La crisis de los refugiados sigue profundizando las diferencias europeas y con los meses estas diferencias están dando frutos cada vez más amargos. Al son de la monumental crisis económica que comenzó en 2009 y que todavía no ha podido ser dominada, los partidos de ultraderecha han tenido un crecimiento exponencial. Los partidos euroescépticos, xenófobos […]
La crisis de los refugiados sigue profundizando las diferencias europeas y con los meses estas diferencias están dando frutos cada vez más amargos.
Al son de la monumental crisis económica que comenzó en 2009 y que todavía no ha podido ser dominada, los partidos de ultraderecha han tenido un crecimiento exponencial. Los partidos euroescépticos, xenófobos y de ultra derecha, ya no luchan por escaños en las cámaras o alguna alcaldía, sino que se están convirtiéndose en una opción real de poder.
La última gran bofetada a la Unión Europea (UE) la acaba de recibir por parte de las mayorías austriacas, que este último domingo han puesto al neonazi Norbert Hofer, candidato del partido ultranacionalista FPÖ, a la cabeza de la primera vuelta en las elecciones presidenciales con un 35,4% de los votos, por lo que deberá enfrentar en la ronda definitiva, el 22 de mayo, al ecologista Alexander Van der Bellen, que llegó con un 21,3%. Según el recuento casi completo de los votos, de no producirse modificaciones de último momento, sería la primera vez en la historia democrática de Austria que no será un socialdemócrata o un democristiano, el que ocupe la presidencia.
La victoria de Hofer, ha desautorizado a la totalidad de las encuestas de las últimas semanas que daban por ganador a Van der Bellen.
Hofer, la noche del domingo, se apuró a declarar, por si a alguien le quedaban dudas de su catadura: «El islam no es parte de Austria».
En consecuencia al ánimo reinante en Austria, el actual gobierno anunció la construcción de una valla en el paso fronterizo de Brennero, en la frontera italiana. A la que se le sumarán 250 policías, para el control de refugiados que desde Italia quisieran pasar a Austria.
Como para profundizar el armado anti refugiados el parlamento austriaco aprobó una ley que permite declarar el estado de emergencia, en donde se limita el derecho de asilo, convirtiéndose de hecho en uno de los más restrictivos de Europa.
La nueva ley permitirá instaurar el «estado de emergencia» por un periodo de seis meses, prorrogable en tres ocasiones, y bloquear la entrada de refugiados al igual que las solicitudes de asilo, si proviniesen de países vecinos como Italia o Eslovenia, aunque los refugiados fuera de países en guerra como Siria o Irak. La nueva norma limita el asilo a tres años, lo que permitirá revisar la situación de cada demandante, según la situación de su país de origen. También se impedirá la reagrupación familiar y los beneficios sociales que gozaban los refugiados. Las deportaciones serán agilizadas y la policía aumentará poder de acción.
A partir de la nueva ley la frontera es vigilada por patrullas italo-germano-austríacas que exigen la documentación a todos los que la atraviesan, enterrando por lo menos en ese punto el famoso espacio Schengen de libre circulación en la U.E.
Italia, convertida nuevamente en el puerto de arribo más importante del Mediterráneo tras los acuerdos entre la Unión Europea y Turquía, solo en un mes cerca de 40 mil refugiados han arribado a las costas del sur.
Roma ha protestado por las medidas austriacas, ya que por esa frontera circulan el 40% de las importaciones y exportaciones. El primer ministro italiano Matteo Renzi, ha dicho que: «El cierre del Brennero va descaradamente contra las reglas europeas, además de ir contra la historia, la lógica y contra el futuro».
Austria ya había demostrado en octubre pasado, su falta de voluntad respecto al tema de refugiados cuándo se conoció el escandaloso tránsito de refugiados que hizo desde la frontera con Eslovenia, en micros especialmente contratados para trasladar rápidamente a miles de refugiados hasta la frontera con el sur de Alemania. La flota de micros circula con un cartel que los consignaba como «Sonderfahrt» (Traslado Especial), solo el 28 de octubre se habían detectado 75 unidades que tras cruzar los 350 kilómetros por territorio austriaco desde la frontera eslovena a la alemana que llevaron cerca de 3 mil refugiados, lo que provocó las protestas de Ángela Merkel.
Más y más barreras
Cada vez está más lejana aquella aspiración europea de conformar un territorio libre de barreras, dejando en evidencia que la estrategia de la unidad es tan artificial como endeble y que ha fracasado al primer sobresalto importante.
Cada día nuevas barreras, vallas, cerco y muros se levanta en el continente, Turquía ya en 2013 levantó un cerco de 13 kilómetros en Erdine, en la frontera con Grecia, para impedir el tránsito terrestre, lo que obligó a los refugiados a optar por el mar, provocando innumerables naufragios con miles de muertos.
Tras aquella primera valla replicaron prácticamente en cada frontera de los países balcánicos, para impedir el paso de los refugiados.
La valla de Erdine desvió en un primer momento el tráfico a la frontera búlgara con Turquía, por lo que 2014, con ayuda de la U.E., Bulgaria comenzó la construcción de una alambrada de 30 kilómetros la que fue aumenta a 82 entre las localidades fronterizas de Lesovo y Kraynovo.
El gobierno húngaro, del ultra derechista Viktor Orbán, levantó una valla de 135 kilómetros y 4 metros de alto en su frontera con Serbia. Macedonia a su vez está haciendo lo mismo en su frontera con Grecia.
Además, existe un muro natural en la frontera norte de Francia frente al canal de la Mancha que impide que miles de refugiados varados en Calais, donde se ubica uno de los extremos del Eurotúnel, llegar a el Reino Unido.
En las proximidades de la boca del túnel se han levantado vallas con alambre de púas y cámaras y guardias para evitar que los refugiados, que allí se hacinan, puedan arriban a un Reino Unido cada vez más cerrado y a punto de abandonar a la Unión Europea.
El mito de la Unión Europea parece estar desvaneciéndose cada día, ya no solo por el fracaso de sus naciones en lo económico y lo político, sino, y mucho más grave, en su fracaso moral.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.