Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Ardió Milán ayer por la tarde: la inauguración de la temporada de La Scala quedó marcada por la rebelión. La situación se puso al rojo vivo a principios de la tarde. Mientras, fuera en la plaza la policía antidisturbios se enfrentaba en varias ocasiones con los manifestantes (estudiantes, trabajadores de la cultura, y también inmigrantes que se dirigieron directamente al Presidente de la República Giorgio Napolitano -«Presidente, venga a vernos, que estamos desesperados. Napolitano, dé una señal»-), dejando varios heridos y tirando lacrimógenos, en el interior, en el patio de butacas del teatro, repleto de personalidades, aplaudían rabiosos al maestro Daniel Baremboim, el cual, antes de comenzar a dirigir la Valkiria de Wagner, quiso leer el artículo 9 de la Constitución como un signo de rebeldía intelectual contra los recortes a la cultura. Sin embargo, el ministro de Cultura, Sandro Bondi, no estaba presente, «ocupado» en el Senado debido al voto por la Ley de Estabilidad, es decir, la Ley de Presupuestos. «Estoy muy contento – comenzó diciendo Baremboim, ante al jefe de Estado – de dirigir una vez más en la Scala. Me siento honrado de haber sido declarado maestro de la Scala, pero en nombre de mis colegas debo decir que estoy muy preocupado por el futuro de la cultura en Italia y Europa.» Luego leyó en voz alta el artículo 9 de la Constitución, que establece que la República «promueve la cultura y la investigación científica». Fuera, los inmigrantes, agrupados en torno a una simbólica torre de cartón y madera de más de dos metros que recuerda la de via Imbonati [varios inmigrantes han permanecido más de 25 días en esa torre protestando por la imposibilidad de regularizar su situación, N.d.T], gritaban por sus derechos. Se presentó en la Piazza della Scala también el actor y escritor Moni Ovadia. «La cultura – dijo – jamás es un despilfarro: por cada euro invertido en cultura se revertirán en el territorio entre 4 y 12 euros.» Y arremetió contra la «demagogia» que tan solo ve en ese sector algo improductivo, que se sostiene por las ayudas públicas. «¿Queremos hablar de Fiat? Basta con esta historia: la cultura restituye lo que recibe. El Teatro della Scala, de los 35 millones de fondos que percibe, ingresa 39 en impuestos.»
Fuente: http://www.ilmanifesto.it/archivi/fuoripagina/anno/2010/mese/12/articolo/3810/