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El Salvador

¿Existe un plan golpista de la derecha?

Fuentes: Rebelión

Durante los últimos días la idea de que los sectores oligárquicos del capital, es decir la derecha políticamente representada en el partido ARENA, estaría forjando un largo proceso de golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, se ha extendido a la opinión pública. Incluso sectores que se reivindican marxistas dentro del FMLN […]

Durante los últimos días la idea de que los sectores oligárquicos del capital, es decir la derecha políticamente representada en el partido ARENA, estaría forjando un largo proceso de golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, se ha extendido a la opinión pública. Incluso sectores que se reivindican marxistas dentro del FMLN han asumido como certera la posibilidad del supuesto plan golpista1.

En este artículo queremos apuntar porqué creemos que tal plan de golpe de Estado «suave»2 (como han advertido los voceros del FMLN, intelectuales ligados al partido y otras personalidades, etc.) más que ser algo real, es una maniobra de la dirección del FMLN para sostener a sus bases y evitar cualquier posible fuga y/o ruptura dentro de sus filas y garantizar así la continuidad del proyecto de dominación política de la cúpula tanto en el partido como en el ejecutivo. Esto no significa que no exista un plan de desgaste de la derecha oligárquica, pero dicho plan dista bastante de ser un golpe de Estado y, en todo caso, las derivas del mismo se encuentran más en las manos del gobierno y el FMLN que en la derecha oligárquica.

Una premisa necesaria: la burguesía es un bloque heterogéneo

Un primer elemento a tener presente para comprender la dinámica política contemporánea del país, es que la burguesía es un bloque heterogéneo, no una unidad monolítica. En efecto, en el país históricamente se ha desarrollado un sector de la burguesía no ligado directamente a las actividades productivas hegemonizadas por los sectores oligárquicos del capital y, consecuentemente, dichos grupos han desarrollado intereses relativamente distintos del sector oligárquico3.

Después de las reformas neoliberales de la década de los noventa y con la privatización de la banca, los sectores oligárquicos que obtenían sus utilidades sobre la base de la explotación agrícola, trasladaron sus capitales al sector financiero, el cual hegemonizaron. Desde la banca, posteriormente, controlaron casi por completo la actividad económica del país.

Mientras tanto, los oligarcas individuales que no fueron capaces o no tuvieron la inteligencia para trasladar su capital al sector financiero fueron arrastrados por el poder especulativo de la oligarquía ya convertida en financiera y vieron como las utilidades que rendía su capital hace algunos años atrás se fueron al abismo. A estos sectores desplazados del núcleo oligárquico hay que sumar algunos empresarios del comercio, la industria u otras actividades que no tenían asidero en el núcleo financiero y que, desde el punto de vista económico, trabajaban bajo el imperio de la especulación financiera del núcleo oligárquico.

Por último, desde el 2009 cuando llega a la presidencia por vez primera el FMLN (bajo la figura de Mauricio Funes) el conglomerado de empresas Alba aprovecha la posibilidad de potenciar su tejido empresarial escuetamente construido desde el 2006. Alba realiza una serie de alianzas comerciales con sectores no oligárquicos del capital, formando con ellos una serie de núcleo empresarial no oligárquico, aún bastante primitivo4.

En la actualidad pues, la burguesía se divide en dos grandes polos: por un lado están los sectores oligárquicos del capital (ahora con mucho menos poder que hace una década cuando controlaban por completo la banca5) representados políticamente en ARENA y con un aparataje institucional de vieja data (FUSADES, ANEP, Cámara de Comercio, etc.) y por el otro el núcleo no oligárquico políticamente representado en la cúpula del FMLN (y por medio de ella, en todo el partido) y los sectores que desde 1989 fueron quedando marginados del núcleo financiero de la oligarquía salvadoreña.

¿La derecha derrocaría un gobierno neoliberal?

