Predicciones recientes decían que los países de Europa del Este estaban mejor posicionados para enfrentar la crisis económica mundial que los de Europa occidental.
Predicciones recientes decían que los países de Europa del Este estaban mejor posicionados para enfrentar la crisis económica mundial que los de Europa occidental. Pero la realidad muestra que están siendo fuertemente afectados y que el impacto es mucho mayor.
A inicios de los años 90, en esos países, se derrumbaron los ex estados obreros y se restauró el capitalismo. Eslovaquia y Eslovenia, hoy integran la eurozona. Algunos países, como República Checa, Hungría o Letonia, forman parte de la Unión Europea. Otros, como Ucrania o Rusia, quedaron fuera de esta unión.
Más allá de estas diferencias, la restauración se dio de la mano de grandes inversiones de los países de Europa occidental (según la revista británica The Economist, «la banca de Europa Occidental tiene hasta 1,5 billón de euros invertidos en la Europa Central y Oriental»). La mayoría de esos países hoy son semicolonias de las potencias europeas. Sus sistemas financieros y las principales empresas industriales son filiales o subsidiarias de las empresas occidentales, que aprovechan los menores costos laborales y la alta calificación de su mano de obra.
Era absolutamente imposible que esos países salieran indemnes de la crisis (o con menores consecuencias). Por el contrario, se ven afectados con mayor dureza. Los gobiernos de las empresas occidentales ayudan, en primer lugar, a las casas matrices de las empresas, en detrimento de las filiales en Europa del Este.
Los gobiernos de Europa del Este acusan al centralismo de la UE de «exportar» la crisis de sus empresas y bancos a las economías de la región y de practicar un cerrado proteccionismo. Por ejemplo, Francia está concediendo préstamos y subsidios a sus fabricantes de automóviles (6.000 millones de euros), pero con la condición de que las empresas mantengan el empleo en Francia y bajo ningún pretexto lleven parte de su producción a República Checa, Eslovaquia y Rumania, países donde Peugeot-Citroën y Renault tienen plantas de ensamblaje. (Agencia EFE, 24/2/2009).
«Argentina en el Danubio»
Los sistemas financieros de los países de Europa del Este se están derrumbando aceleradamente, sin que sus gobiernos tengan los recursos ni la capacidad para sostenerlos, como en Europa occidental. Países como Letonia ya están en una situación de quiebra. En Ucrania, la producción industrial está en caída libre, la inflación ascendió al 22.3% (la más alta de Europa) en 2008, y las inversiones extranjeras han desaparecido. En Rusia, que intentaba pelear un espacio de potencia regional, en noviembre la producción cayó 6%, en diciembre, un 8%, y el retroceso acumulado de la producción en los últimos seis meses llega al 35,5%.
The Economist utiliza el título «Argentina en el Danubio» (referencia a la aguda crisis que vivió este país a finales de 2001) para analizar el escenario que prevé:
La crisis muestra que, 20 años después de la caída del Muro de Berlín y 5 años después de la ampliación de la UE al Este, el único recurso de estos países es clamar por la solidaridad de las potencias europeas y llamar al FMI. […] Estos países no tienen medios para levantar a sus gigantes económicos, bancarios y automotrices, como sí están haciendo las grandes potencias europeas. […] Las monedas de Europa del Este pierden valor, y como muchos ciudadanos y empresas se habían endeudado en euros y francos suizos, ahora se ven imposibilitados a devolver sus préstamos. Desde el verano, el zloty polaco ha caído con respecto al euro un 48 por ciento, el forint húngaro un 30% y la corona checa un 21%. […] El problema para la UE es que la caída de los bancos del Este arrasaría también a los del Oeste, muy expuestos en los mercados polaco, húngaro, checo, rumano o de los países bálticos. En total, la banca de Europa Occidental tiene hasta 1,5 billón de euros invertidos en la Europa Central y oriental. Sólo Austria, el más expuesto, unos 220.000 millones de euros, el equivalente a tres cuartas partes de su PIB.
