Para las antiguas culturas precolombinas, diciembre de 2.012 fue el mes del año esperado que marcaría un importante cambio de ciclo y de polaridad evolutiva a la humanidad. El paso de un antes masculino a un después femenino, abriendo la era solar madre para esta última humanidad planetaria. Como referencia mas asequible, el tiempo que […]
Para las antiguas culturas precolombinas, diciembre de 2.012 fue el mes del año esperado que marcaría un importante cambio de ciclo y de polaridad evolutiva a la humanidad. El paso de un antes masculino a un después femenino, abriendo la era solar madre para esta última humanidad planetaria.
Como referencia mas asequible, el tiempo que pide poner en valor el mapa de la Europa anhelada, superpuesto o fusionado con uno de los mas antiguos conocidos: «EVROPA PRIMA PARS TERRAE IN FORMA VIRGINIS», único que distingue al continente matriz como femenino, al ser dibujado su contorno de nobleza como dama distinguida cuya cabeza coronada es la península ibérica.
Fue diciembre de 2.012. Cuatro jóvenes europeos de entre 8 y 12 años, fueron invitados a presenciar en Oslo la entrega del Premio de la Paz a la UE. Entre otros de esa edad, participaron en un concurso de dibujo en que debían plasmar el motivo temático del galardón concedido a la «unión de gobiernos».
Ganadora entre 1.173 dibujos de 33 países, la salmantina Ana Fanlo dibujó su Europa anhelada, como una sola nación activada en un movimiento contínuo, encadenado y engranando a todos los países, impulsada por el aleteo de una blanca paloma, y lo tituló: La Paz, el elemento motriz…. paloma de la Paz, que bien la pudiera haber situado en lo alto de Madrid coronando la Puerta del Sol.
Amiga Ana, han pasado siete años y no se de ti, pero al otear el horizonte hoy tu paloma llora; le duele el sur, pues sabe mirar con el corazón. Siente la indignación al ver la indiferencia ante dolor de quienes desde la orilla hermana claman compasión a una Europa despiadada, cerrada y aislada, con el Mediterráneo como foso y tumba que ahoga la ilusión de recobrar su paz arrebatada a quienes hoy da su espalda y antaño y «sin llamar» invadió su casa.
Mundo nuevo para el fugitivo errante y viejo para el nativo causante de ese éxodo y drama humanitario. La Europa patriarcal e invasiva late hoy replegada para sus víctimas, a su vez desplegada en alianza con quien de su poder hace principio político imperativo y de su belicosidad moral diplomática ejecutiva.
Una Europa sometida en su caverna institucional como zoco de mercaderes, hoy más que nunca se refleja humillada en su comunidad, al provocarle esa derrama democrática que encadena y desempodera a ciudadanos huérfanos de madre, entronizando hasta empequeñecer a unos gobiernos caducos en su masculinidad feudal y huérfanos de conciencia.
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