Trump con una política de dominación con buenos modales. No olvidemos quién es Biden, que apoyó a Thatcher en la Guerra de las Malvinas, sostuvo el Plan Colombia, apañó todas las operaciones de la DEA en América Latina, incluso en la campaña electoral se estuvo congraciando con todos los fascistas de Miami mediante un discurso bien derechista.
Ahora lo primero que hizo fue dar un visto bueno a la presidencia fantasmal de Guaidó. No anunció cuándo va a derogar la tipificación de Cuba como Estado terrorista, y está tratando de encontrar algún punto de restablecimiento de todo el marco de acuerdos con la derecha latinoamericana.
Acá hay cúpulas conservadoras en la región que han aprovechado la pandemia para militarizar sus gestiones y Biden da un visto bueno a eso. En Colombia, Perú, Chile, Ecuador se instalaron regímenes de excepción con un creciente protagonismo de las FF AA y hemos tenido una represión a la cual la OEA y Biden convalidan, cosas terribles como el asesinato del malabarista chileno, o la masacre de niñas en Paraguay. Y Biden por ahora da su aval, su sostén a estos regímenes autoritarios que quieren instaurar verdaderas dictaduras civiles y actúan coordinadamente en la región en esta política de low fare que básicamente es proscribir opositores mediante golpes parlamentarios, judiciales y mediáticos utilizando también el fraude como instrumento complementario. Para eso tiene a las FF AA que dieron un golpe en Bolivia y que también, ahora se sabe, estuvieron a punto de dar un golpe en Brasil si ganaba Lula.
Pero yo creo que hay dos hechos de la última semana que implican un duro revés a toda la política de low fare, el primero es este impresionante giro en la política brasileña que introduce la anulación de las causas contra Lula, es un hecho realmente relevante, es una victoria enorme, tiene un gran impacto latinoamericano, ya hay muchos comentarios de la prensa del establishment anticipando que la reaparición de Lula puede ser el regreso del progresismo a escala regional y es un golpe al Lavajato, a todas las causas del juez Moro, incluso el propio juez Moro puede quedar muy comprometido si continúa el curso actual de desenmascaramiento del Lavajato porque se ha demostrado que toda la operación que montó era completamente inventada. Ahora se sabe que ese departamento de Lula era montado y que lo que hizo Moro es el típico operativo judicial que le hicieron a Cristina, a Correa, inventan pruebas, parten de un arrepentido, nunca prueban los hechos que dicen que van a probar y, mientras tanto, le dan rienda suelta al derechista que motivan para que llegue a la presidencia.
Fue lo que hicieron con Lenin Moreno en Ecuador, con Macri en Argentina, con Bolsonaro. Pero ahora me parece que Lula vuelve porque Bolsonaro está naufragando. Es cierto que mantiene su base social, esa base social derechista que sostiene sus discursos primitivos y sus campañas delirantes contra el “comunismo”. Es cierto que se mantiene ese sostén de los evangélicos que afianzaron su sostén a Bolsonaro apadrinando ministros, legisladores, imponiendo una gran influencia en la población brasileña porque sustituyen al Estado en el amparo de los desprotegidos.
Pero Bolsonaro está shockeado, la clase dominante está buscando un sustituto derechista y el hecho de reconocer la total inocencia de Lula y ponerlo en la carrera para las presidenciales del año que viene es un golpe fenomenal contra la derecha.
El otro hecho, que en mi opinión es un golpe muy grande contra la restauración conservadora, es lo que acaba de ocurrir en Bolivia con la detención de la golpista Añez. Está detenida ella, cinco de sus ministros, acaban de encarcelar al General que instrumentó el golpe de Estado, a quién lo puso en marcha y, por lo tanto, es un giro anti low fare. Esta es la gravitación que tiene, porque es la primera vez que empezamos a ver que se da vuelta la tortilla, que ahora en vez de montar una farsa judicial para encarcelar líderes progresistas, se destapa la verdad de un golpe de Estado y empieza la penalización de sus autores.
