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Atentado en Bélgica

Europa, ¿siembra lo que cosecha?

Fuentes: Rebelión

El día martes 22 de marzo de 2016 es un día que ha quedado marcado a fuego para la sociedad belga. Ese día, funesto y trágico, un doble atentado explosivo, contra la terminal aérea Zaventem de la capital de este país europeo y la estación del Metro Maelbeek, cercana al Complejo Administrativo del gobierno de […]

El día martes 22 de marzo de 2016 es un día que ha quedado marcado a fuego para la sociedad belga.

Ese día, funesto y trágico, un doble atentado explosivo, contra la terminal aérea Zaventem de la capital de este país europeo y la estación del Metro Maelbeek, cercana al Complejo Administrativo del gobierno de la Unión Europea – UE – conocido como el «Barrio Europeo», ha enlutado a centenares de familias.

Un crimen deleznable, que merece la condena unánime, ejecutado contra ciudadanos anónimos, comunes y corrientes, que ha significado la muerte de 31 muertos y 300 heridos. Una arremetida de terror, que merece la misma repulsa que los ataques en Ankara, Saná, Bagdad o Beirut, que en este caso lleva consigo una formidable carga simbólica que más allá de lo trágico, condenable y abominable hay que profundizar.

¿A quién favorece atentar contra Bruselas?

Bruselas es, sin dudar, un blanco terrorista emblemático. Menciono este concepto de «simbólico» pues los actos terroristas se han ejecutado en la capital de un país europeo, miembro activo de la Unión Europea, sede administrativa de su Consejo, la Comisión Europea y el Parlamento de este organismo comunitario – que también tiene a Estrasburgo como centro de sus sesiones plenarias -. La oficina principal del Presidente del Consejo Europeo – el polaco Donald Tusk – y de la Alta Representante de la UE Para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad – presidida por la italiana Federica Mogherini – están igualmente radicados en Bruselas. Ello, sin duda, desde el punto de vista militar o de establecer objetivos de ataques posibles convertía a esta ciudad belga en blanco apetecible.

Bélgica, además, es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN – presidida por el Noruego Jens Stoltenberg y cuya sede se encuentra también en la capital Belga. Organización Militar, que ha tenido una activa participación en las intervenciones y ataques aéreos contra Libia, Siria e Irak, principalmente. Una ofensiva terrorista a esta ciudad, que revela audacia y una provocación dirigida a mostrar a los miembros de la principal Alianza Militar Occidental, con participación en los mencionados países del Magreb y Oriente Medio, donde operan las bandas terroristas takfirí, que el terrorismo de raíz salafista puede golpear sus puertas y que ninguna ciudad europea estará segura. La respuesta no tardará en llegar y eso significará más muertes en el norte africano y el Levante Mediterráneo, donde las víctimas principales hay que contarlas en la población civil.

Los atentados en Bruselas ya tienen responsables signados: miembros de Daesh – y de los cuales la propia organización terrorista ha reconocido su autoría -. No hablamos de un terrorista que ha cruzado miles de kilómetros para alcanzar su objetivo, sino que un miembro de este grupo takfirí, que vivía en Europa y que seguramente viajó de Siria o Irak y retornó a su país con toda una carga ideológica salafista. Recordemos que parte importante de aquellos que componen las bandas terroristas takfirí, provienen precisamente de países europeos. En el caso belga, la cadena de noticias inglesa BBC, en un artículo publicado en enero del año 2015, en base a informaciones entregadas por el Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización de la Violencia Política – ICSR – con sede en Londres, consignaba que Bélgica contaba con la más alta proporción de combatientes de esa nacionalidad actuando en Siria e Irak. Medio millar de ciudadanos belgas adscritos a las filas de Daesh – que forman parte de los cinco mil terroristas que partieron de países europeos a enlistarse con las bandas takfirí. Razones de orden económico, cultural, de oportunidades, de discriminación son elementos que se dieron a conocer en este artículo para entender el por qué de esta decisión de unirse a Movimientos radicales como Daesh y el Frente al Nusra, principalmente.