Hecha la aclaración anterior, la discusión de la posibilidad de un golpe de Estado no hay que situarla ya como la conflagración de la «burguesía» contra un gobierno «popular, de izquierda o, que trabaja en favor de los pobres». Si el argumento es, en efecto, que los sectores oligárquicos están en la trama de un lento proceso golpista contra el gobierno del FMLN, la cuestión debe plantearse en los términos siguientes: los sectores oligárquicos del capital planean dar un golpe de Estado «suave» al gobierno políticamente representante de los sectores no oligárquicos del capital.

Y entonces hay que resolver la cuestión siguiente: ¿Cuáles son las razones por las cuales un sector de la burguesía (el sector oligárquico) se embarcaría en un plan de golpe de Estado contra otra fracción de la burguesía (el sector no oligárquico)?

La verdad es que históricamente las pugnas inter-burguesas han terminado no pocas veces en cruentos golpes de Estado. Sin embargo eso no significa que sea una norma general, sobre todo en la etapa actual de democracia neoliberal con relativa estabilidad sociopolítica, donde los conflictos entre las elites suelen arreglarse por la vía institucional.

De todas formas, los voceros del FMLN, algunos intelectuales y otras personalidad han defendido la tesis del posible «golpe suave» arguyendo que los sectores oligárquicos desean y están luchando por apoderarse nuevamente del ejecutivo y, sobre todo, que esa lucha es desesperada y adquiere matices violentos. La verdad es que no se puede negar la veracidad de esta proposición: todos los sectores oligárquicos (la presa, las cámaras y gremiales empresariales, el partido ARENA, etc.) se encuentran en una lucha desesperada por desprestigiar al gobierno del FMLN, buscando con ello recuperar el poder ejecutivo que perdieron en el 2009.

Sin embargo, de una premisa correcta como esa no pueden extraerse conclusiones como las supuestas conspiraciones de un «golpe suave». En efecto, y como decimos más adelante, la crítica desesperada de los sectores oligárquicos solo expresa su anhelo y lucha por conquistar de nuevo el ejecutivo pero en ningún momento que el camino por el cual hayan resuelto hacerlo -al menos hasta hoy- sea el golpismo.

En todo caso, si los defensores de la tesis del «golpe suave» sostienen que la vía por la cual ha optado la derecha oligárquica intentar recuperar el ejecutivo es precisamente el golpismo deben explicar por qué los sectores oligárquicos se embarcarían en semejante empresa demasiado riesgosa cuando el gobierno del FMLN no solo sostiene el modelo de acumulación de capital neoliberal que resulta orgánico a los intereses empresariales oligárquicos, sino que garantiza la estabilidad de sus negocios y del régimen político salvadoreño, sostiene la estructura de recaudación tributaria básicamente intacta, la estructura de la evasión, la elusión y el contrabando heredados de los gobierno de ARENA y que constituye un mecanismo extraordinario de acumulación de capital de las empresas oligárquicas, e incluso, las normas institucionales del régimen político antidemocrático del país.

Es más, visto desde esa perspectiva, el planteamiento de un golpe de Estado sería contraproducente a los intereses del capital oligárquico, pues no sólo vendría a poner en aprietos la estabilidad sociopolítica que actualmente reina en el país (y consecuentemente la estabilidad de sus negocios y la obtención sin mayor riesgos de grandes tasas de utilidades en sus empresas), sino que verían seriamente lesionados todos sus organismos políticos e institucionales desde los cuales de una u otra forma mantiene su dominación política, particularmente su partido ARENA.

El significado real de la tensión política

De todas formas no faltará quien argumente que si bien es cierto que el FMLN mantiene el patrón de acumulación de capital propio de los sectores oligárquicos, la estructura tributaria regresiva e injusta y, de conjunto, toda la política económica originaria de los gobiernos de ARENA, este partido de derechas buscaría sacar a Cerén y al FMLN del ejecutivo por la vía del golpismo debido a dos razones fundamentales: a) ARENA y los sectores oligárquicos buscarían bloquear un supuesto proceso de cambios lentos iniciados por el gobierno que irían por la vía de la superación pacifica del modelo de acumulación neoliberal y el sistema de producción capitalista en su conjunto. La expresión de este supuesto proceso serían las políticas de asistencia social (vaso de leche, útiles, uniformes y zapatos escolares, pensión mínima al adulto mayor, reparto de semillas agrícolas, etc.) y el control del aparataje institucional del Estado, entre otros; y b) ARENA y los sectores oligárquicos buscarían evitar el ascenso del conglomerado de empresas Alba y la consecuente pérdida de poder económico de las empresas ligadas al núcleo oligárquico.

