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Entrevista a Mónica Baltodano, la que fuera comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional

«Es necesario que la educación construya personas capaces de ser actores de la propia transformación»

Fuentes: Diagonal

Mónica Baltodano fue comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Participó en la lucha revolucionaria contra la dictadura somocista desde la ofensiva de 1974. Posteriormente, triunfante la revolución, asumió cargos de responsabilidad en el área educativa del gobierno del FSLN. Tras romper con la jefatura de Daniel Ortega en el año 2000, ahora está en […]

Mónica Baltodano fue comandante del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Participó en la lucha revolucionaria contra la dictadura somocista desde la ofensiva de 1974. Posteriormente, triunfante la revolución, asumió cargos de responsabilidad en el área educativa del gobierno del FSLN. Tras romper con la jefatura de Daniel Ortega en el año 2000, ahora está en Asturies para participar en las jornadas de sensibilización Sur-Norte de Soldepaz-Pachakuti.

Nos encontramos con Baltodano en un hotel de Xixón. Su hablar es pausado y conciso. Se notan los años de pedagogía revolucionaria, algo de lo que no reniega. La primera pregunta es obligada:

¿Qué queda hoy en Nicaragua del triunfo sandinista del año 79?

«Con la revolución se terminó con una dictadura que tenía 40 años de historia. Lamentablemente coincidió en el tiempo con la llegada al poder de las fuerzas políticas más conservadoras de la historia de los Estados Unidos, lideradas por Ronald Reagan y sus neoconservadores, sufrimos nuevamente la intervención, esta vez indirecta, de nuestro vecino del norte. Pero la revolución dio sus frutos: se intentaron una serie de transformaciones en la educación, la reforma agraria, se hizo una nueva Constitución, se construyó un nuevo Ejército, se creó por primera vez una Policía separada del Ejército, se desarrollaron la educación y la sanidad. Ahora se han revertido muchas de esas transformaciones. Del año 90 [cuando el Frente Sandinista fue derrotado electoralmente por una coalición conservadora, UNO, liderada por Violeta Chamorro] al 2006 se implantaron todas las políticas de libre mercado, neoliberalismo, se privatizaron los sectores estratégicos, se reconcentró la riqueza… Con la vuelta al poder de los sandinistas en 2007 se creó la falsa expectativa de que se daría continuidad a la revolución, pero eso fue un engaño. Las políticas económicas son las mismas [que con Chamorro]. Hoy en día se fortalece el capitalismo, se gobierna en franca armonía con el FMI y el Banco Mundial, porque una parte de esa fuerza protagonista de la revolución se reconvirtieron a neocapitalistas. ¿Qué queda? Pues queda un pueblo ahí, con una cierta consciencia de que puede cambiar las cosas. En el sustrato de su consciencia está aquello que nos enseñó Sandino».

La historia suena demasiado parecida a la evolución del socialismo en el Estado español como para no preguntarle por el símil, pero lo rechaza:

«Cada país tiene sus propias realidades y particularidades, y la situación de nuestra lucha insurreccional no tuvo mucho que ver con el triunfo del PSOE en los años 80» dice. «Sin embargo, cuestiones comunes como la pobreza, la falta de empleo, de vivienda, la exclusión, son resultado de un régimen de apropiación privada de los medios de producción. El capitalismo tiene capacidad para reacomodarse, aunque esté dando señales de inviabilidad, por eso muchas fuerzas que llegan al poder con planteamientos de cambio, acaban siendo subsumidas por el régimen, y aunque digan que están haciendo otra cosa, al final están desarrollando administrando políticas de economía mercantil, y la economía mercantil siempre dará como resultado que unos se apropian de la riqueza y otros la producen y se quedan sin nada. Ese es el problema común de nuestras realidades: ustedes están siendo víctimas del capitalismo en su fase más brutal, la de la acumulación financiera; la crisis que están viviendo es el resultado de que ya ni siquiera hay producción material, sino que es una producción de papel, de capital ficticio, generado en la esfera de las finanzas. Al final ustedes y nosotros somos víctimas de un mismo régimen, mercantil, liberal, para el que no hay solución intermedia, sólo una radical, y a eso es a lo que nos deberíamos abocar, a cómo construir el nuevo proyecto histórico de las mayorías.»