Lo de la autoría de Daesh es casi seguro e incluso ya se signó como autores materiales a los hermanos belgas El Bakraoui, Jalid e Ibrahim, ligados supuestamente a Salah Abdesalam pero, ¿quién digitó el actuar de los autores materiales? ¿Quién está detrás de estos atentados? ¿A quién favorece asesinar a 31 personas y dejar heridas 270 al grito de Allah´u Akbar? La cruda realidad y las enseñanzas de la historia nos indica, que en épocas de sombras, ninguna hipótesis es descabellada. Incluso si debemos tener en consideración la posibilidad que se trate de una operación de Bandera Falsa. Entendida en el marco de las últimas declaraciones de los gobiernos europeos – principalmente Francia e Inglaterra – de incrementar las acciones y posibles intervenciones militares directas para combatir, supuestamente a Daesh en Libia, Siria e Irak y al mismo tiempo, detener el flujo de miles de inmigrantes a Europa bajo el concepto de proteger la seguridad de las fronteras de Europa.

Frente a lo expuesto anteriormente, ¿es posible pensar que servicios de inteligencia occidentales y sus socios turcos, israelíes y saudí estén detrás de miembros vigilados, controlados de los grupos takfirí y se les deje realizar sus acciones en pos de objetivos políticos más globales? No lo descarto.

El Ministro de Asuntos Exteriores belga, Jan Jambon, el día lunes 21 de marzo, en una declaración tan premonitoria como trágica, señaló a medios de comunicación, tras la detención en la ciudad de Bruselas de Salah Abdeslan – sospechoso de ser uno de los autores del atentado del 13 noviembre del 2015 en Paris y el suburbio de cercano de Saint-Denis que dejó 130 muertos – que «es razonable temer un atentado terrorista de venganza por la captura de Abdeslam que indudablemente constituye un avance en la lucha contra el terrorismo, pero no resuelve el problema. La red de EIIL – Daesh en árabe – todavía está activa en Europa, Francia y Bélgica». Efectivamente, tal red no sólo está activa sino que plenamente operativa.

Un día después de estas palabras, autoridades belgas, en especial el Fiscal General Frederic van Leeuw, declaró que atacantes suicidas hicieron detonar artefactos explosivos, tanto en Zaventem como en Maelbeek, causando decenas de víctimas mortales y 250 heridos. Las críticas contra las autoridades belgas y los organismos de inteligencia no tardaron en expresarse. Sobre todo, porque el propio canciller Jambon había señalado, tras la detención de Abdeslam el pasado 19 de marzo, que «La célula terrorista descubierta podría haber estado al borde de cometer un atentado debido a que encontramos un almacén de armas durante la operación que llevó a la detención del terrorista».

Si esto fue así, ¿por qué entonces el nivel de alerta nacional se mantuvo en 3 de los cuatro posibles? Interrogantes que tendrán que responder las autoridades del país europeo a medida que pasen los días y exista mayor información. Recordemos que ya en agosto del año 2015 Daesh amenazó con ejecutar atentados terroristas tanto en suelo belga como francés. La promesa se cumplió primero en París. El temor que Bélgica fuese la próxima víctima de un acto terrorista no estaba alejado de la realidad y así sucedió con dramáticos resultados. ¿Cuál será el próximo objetivo, en qué ciudad se encontrará?

Desde Rusia se ha alertado que el próximo objetivo podría estar en Alemania. «Los atentados de Bruselas no son los últimos, el próximo objetivo podría ser Alemania», alertó el senador ruso Ígor Morózov, ex oficial del servicio de inteligencia militar ruso, para quien parte del problema radica en la política de «puertas abiertas» de Europa». Otras opiniones consignan que el próximo atentado puede tener como objetivo una ciudad inglesa, vista la estrecha alianza de este país con Estados Unidos tanto en la guerra de agresión contra Siria, como en Libia e Irak, donde a la par de sus objetivos militares globales y estratégicos, han dedicado parte de sus esfuerzos a combatir a las bandas takfirí. El medio inglés Daily Mail, en diciembre del año 2015, consignaba la opinión del analista Paul Cruickshank quien afirma que «los informes de inteligencia del MI6 sugieren que los ciudadanos británicos que han acudido a Siria e Irak para integrarse a las filas de EIIL – Daesh en árabe – está regresando al Reino Unido para lanzar ataques».