La primera causa es irreal e inconsistente, aparte de que choca con la situación descrita arriba en este texto. Además, últimamente ha quedado claro que los gobiernos del FMLN no han hecho sino potenciar y ampliar las políticas de asistencia social iniciadas en la gestión presidencial del ex arenero Antonio Saca6. Aparte, dichas políticas han sido avaladas por los bancos internacionales y los organismos financieros del imperialismo, sirviendo como medida de contención de un posible auge de la protesta y el descontento social7. Mientras tanto, la segunda razón si nos ubica en un campo real: la disputa de los sectores Alba y ANEP, el sector emergente del capital no oligárquico versus las empresas de los conglomerados históricamente oligárquicos.

Pero esto nos lleva nuevamente a un punto ya mencionado: la disputa es, si se quiere, una pugna en las alturas, en el seno del bloque heterogéneo de ese sector de clase que llamamos burguesía. La disputa sería, consecuentemente, no por la hegemonía de dos proyectos históricos distintos (es decir dos formas de organización de la vida colectiva), ni siquiera por la prevalencia de dos modelos distintos de acumulación de capital, sino por la dirección tanto del Estado y sus instituciones así como del mundo empresarial, es decir por la hegemonía del capital local.

En ese sentido pues, los rumores de golpe de Estado, la desestabilización real de los grupos de derecha, las disputas por el control de las instituciones estatales, las exigencias de la conformación de comisiones internacionales contra la corrupción, el alza de los homicidios (e incluso, posiblemente, el paro del transporte público supuestamente decretado por las pandillas los días 27, 28 y 29 de julio), etc. no vendrían a ser más que la expresión de la disputa (agria, violenta y desesperada pero no golpista) de los sectores del capital oligárquico en pugna contra el proyecto de dominación del sector no oligárquico del capital, por ahora representado políticamente (y no del todo, ni orgánicamente) en los partidos FMLN y GANA.

El desgaste: el verdadero objetivo de la oligarquía

Entonces ¿Si no es golpe de Estado «suave» que es? ¿Acaso los sectores oligárquicos del capital van a movilizar sus recursos sin objetivo alguno? La respuesta es, obviamente, no. No es golpe de estado lo que la oligarquía quiere lograr; sin embargo si es desestabilizar, desgastar al gobierno de Sánchez Cerén y recuperar el ejecutivo, pero por no por la vía golpista, sino por un doble camino: la combinación de la acción institucional-legal y la lucha de calle, la desestabilización institucional e incluso la violencia y el terror.

En efecto, si los sectores oligárquicos logran realizar acciones de calle (por mínimas que sean) e inducir efectivamente en su favor lo que los politólogos llaman el «error fundamental de atribución» (consistente en inducir a la opinión publica en el sentido de atribuir problemas sociales y económicos al Estado o algún gobierno en cualquier nivel)8, aprovechándose de los problemas causados por el modelo de acumulación neoliberal y la situación semicolonial del país, la derecha oligárquica estaría en condiciones de generar un clima de caos relativo, incertidumbre colectiva y, fundamentalmente, desgaste político.