Lo de Bolivia es relevante, porque es un principio de un “Nunca más”, es el comienzo de un juicio a los artífices de un golpe de Estado pero, sobre todo, en un momento distinto, que se empieza a desarmar toda esa estructura de causas judiciales, acciones mediáticas, poder militar contra los proyectos progresistas. Me parece que es un hecho de gran relevancia, que junto con la liberación de Lula pueden afianzar el cambio que estamos viendo en toda la región.
M.H.: Te sumo: 11 de abril elecciones en Chile, segunda vuelta en Ecuador y elecciones en Perú.
C.K.: Ecuador es clave, porque al igual que Bolivia y Chile, es uno de los países donde más ha estado presente la lucha y la movilización popular y lo que ocurrirá en las urnas probablemente esté muy conectado a esta movilización popular.
En Bolivia hubo una irrupción del pueblo y eso garantizó las elecciones, impidió un golpe de Estado y desplomó a una dictadura. En Chile la movilización de los jóvenes impuso una victoria enorme en el comienzo de un proceso constituyente y en Perú hemos visto una sublevación con cierto tinte 2001 de la Argentina de jóvenes movilizados a través de redes sociales, contra fujimoristas, liberales y apristas que se disputan la torta de los desfalcos.
Pero Ecuador es clave porque ahí hemos visto el protagonismo del movimiento indigenista. Este movimiento que tuvo un papel descollante en el levantamiento del año pasado contra Lenin Moreno, es el movimiento que tumbó tres presidentes en Ecuador. Es una fuerza social y política de una capacidad de lucha extraordinaria y ahora vamos a ver qué ocurre en las elecciones.
Estas elecciones son un hecho importante, un balotaje típico entre el progresismo contra la derecha, pero antes de eso tuvimos una sorpresa que fue la elección que hizo el propio movimiento indigenista con su candidato de Pachacuti y ahora veremos lo que sucede, porque está en debate qué va a hacer el movimiento indigenista frente a la elección que se viene.
Al principio parecía que, luego de hacer una denuncia de fraude que no prosperó, podían llegar a un acuerdo y terminar votando a la derecha. Me parece que esa corriente, ese planteo de la vertiente más etnicista conectada a las ONG del indigenismo perdió fuerza y se impuso más la corriente que rechaza cualquier acuerdo inadmisible con Lasso. Pero no llegaron a lo que me parece que hubiera sido la decisión correcta que es el apoyo al candidato progresista.
Acá tenemos una situación entre el progresismo y la derecha, es lo mismo que vimos en Argentina, en Brasil cuando fue el dilema Bolsonaro versus Hadad, acá se plantea una decisión de cómo frenar la restauración conservadora en las urnas para limitar los atropellos económicos, contener la violencia contra los oprimidos y generar un escenario más favorable para el avance de la izquierda creando relaciones de fuerza positivas. Esto se logra derrotando a la derecha en las elecciones.
Por lo tanto espero, apuesto, a una derrota de Lasso. Y creo que eso debe servirnos de lección a todos los militantes e intelectuales de izquierda en América Latina, que en la disyuntiva entre progresismo y derecha, no tiene que haber vacilaciones, la elección es un terreno más de resistencia popular y hay que votar contra la derecha. Especialmente en un momento en el que Ecuador ha sido clave por este papel central en las luchas.
Te cito dos casos de países claves a los que tenemos que prestarles atención en estas semanas. Un caso es Haití, ahí hay una lucha que empezó en 2018, son movilizaciones multitudinarias con un quinto de la población en las calles protestando contra un presidente que ha impuesto un régimen de facto, desconoce al Poder Judicial, al Parlamento, se sostiene en los militares extranjeros de EE UU, Francia y Canadá que tienen tropas en el país, se apoyan en el bandidaje criminal y la crisis de Haití no es ni eterna ni irresoluble, es un país devastado por una casta gobernante y hay una resistencia popular muy importante en ese lugar que puede generar sorpresas positivas para el movimiento popular.
Y la otra es lo que ocurre en Paraguay. Estamos observando allí movilizaciones multitudinarias, de denuncia de este manejo criminal de la pandemia, hay un colapso sanitario en un escenario de corrupción enorme, no hay vacunas, se comercializan los remedios, se venden algunas vacunas y esto crea un contexto muy peculiar, muy significativo que nos hace pensar que puede haber un avance popular muy importante en el próximo período.