De tal forma se ha comenzado a especular sobre este temor y lanzando hipótesis sobre cuál será la próxima ciudad del Viejo Continente en sufrir un ataque terrorista, como también se han efectuado llamados a no dejarse nublar por la multiplicidad de hechos e ir a la génesis que ha permitido el surgimiento, desarrollo y acción de estos grupos. Esto, con referencia al papel que cumple la Casa la Saud, las Monarquías feudales ribereñas del Golfo Pérsico y el papel cumplido por organismos de inteligencia de Turquía, Israel y las propias potencias occidentales, que en aras de sus intereses hegemónicos han permitido el nacimiento de estas bandas terroristas que hoy combaten, buscando de esa forma enfrentar a la República Islámica de Irán y la Federación Rusa, grandes objetivos occidentales en Oriente Medio y Asia Central.

En una interesante declaración, las fuerzas populares de Irak, conocidas como Al-Hashad Al-Shabi, advirtieron que el origen del terrorismo en general y el ataque a Bruselas en particular hay que buscarlo en el wahabismo, promovido por Arabia Saudí. «La verdadera lucha contra el terrorismo está en combatir a Arabia Saudí y marginar sus ideas wahabíes», al mismo tiempo que se condenaron los ataques en Bruselas, la Liga de los Justos como también se le conoce señala que los actos terroristas que se han vivido en los últimos meses son el resultado «de la propagación creciente de pensamientos terroristas que impulsan ciertos países, que son utilizados por ciertas potencias para alcanzar sus propios objetivos políticos y económicos».

Eso obliga a unir fuerzas para detener la propagación del Wahabismo y exigir que países como Turquía, Catar y Arabia Saudí cesen su apoyo a grupos como Daesh. Postura compartida por el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano – Hezbola – que junto con condenar los ataques en Bruselas sostuvo que los países occidentales deben dejar de apoyar a los grupos terroristas en Oriente Medio. «El fuego en que se está quemando Europa y el mundo es el mismo que algunos regímenes encendieron en Siria y otros Estados en la región». Por su parte el Premier ruso Vlaidmir Putin en mensaje enviado al Rey Felipe de Bélgica condenó lo que llamó «bárbaros crímenes» y haciendo un llamado a la lucha global contra el terrorismo, que considera el más peligroso fenómeno del mundo: «Combatir eficazmente a esta maldad global requiere la más activa colaboración del mundo y todos los países tienen que aunar sus esfuerzos en este campo».

Desde el exterior vinieron también las primeras críticas a los servicios de seguridad belgas. El Vicepresidente del Comité de Seguridad y Lucha contra la Corrupción de la Duma de Estado, el ruso Dmitri Gorovtsov señaló que, «Los atentados terroristas en Bruselas son consecuencia de la falta de un trabajo de calidad por parte de los servicios de inteligencia europeos. Los servicios especiales de los países europeos y de Bélgica en particular fueron incapaces de frenar esta amenaza… lamentablemente los colegas europeos – señaló el diputado ruso – no escucharon las recomendaciones de Rusia tras los atentados en París y no se estableció, en particular, un intercambio de informaciones operativas entre París y Bruselas a pesar que Paris lo propuso».

Cosecha sangrienta

Las guerras de agresión, los bombardeos, las muertes y la destrucción han sido una constante para países como Libia, Siria, Afganistán, Yemen, Irak, como también para el pueblo palestino, entre otros, que han sufrido intervención y la ocupación de sus ciudades, el sometimiento a Fuerzas Militares comandadas principalmente por Washington, sus aliados Europeos y de Oriente Medio como es el caso de Turquía, Israel y la Casa al Saud, que han derrocado gobiernos, que han armado a milicias que devienen posteriormente en bandas terroristas a las cuales tendrán que combatir en un remake surrealista de «cría cuervos y te comerán los ojos».

Hoy, esas muertes, esos ataques también han encontrado otros destinos en la sede de aquellos países que suelen ser los actores principales en los conflictos internacionales actuales. Por ello, no es casual que Ankara, París, Bruselas, Estambul sean parte del largo listado de víctimas del terrorismo, como lo ha sido Beirut, Saná, Bagdad, Uagudugu, Garissa, Susa, Hasna, Túnez, Gaza. Hoy, las bombas, las ejecuciones, los atentados se trasladan con su carga de muerte y destrucción a las estaciones del metro, estaciones de trenes, centros de ocio, estadios europeos trayendo a colación esa máxima de quien siembra vientos cosecha tempestades. Sin embargo, las consecuencias de esas tempestades suelen ser pagadas por la población, por el mundo civil, por hombres y mujeres inocentes, que son asesinados en virtud de ideologías, creencias, revanchas u decisiones que involucran a sus gobiernos.