La táctica es meticulosa y bien cuidada, quizás más compleja que un golpe de Estado «suave»: desestabilizar hasta donde se pueda, sin dañar el aparato político oligárquico (ARENA), ni la legitimidad del aparataje de prensa, ni otros organismos de la «sociedad civil»9 (FUSADES, ANEP, etc.), lo que garantizaría, por su parte, un clima de desgaste mediático al gobierno y al FMLN, pero no un ambiente de desestabilización sociopolítica que afecte la operación normal del mercado y del mundo empresarial (y, consecuentemente las utilidades de las empresas oligárquicas). La idea es sostener primero, luego ampliar y profundizar el desgaste, hasta deslizarse a la coyuntura electoral (o forzar una, aunque esta tesis es menos probable) y derrotar al partido FMLN por la vía institucional, quizás primero en las elecciones parlamentarias y luego en las presidenciales.

La táctica del FMLN: sostener a sus bases

Si lo que buscan los sectores oligárquicos del capital no es dar un golpe de Estado, sino el desgaste del gobierno y el partido FMLN ¿Por qué este partido declara públicamente que existe un plan golpista de la derecha, cuando vociferar sobre un supuesto golpe de Estado no hace sino alentar las voces de los sectores más de derecha de la oligarquía que posiblemente sí estarían por la vía del golpismo10, alentando a la vez la estrategia general del sector oligárquico consistente, como hemos dicho, en desestabilizar y desgastar al gobierno (para lo cual a la vez necesita de la acción decidida de los sectores más a la derecha proclives al golpismo) con el objetivo de, posteriormente, arrebatarle el ejecutivo desde las elecciones?

Dos respuestas caben a la aparente paradoja: a) la primera es que existe la posibilidad de que la alta dirigencia del FMLN no comprenda la dinámica y las particularidades de la táctica política de la oligarquía, ante lo cual exponen voces de alerta sobre un supuesto plan golpista; lo que no han comprendido, como advierte Tojeira (21.07.2015), es que vociferar sobre un plan de golpe resulta una oportunidad política para los sectores oligárquicos; y b) la segunda hace referencia a que la dirección del FMLN ha resuelto jugarse la coyuntura con la denuncia de un plan de golpe de Estado en marcha por una doble razón: evitar por esta vía la movilización y la protesta social de los escasos sectores subalternos que actúan con independencia del gobierno y el FMLN (reprimiendo la lucha o, como es más posible, deslegitimándola, infundiendo en la opinión pública la idea de que la protesta social en momentos donde existe un plan golpista de la derecha solo beneficia a los sectores oligárquicos, o ambos) y, a la vez, mantener en su «redil» al conjunto de la militancia un poco descontenta con las orientaciones un tanto conservadoras de la dirección farabundista, así como sostener el apoyo electoral de la población con simpatías hacia este partido político, particularmente de las capas medias urbanas.

¿Es posible otra vía?

Con todo lo expuesto hasta acá no queremos decir que los sectores oligárquicos del capital hayan descartado para siempre de su repertorio de acción el golpismo. Lo único que queremos dejar establecido es precisamente que en la agenda actual de la oligarquía en su conjunto no está planteado -al menos hasta hoy- la planificación de un «golpe suave» contra el gobierno de Sánchez Cerén. Esto no significa, como es natural, que tal actitud se mantenga constante; no obstante el viraje de una táctica política de desgaste a una de golpismo depende más de la respuesta del gobierno y el FMLN a las provocaciones de la derecha oligárquica que de la dinámica misma de la acción de estos grupos.

Por supuesto que la oligarquía puede aprovechar los errores políticos y tácticos, así como la acción gubernamental, para forzar al FMLN y al gobierno a una labor más decidida contra los movimientos de los grupos oligárquicos, quizás incluso hasta la represión, pero en última instancia, el cambio de una táctica de desgaste a una golpista está más en manos del gobierno del FMLN que en la de los propios grupos oligarca quicos.

