En 1837 el escritor danés Hans Christian Anderson escribió un cuento titulado «El rey desnudo», una fábula orientada a mostrarnos cómo no hay que creer en las apariencias, sino más bien ver la realidad tal cual es. Pues bien, en el Perú de hoy, el ex Presidente Alan García -que se preciaba de cantar la […]
En 1837 el escritor danés Hans Christian Anderson escribió un cuento titulado «El rey desnudo», una fábula orientada a mostrarnos cómo no hay que creer en las apariencias, sino más bien ver la realidad tal cual es.
Pues bien, en el Perú de hoy, el ex Presidente Alan García -que se preciaba de cantar la conocida ranchera de Vicente Fernández «Sigo siendo el rey»- fue desnudado, y acabó acusado por el Congreso de la República la noche del jueves último, en una votación sorprendente.
La decisión fue el resultado de un debate tenso y difícil, cargado de provocaciones y de agravios lanzados por los cuatro parlamentarios apristas, que recurrieron a tales artilugios, incapaces de articular una defensa coherente del ex mandatario.
Curiosamente, la bancada Fujimorista, que participó en el debate con opiniones contradictorias, finalmente se abstuvo en la votación, probablemente con la idea de impedir que el número de votos a favor de la acusación fuera suficiente.
Eso no ocurrió, y García tendrá que dar con sus trastes ante el seno de la Comisiones Constitucionales que dictaminará lo pertinente para su encausamiento judicial.
La abstención de la bancada naranja no tendría por qué sorprender. Sus integrantes optaron por la salida que convenía más al reo Alberto Fujimori, que necesita del apoyo político del APRA para ser indultado.
No podía votar entonces por la acusación contra García, pero no se atrevía tampoco a defenderlo: hubiese puesto en evidencia un contubernio que el país repudia, lo que habría afectado severamente las expectativas electorales de Keiko Fujimori.
¿Cómo beneficiar al reo sin afectar los intereses electorales de su heredera? Pues claro, la única alternativa era abstenerse. Y así lo hizo el grupo parlamentario más consistente de la Mafia.
Deslucida conducta, por cierto, que compartió, a su manera, el Partido Popular Cristiano que sustentó la idea de no votar la acusación contra García mientras el Poder Judicial no emita opinión en torno al caso.
La lamentable exposición que hiciera, en ese sentido, Javier Bedoya de Vivanco, pintó de un solo color -también Naranja- a un pequeño grupo parlamentario que pretendió lanzar un desesperado salvavidas al acusado.
Pero, a decir verdad, la suerte de García ya estaba definida a partir de la naturaleza de los procesos y de las indagaciones hechas por la Mega Comisión encargada del caso y cuyo dictamen fuera brillantemente expuesto por el congresista Sergio Tejada.
Con la verdad en la mano, y con pruebas irrebatibles, Tejada señalo que de las casi 5,500 «gracias presidenciales» concedidas en el segundo gobierno del señor García, 3,500 fueron otorgadas a narco traficantes.
No por cierto a menudos «comercializadores de droga» ni a «paqueteros», sino a integrantes de bandas dedicadas al execrable delito del narco tráfico, que afecta la vida de millones en todos los países.
Tejada pudo demostrar que fueron liberadas bandas completas, vinculadas a esa actividad, como «la banda de los Nigerianos», seis africanos que afrontaban severas condenas y que pudieron recuperar su libertad con dinero.
El mismo beneficio fue concedido a autores de similar delito de nacionalidad colombiana, que llegaron a nuestro país en busca de cuantiosas fortunas, y que debieron ceder parte de ellas a altos funcionarios del régimen aprista para seguir operando en libertad.
Amagues similares beneficiaron también a peruanos vinculados al Partido de García. El caso más emblemático de los expuestos en el debate congresal fue el del ex Jefe del Sistema Integral de Salud.
Este funcionario sacó a la venta, en beneficio propio, los medicamentos que fueron donados para las víctimas del terremoto ocurrido en 1997, por lo que fue luego detenido, procesado y condenado.
Finalmente, el funcionario aprista recibió también «la gracia presidencial» debido a un informe médico que lo acreditaba como un paciente agobiado por una muy grave enfermedad terminal, que nunca existió.
Estas acciones, como se sabe, contaron con la complicidad del ex ministro aprista del sector «Justicia», Aurelio Pastor; y de su colaborador más inmediato, el funcionario Miguel Facundo Chinguel, que lleva ya casi un año tras las rejas por los irregulares procedimientos que implementara para estos efectos. Los proceso incoados a ambos, están en marcha.
De todos modos, el tema no ha concluido. Por el contrario, recién empieza. El dictamen congresal deberá llevar el caso al organismo encargado de fundamentar la acusación constitucional, y luego ésta deberá pasar al Poder Judicial donde García habrá de librar su casi última batalla.
Y decimos «casi última» porque en éste, como en todos los casos, la opinión ciudadana será definitiva. García lo sabe y busca, por eso mismo, ser candidato presidencial de su Partido a cualquier precio. Está en procura de alcanzar un nuevo nivel de impunidad que le garantice atisbos de libertad hacia delante.
Hay pendientes varios juicios en los que García aún puede verse involucrado. Uno de ellos, es el de los famosos «petro- audios», un negocio de muy alto nivel entre el Estado y consorcios petroleros.
Como se recuerda, los principales implicados en el caso -el ex ministro aprista Rómulo León y el tributarista Alberto Quimper- han solicitado la comparecencia de García quien, en su momento los acusara de «ratas» con el propósito avieso de enlodarlos a ellos para poner a buen recaudo a quien fuera su socio más cercano: el entonces Premier Jorge del Castillo Gálvez.
Otro tema que crece día a día y que comprometerá también al señor García y a la cúpula aprista, es el que hoy conmociona al país y de resultas del cual aparece acusado un abogado de conocida ejecutoria y de oscuros antecedentes: Rodolfo Orellana Rengifo, de inocultables vínculos con el ex Partido del Gobierno.
No obstante aún podrá evadir un proceso que debiera resultar decisivo: el referido a la matanza de los Penales, ocurrida en junio de 1986 y de resulta de la que fueran victimados casi 350 detenidos en la Colonia Penal de El Frontón, el CRAS de Lurigancho y el Penal Santa Bárbara del Callao.
Hasta hoy, cada vez que se ha pretendido ventilar el tema, los jueces han liberado de responsabilidad al señor García quien, sin embargo, fue el que tuvo el rol más destacado en el hecho. Sus subalternos de entonces se han dado maña para encubrirlo, pero como la mentira tiene piernas cortas, las que ellos han urdido habrán de quedar en evidencia.
La fábula del escritor danés nos indica que las cosas no ocurren como quieren los actores, sino que son como verdaderamente suceden. Aunque el rey se vista de trajes que cree transparentes, en verdad está desnudo.
Y eso es lo que ha ocurrido con García. La verdad, lo ha desnudado.
Gustavo Espinoza M. es miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera: http://nuestrabandera.lamula.
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