Esa sociedad que hoy es víctima del terror debe exigirles explicaciones a sus líderes y gobernantes, del por qué se han involucrado en guerras de agresión, en intervenciones militares que han convertido otrora Estados estables y florecientes en remedos de países, humillados, criminalizados y empobrecidos. Estados fallidos lo llaman los especialistas en conceptuar la destrucción. Sociedades que tendrán que exigir que esclarezcan y entreguen información oportuna y suficiente, sobre su apoyo a la formación de grupos terroristas como Al Qaeda, el Frente al Nusra, y EIIL – Daesh en árabe – que en algún momento sirvieron para su propósito de hegemonía y que hoy vuelcan sus armas contra sus padres putativos.

Eso bien lo saben las autoridades de la OTAN, el Secretario General de las Naciones Unidas, los gobiernos y parlamentos europeos, lo viven y experimentan en carne propia las sociedades de Siria, Libia e Irak. Esas sociedades europeas que hoy sufren el dolor de la muerte y la destrucción y con las cuales sin duda el mundo se solidarizan, deben también interpelar a sus autoridades. Al mismo tiempo que expresan su indignación frente a crímenes horrendos deben, con voz firme y alta, exigir el cese de las crímenes contra otros pueblos y respetarlos en su diversidad. Las sociedades que hoy sufren lo que pueblos como el Sirio, Libio, Palestino, Yemení, Iraquí, el pueblo de Bahréin soportan diaria y crónicamente debe servir de estímulo para que los pueblos del mundo se levanten y exijan el fin de injerencia y apoyo a grupos terroristas que siembran de muerte y dolor nuestro mundo.

Los europeos hoy en día están llamados interpelar a sus gobiernos, que apremien a regímenes como el saudí, a la entidad sionista, las Monarquías feudales del Golfo Pérsico a que termine de una vez con su apoyo y sostén al terrorismo takfirí, de otro modo nuevas sociedades europeas seguirá sufriendo atentados y muertes. Ayer fue París, hoy Bruselas, ¿mañana? Puede ser Londres, Berlín o Roma. Si no existe una visión y una conducta global de gobiernos, de organismos internacionales y sus sociedades de rechazo al terrorismo, como también a aislar opiniones y conductas xenófobas y racistas como las del aspirante presidencial estadounidense Donald Trump quien ha llamado a cerrar las fronteras de su país, como ayer llamaba a vetar el ingreso de musulmanes a Estados Unidos.

A Trump, como no, se sumó el otro aspirante republicano Ted Cruz – de familia inmigrante también -. En un comunicado emitido el mismo día de los atentados, el senador por Texas llamó a autorizar a las fuerzas del orden para que patrullen, vigilen y tomen control de los vecindarios musulmanes «antes de que se radicalicen. Nuestros aliados europeos están viendo ahora las consecuencias de una mezcla tóxica de inmigrantes entre los que se han infiltrado terroristas y barrios musulmanes aislados y radicales». Así, de este modo, pensar en un mundo mejor es lisa y llanamente imposible.

Si no se trabaja en aislar al terrorismo y sus financistas, sus apologistas y valedores, todo lo que sea solidaridad circunstancial es estéril. Ser parte de rechazos o manifestaciones donde se enarbole el Je Suis Paris, Je Suis Bruselas sin que vaya acompañado del Je Suis Palestina, Je Suis Beirut, Je Suis Siria o Je Suis Libia, no sirve. De otro modo estaremos avalando la hipocresía y la doble moral. Uno de cada cuatro habitantes de Bruselas es Musulmán, ellos, como la gran mayoría del mundo desean vivir en paz y ser respetados en su diversidad, algo que no desean ni los radicales salafistas ni los halcones belicistas de Washington y sus aliados. Son estos nuestros enemigos.

Articulo del Autor Cedido por Hispantv

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.