Dejemos las cosas más claras. Supongamos tres posibles vías de desarrollo de la coyuntura actual: imaginemos que las acciones de la oligarquía se trasladen a las calles con movilizaciones, por muy mínimas que sean, que los ataques mediáticos aumenten, que el crimen organizado y el actuar pandilleril se recrudezca y el ambiente sociopolítico tienda a tensarse un poco más, desgastando con ello al gobierno de Sánchez Cerén; el gobierno tendrá tres posibilidades de acción: a) o se cierra a las demandas de la oligarquía (demandas como mesas de negociación para tratar el tema de seguridad, la economía o incluso la petitoria de destitución de ministros, etc.) y recurre a la represión, abriendo con ello la posibilidad de radicalización de los grupos oligárquicos; b) se abre completamente (tesis poco probable) a las peticiones de la oligarquía, demostrando fragilidad y, consecuentemente, dando paso a que la derecha termine rebasándolo, sumergiendo al gobierno entero en crisis y abriendo la brecha para un desgaste profundo y una derrota electoral incluso adelantada; o c) el gobierno utiliza una combinación de ambas, cediendo a las demandas que podrían afectar a la opinión pública (seguridad y economía) o incluso utilizar técnicas tendientes a revertir o menguar «el error fundamental de atribución», aislando el actuar de los grupos oligárquicos y derrotando el plan desestabilizador y de desgaste de la derecha.

En cualquier caso, desde el punto de vista del gobierno y el FMLN, lo más sensato sería optar por la tercera vía, no obstante no es una acción mecánica a seguir: el gobierno debería percatarse primero de las tres posibilidades abiertas, para continuar luego la marcha decidida hacia la tercera, donde seguramente encontrará oposiciones, tensiones y una variedad de fuentes de conflicto.

Conclusiones

Como hemos dejado establecido a lo largo del texto, en la coyuntura actual no está planteado un plan de golpe de Estado «suave» por parte de las fuerzas oligárquicas del país -lo que no significa que estos grupos hayan abandonado la táctica del golpismo, sino simplemente que la forma de acción utilizada actualmente por estos grupos para retomar el control del ejecutivo no es el golpe de Estado, sino el desgaste y la combinación de la lucha de extra institucional e institucional-. En ese sentido, el verdadero plan en marcha es el de desgaste lento y progresivo con el objetivo de derrotar al FMLN en las elecciones.

Por otro lado, el plan de desgaste de los sectores oligárquicos dista mucho de dirigirse contra un gobierno popular o anticapitalista -ni siquiera, anti neoliberal-, sino más bien contra la administración gubernamental de un partido cuya cúpula representa un sector importante del nuevo núcleo empresarial no oligárquico; núcleo que desde su propio tejido empresarial y en contubernio con el Estado intentan hegemonizar el bloque dominante en el país, incluido el aparato Estatal, la sociedad civil y el mercado.

En ese sentido, los sectores subalternos que actúan con independencia del gobierno y la derecha oligárquica en lugar de defender al gobierno y paralizar la protesta social deberían aprovechar esta ruptura en las alturas para exigir sus reivindicaciones, pero también emprender la lucha contra los sectores oligárquicos, demostrando a la vez la inconsistencia del gobierno y el FMLN en la lucha contra éstos. Se trata pues, en concreto, de demostrar, en la práctica de qué forma hay que luchar contra el desgaste y los intentos de la derecha oligárquica de retomar el ejecutivo, sin apoyar al gobierno y al FMLN, demostrando a la vez la incapacidad o la negativa del gobierno en luchar verdaderamente por desmantelar los aparatos institucionales de la derecha oligárquica y sus negocios. Se trata de levantar las banderas de la nacionalización del transporte público, la recuperación de las empresas privatizadas por los gobiernos de ARENA, la salida del dólar y las rupturas con los TLC´s, el no pago de la deuda externa y la reestructuración de la economía y el modelo de acumulación de capital.

Notas:

1 El Bloque popular Juvenil (BPJ), organización nacional de la Corriente Marxista Internacional (CMI), por ejemplo, decía hace poco que se deberían tomar «paso[s] efectivo[s] para responder a la guerra de la burguesía, que reaccionara inmediatamente desenmascarando sus planes golpistas, usando a las pandillas e incluso al ejército mismo contra la clase trabajadora». Aunque recientemente parecen haber corregido la línea y vislumbrar dos posibles márgenes de acción de la burguesía oligárquica: «ya sea por acciones golpistas de «mecha lenta» (una desestabilización progresiva al gobierno para derrocarle en la próxima elección), o de mecha rápida (golpe de Estado inmediato ante la «incapacidad» del gobierno)».