Respuestas de los trabajadores
Esta situación ya está teniendo varios efectos. Por un lado, debilita a los gobiernos prooccidentales, ya mencionamos la caída del de Letonia, al mismo tiempo que los obliga a descargar duros ataques contra los trabajadores, por la vía de la inflación que generan las devaluaciones, reducción de conquistas, y un acelerado aumento del desempleo. Por el otro, ha generado lo que la prensa describió como «algunas de las mayores movilizaciones y huelgas de los últimos 20 años» (Agencia Reuter, 3/2/2009). Veamos algunas de ellas:
Hungría
Una huelga de los trabajadores de la empresa estatal, lanzada por el el Sindicato Libre de los Trabajadores Ferroviarios (VDSZSZ), paralizó el 15 de febrero pasado el transporte ferroviario, en reclamo de un aumento salarial de 10% y un bono de 1.000 euros para cada empleado. Los sindicatos de la Compañía de Transporte Urbano de Budapest (BKV) realizaron el 17/2 una huelga de medio día para exigir la estabilidad financiera de la empresa. A esa convocatoria se sumaron nuevamente los trabajadores ferroviarios y los principales sindicatos del país, transformándose en un huelga general contra del plan de privatización de la seguridad social y de las pensiones más bajas propuesto por el gobierno del Partido Socialista Húngaro (Agencias EP/AP, 17/2/09).
Letonia
Una serie de movilizaciones de agricultores protestando contra la disminución de sus ingresos provocó la renuncia del ministro de Agricultura (Agencia Reuters, 3/2/09). Este año hubo grandes movilizaciones de desocupados.
Polonia
Durante la segunda mitad de 2008, se desarrolló una oleada de huelgas y protestas en todo el país Polonia, como respuesta a la suba de precios y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, con manifestaciones que reunieron miles de personas en diversas ciudades del país. También hubo protestas y movilizaciones En julio decenas de miles de trabajadores de los astilleros del mar del Norte, contra su privatización, de los mineros (otro importante sector de la clase obrera polaca), así como en empresas extranjeras, como Michelin o Fagor, y también a otros sectores como la electricidad y el automóvil. Las manifestaciones han sido las más grandes desde la década del 80 y 90.
República Checa
A mediados del año pasado, se realizó una importante huelga general, convocada por la Confederación Checo-Morava de Uniones Sindicales y la Asociación de Sindicatos Independientes, en protesta contra las reformas económicas y sociales del gobierno del primer ministro Mirek Topolánek. Se estima que adhirieron un millón de huelguistas y tuvo un fuerte impacto en el transporte (czech.titio.cz.es, 24/6/08).
Ucrania
En febrero pasado, ante la paralización de su producción, los obreros de la empresa de maquinarias agrícolas XMZ, tomaron la planta y exigieron al gobierno su nacionalización bajo control de los trabajadores. Hace pocos días, el presidente del Foro Nacional de Sindicatos de Ucrania (FNSU), Miroslav Yakibchuk, advirtió a las autoridades sobre la posible huelga general incontrolada en el país: «La sociedad ucraniana está al borde del surgimiento de un movimiento huelguístico incontrolable que podría traer consecuencias impredecibles para el Estado […] tales acciones amenazan con desembocar en alzamiento colectivo y violento contra la autoridad […] el personal de más de mil empresas está dispuesto a emprender acciones radicales». Yakibchuk reconoció que, a pesar de su intención de ser «un instrumento de diálogo» con el gobierno, los sindicatos «podrían verse impotentes ante la agresividad masiva de las personas desilusionadas, miles de las cuales se quedan a diario sin empleo y medios de subsistencia» (Agencia Novosti, 24/2/09).
Tal como señala The Economist, la situación de Europa del Este es explosiva. La comparación con Argentina de 2001 se profundiza más si vemos que en Letonia, Lituania y Bulgaria ha habido masivas y violentas manifestaciones de desocupados, En la década de 1990, en Argentina, estuvo de moda una canción que ahora parafraseamos: ¿se viene el estallido?