Quisiera contestar al escrito que Javier Mestre publicó el 5 de junio http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86510 en Rebelión acerca de Izquierda Internacionalista porque creo que es representativo de ciertos «escrúpulos» políticos de muchos compañeros de izquierdas. Y digo bien: escrúpulos. Creo que el principal gira en torno a las siguientes afirmaciones: « Para invocar la unidad de las […]
Quisiera contestar al escrito que Javier Mestre publicó el 5 de junio http://www.rebelion.org/noticia.php?id=86510 en Rebelión acerca de Izquierda Internacionalista porque creo que es representativo de ciertos «escrúpulos» políticos de muchos compañeros de izquierdas. Y digo bien: escrúpulos. Creo que el principal gira en torno a las siguientes afirmaciones: « Para invocar la unidad de las izquierdas de todo el estado español se han de dar algunas condiciones que están muy lejos de cumplirse en el caso de I.I. Cuando se habla de que por fin se ha conseguido aunar a las fuerzas revolucionarias con las independentistas, se obvia que no se ha producido el debate y el cambio de orientación que muchos esperamos de la izquierda abertzale para poder marchar juntos. Para contar con una buena parte de la gente que lucha día a día por un verdadero cambio social en las catacumbas españolas, I.I. no se puede limitar a aceptar las condiciones de quienes dejan de plantearse algunas cosas, como por ejemplo la actitud ante el daño, entre otros muchos, que hace para nuestras luchas en territorio enemigo, en la España profunda, el proceder descerebrado de ETA, para más bien eludir la patata caliente invocando el derecho a callarse» . Tras este alambicado circunloquio se esconde el espantajo que la burguesía del Estado hace asomar ante los trabajadores: Iniciativa Internacionalista no condena públicamente «el terrorismo». Y parece ser que esto es, según Javier Mestre, lo que impide la unidad de las izquierdas revolucionarias de todo el Estado.
Quiero expresar que el hecho de que ciertos sectores de la izquierda revolucionaria, a alguno de los cuales pertenecería Mestre, según se deduce de su texto, conviertan este «silencio» en el obstáculo insalvable que impide «marchar juntos» a diferentes fuerzas izquierdistas, no hace más que reflejar hasta qué punto la estrategia de la burguesía ha tenido éxito. Que unos compañeros que se autodenominan revolucionarios hagan girar toda su estrategia de alianzas en la postura ante la lucha armada de un grupo independentista de una parte del Estado, sometida por cierto a un «estado de excepción encubierto», no hace sino mostrar cómo un fragmento bien afilado de esa ideología dominante ha penetrado en la psique política de estos compañeros, cómo la fuerza propagandística del enemigo ha conseguido clavar una pica en Flandes. Y lo grave es que Javier Mestre ni siquiera se plantea el fondo ético del asunto, los efectos de la lucha armada sobre la vida y la integridad de las personas, sino tan sólo sus daños sobre las luchas políticas en las «catacumbas» de España.
Por otro lado, resulta ocioso explicar a estas alturas a compañeros que probablemente tendrán una experiencia negociadora acreditada (aunque parece que no exitosa) que no se puede exigir a un interlocutor condiciones que nunca podrán cumplir so riesgo de obligarlo a transformarse en otra cosa, a traicionar a su propia base social o a declararse vencidos frente a su enemigo. Pedir a la izquierda abertzale que condene pública y políticamente a ETA, que reniegue de ETA y de sus militantes, de la lucha armada llevada a cabo desde hace más de cuarenta años hasta hoy día, que dé la espalda a los presos, perseguidos, encarcelados, torturados, acosados y amordazados (que se pueden contar por decenas de miles de personas) es exigirle una condición que jamás podrá cumplir y eso creo que lo sabe Javier Mestre y los que piensan como él. No creo que deba explicarles que si la izquierda patriota vasca así lo hiciera, inmediatamente su base social, su gente, sería quien diera la espalda a quienes adoptaran tal postura, surgiendo de inmediato nuevos portavoces en las calles y en los pueblos de Euskal Herria. Por tanto, sería un acto completamente inútil. Y para que todo el mundo me entienda, pedir que la izquierda abertzale condene a ETA, sería como pedir a Hamás que condenara a sus activistas, algunos presos en las cárceles israelíes, otros muertos o heridos; o al Sinn Feinn que hiciera lo propio con los militantes del IRA. Yo no me lo imagino.
Lo más curioso del tema es que la única fuerza revolucionaria y de izquierdas con cierta implantanción social (con bastane diría yo) es la izquierda abertzale. Por eso parece hasta ridículo que se le impongan estas condiciones inaceptables desde unas organizaciones políticas estatales con tan escasa fuerza social. Y para seguir con las curiosidades, no para quienes conocemos la base social de la izquierda patriota vasca, el hecho de que ésta haya apoyado una candidatura nacida fuera del País Vasco, no hace más que mostrar hasta qué punto llega el internacionalismo de este movimiento popular, su generosidad, su confianza en los demás pueblos del estado, por tanto su internacionalismo, su altura de miras y por supuesto su inteligencia. Siguiendo con las curiosidades, mientras que fuera del Estado se sigue con la matraca de las condenas a la lucha armada, en Euskal Herria han criticado a la izquierda patriota por apoyar una lista «española» (Aralar) y al mismo tiempo a una lista «internacionalista» no vasca (Eusko Alkartasuna).
El compañero Mestre debería reflexionar por qué habría de situarse la condena a la lucha armada en el eje sobre el que gire toda la estrategia de alianzas de una organización socialista y revolucionaria, favoreciendo así la de la burguesía (española, vasca o de cualquier otro lugar).
Para concluir creo que el verdadero origen del daño a las luchas revolucionarias en la «España profunda» no es tanto la lucha armada de ETA como el inmenso dominio de la ideología burguesa en las clases trabajadoras del Estado y en alguna organizaciones «revolucionarias» (como antes señalaba), la falta en estas últimas de una estrategia clara y coherente respecto a la cuestión de las naciones del Estado y desgraciadamente la falta de voluntad (o de valentía) para llegar a un verdadero acuerdo con las fuerzas soberanistas revolucionarias (vascas o no vascas).
Creo que algunas de las virtudes de Iniciativa Internacionalista residen precisamente en que existe esa estrategia, hay voluntad y sobra valentía.
Salud a todos los lectores.