2 Las tesis del «golpe de Estado suave» se apoyan en el texto de Sharp (2003).

3 La primera expresión del disenso al interior de la burguesía que trascendió políticamente podemos encontrarla en el periodo presidencial de Pío Romero Bosque (1927-1930), las elecciones relativamente libres de 1930 y el ascenso de Arturo Araujo (1930). Los estudios que abordan por esta vía las disputas de aquellos años son Guidos Véjar (1980) y Menjívar Larín (1979, Cap. II). Un estudio más reciente que aborda de paso esta problemática de la dinámica de los distintos sectores de la burguesía es Baloyra (1984, Cap. II).

4 Para tener una mejor comprensión sobre el desarrollo político de este núcleo no oligárquico es necesario recordar que éste ha tenido dos experiencias de unidad en un frente electoral, primero en el 2009 para llevar adelante la candidatura de Mauricio Funes donde se unieron con el FMLN y el grupo Alba grandes empresarios como Miguel Menéndez, importador y vendedor de armas, propietario de la Compañía Salvadoreña de Seguridad, S.A. de C.V., de la empresa Kawaki, la marca de ventiladores y principal exportadora de productos plásticos en El Salvador y de la estación de combustible Horse Power; Nicolás Salume, cabeza empresarial de la familia Salume vinculada a empresas como Mister Donut, Biggest, Nash, a la empresa de granos Molinos de El Salvador (MOLSA) y el periódico digital Diario1; y otros personajes, talvez de menor significancia económica, pero con fuerte presencia política, como los hermanos Cáceres (Gerardo Cáceres es propietario de la compañía de cobros denominada Puntual S.A. de C.V.) y el grupo de granos GUMARSAL. Posteriormente en el 2014, para la candidatura de Sánchez Cerén, a la alianza tejida en el 2009 se sumaron algunos cafetaleros como los Salaverría y el sector de Antonio Saca, quienes lograron introducir al nuevo gobierno dos funcionarios importantes: el ministro de economía Tharsis Salomón y Merlin Barrera Viceministra de Comercio e Industrias. Para ampliar sobre la dinámica de las elecciones del 2014 incluyendo la formación de esta alianza de sectores no oligárquicos puede consultarse mi trabajo 12 tesis sobre las elecciones presidenciales del 2014 en El Salvador.

5 Recordemos que desde el 2005, 2006, 2007 la banca fue vendida al capital extranjero. Los círculos del capital oligárquico local siguieron ocupando, posiblemente, un lugar importante en el sistema financiero pero naturalmente subordinado al capital extranjero. (Ver Arias 2010, pg. 126 y ss). Si el lector quiere profundizar en el estudio del dominio financiero de la oligarquía en el período anterior a la venta de la banca al capital extranjero puede consultar el clásico estudio de Paniagua (2002).

6 Como ejemplo, uno de los programas de asistencia social de la gestión de Saca que los gobiernos del FMLN profundizaron es la «Red Solidaria» que otorgaba un subsidio a las familias en situación de extrema pobreza residentes en los municipios más pobres del país, así como también el programa «FOSALUD» que, al menos formalmente, descentralizaba el sistema de Salud, llevándolo a los barrios pobres con una cobertura de 24 horas al día. En los hechos, los programas sociales fueron instrumentos de manipulación electoral del partido ARENA.

7 La CEPAL y la OEA respaldaron no sólo los programas de asistencia social del gobierno de Mauricio Funes, sino también la creación de la Ley de Desarrollo y Protección Social de El Salvador, que convierte en política de Estado los programas sociales como el Vaso de Leche; la dotación de uniformes, zapatos y útiles escolares, la entrega de paquetes agrícolas; la Pensión Básica Universal; Ciudad Mujer; Acceso y Mejoramiento de Viviendas; Atención Integral a la Primera Infancia, etc.