Mónica Baltodano era una de esos miles de jóvenes nicaragüenses (muchos de ellos adolescentes) que durante los años 70 participaron en socavar una dictadura familiar respaldado por los Estados Unidos. Con 20 años participó en la ofensiva guerrillera en las áreas urbanas del norte, fue detenida y torturada. Un movimiento insurreccional que lideró el FSLN «pero el pueblo nicaragüense fue el que consiguió el triunfo. No fue una victoria militarista: las huelgas de muchísimos sectores, las luchas estudiantiles, de los obreros, fueron preparando el camino para las insurrecciones que se dieron y en las que participó el Frente». Posteriormente desempeñó puestos de responsabilidad en el gobierno revolucionario, Viceministra de la Presidencia y ministra de Asuntos Regionales. Uno de sus principales campos de trabajo fue la educación, y por ello participa en las jornadas organizadas por Pachakuti: «No hay posibilidad de superar la pobreza y la exclusión sin acceso de la gente al conocimiento. Es necesario que la educación construya sujeto, personas conscientes capaces de ser actores de la propia transformación, no simples objetos de la educación. Sin embargo, ahora se cierran las carreras de Humanidades, todo va encaminado a producir el material humano para desarrollar la economía de mercado. Ya no cuestión de que la gente pueda ir o no a la escuela y la universidad, sino de que vayan a la universidad para constituirse en sujetos de su propia educación».

Educación que, en el caso nicaragüense, tuvo principalmente a las mujeres como agentes protagonistas de sus campañas de alfabetización y de generalización de los estudios. Fueron las mujeres también las que constituyeron un movimiento autónomo que plantó cara a los desmanes de la jefatura orteguista y que siempre se mostró insumiso a los intentos por acallarlo.

«Uno de los logros de la revolución sandinista fue dar herramientas a las mujeres nicaragüenses de todos los estratos sociales para sentirse actores de las transformaciones que se estaban dando en el conjunto de la sociedad. De eso queda bastante, organizaciones que siguen luchando por la equidad, por la inclusión social, y tal vez por eso son las mujeres uno de los sectores que más se han resistido a la decadencia del actual Frente Sandinista. Por ejemplo, en el año 2006 esta fuerza, que se dice revolucionaria, dio sus votos en el Parlamento para criminalizar el aborto terapéutico, una conquista que tenía su origen hace más de 100 años, en el siglo XIX».

Preguntada por el nuevo y arrollador triunfo del Frente Sandinista en las pasadas elecciones municipales, relativiza la importancia a la victoria.

«Desde el año 2000, cuando yo rompí con la jefatura del Frente, se hizo una reforma constitucional entre Daniel Ortega y Arnoldo Alemán, para repartirse el control absoluto de los mecanismos institucionales. Tienen un control absoluto sobre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. También controlan el aparato electoral. Ahora misma no son unas elecciones transparentes. En las elecciones de 2008 y 2011 hubo fraude. Yo soy parte del 60% que no fue a votar. Mientras no replanteemos las reglas del juego, no tiene sentido seguir participando del juego electoral. La izquierda vuelve a estar proscrita como en la dictadura somocista. Para que la izquierda pueda ir a las elecciones, tiene que ir en coalición con alguna fuerza de la derecha. Rescate del Sandinismo nos negamos a coaligarnos a ninguna fuerza conservadora para poder participar en las elecciones y legitimar un juego en el que realmente no hay democracia».

Le pedimos, para terminar, que escoja una imagen o momento de sus años de lucha.

«Lo más hermoso del triunfo de la revolución fue cómo la gente asumió que para acabar con la dictadura tenía que actuar, ser protagonista. Fue un pueblo actuando, impulsando por una vanguardia, pero fue un pueblo que se sintió actor de su propia determinación».

Precisamente para dar otra versión de aquellos días y contrarrestar la versión oficialista del proceso revolucionario, que personaliza en la figura de Daniel Ortega gran parte de los méritos del triunfo, Baltodano está escribiendo una magna obra, de la que hasta el momento ha publicado tres volúmenes, pormenorizando las fases de la derrota somocista y el gobierno del FSLN, titulada Memorias de la lucha sandinista.

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