8 Los teóricos de la acción colectiva y los movimientos sociales definen el «error fundamental de atribución» como «la tendencia de la gente a explicar la situación en la que se encuentra en función de las deficiencias individuales, más que por medio de la atribución de deficiencias al sistema. Ross (1977) asume que este fenómeno es más frecuente en sociedades que generan aislamiento que en aquellas en que se promueven las organizaciones. (McAdam, McCarthy & Zald, 1999, pg. 31). Ampliando el concepto de Ross, podemos decir que las elites (en nuestro caso los sectores oligárquicos) pueden inducir a la opinión pública en un sentido inverso el «error fundamental de atribución», es decir, desviar las valoraciones de la gente sobre la problemática social, desde las variables individuales a las variables de la acción estatal y gubernamental. La ausencia de tejido organizativo y redes organizativas formales e informales entre los sectores subalternos facilitaría tal viraje, mediante la presa y demás medios a la disposición de los grupos oligárquicos.

9 Usamos el concepto de «sociedad civil» en su sentido gramsciano, es decir como el «conjunto de los organismos vulgarmente denominados ‘privados'» (Gramsci, 1967, pág. 30) y que según Castell (1997, pág.31) «está[n] formad[os] por una serie de aparatos, como las iglesias, los sindicatos, los partidos, las cooperativas, las asociaciones cívicas, etc. que por una parte prolongan la dinámica del Estado pero por otra están arraigados entre la gente» (Castell, 1997, pág. 31).

10 Aquí retomamos la tesis del sacerdote Tojeira, con la cual concordamos, cuando éste dice que «Es posible que a algunos fanáticos de la derecha les gustara la idea de un golpe, pero son demasiado pocos y demasiado débiles como para poder impulsar la historia salvadoreña actual en esa dirección. Que haya quienes se quiere aprovechar de los fanáticos con fines de desgaste es otra cosa. Pero mencionar el tema del golpe de estado es hacerles propaganda a quienes, aunque irrealizables hoy, puedan tener ese tipo de intenciones». (Tojeira, 21.07.2015).

Trabajos citados

Arias Peñate, S. (2010). Atlas de la pobreza y la opulencia en El Salvador. San Salvador: Talleres gráficos UCA.

Arriola, J. (02 de Enero de 2014). 12 tesis sobre las elecciones presidenciales del 2014 en El Salvador. ContraPunto, págs. http://www.contrapunto.com.sv/prensa-ciudadana/12-tesis-sobre-las-elecciones-presidenciales-del-2014-en-el-salvador.

Baloyra, E. (1984). El Salvador en transición. San Salvador: UCA editores.

BPJ. (28 de Julio de 2015). Hacia la nacionalización del transporte colectivo, por la construcción del socialismo en El Salvador . Obtenido de http://www.bloquepopularjuvenil.org/: http://www.bloquepopularjuvenil.org/node/1099

BPJ. (27 de Julio de 2015). Paro de transporte: un ataque más a la clase trabajadora. Obtenido de http://www.bloquepopularjuvenil.org/.

Castell, M. (1997). La era de la información: economía sociedad y cultura. Volumen II: el poder de la identidad. México D.F.: Siglo XXI editores.

Gramsci, A. (1967). La formación de los intelectuales. México D.F.: Editorial Grijalvo.

Guidos Véjar, R. (1980). El ascenso del militarismo en El Salvador. San Salvador: UCA editores.

McAdam, D., McCarthy, J. D., & Zald, M. N. (1999). Oportunidades, estructuras de movilización y procesos enmarcadores: hacia una perspectiva sintética y comparada de los movimientos sociales. En e. d. Movimientos sociales: perspectivas comparadas. Oportunidades políticas, McAdam, Doug; McCarthy, John D.; Zald, Mayer N. (págs. 21-46). Madrid: Alianza editorial.

Menjívar, R. (1979). Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño. San Salvador: UCA editores.

Paniagua Serrano, R. (2002). El bloque empresarial hegemónico salvadoreño. ECA , 609-693.

Sharp, G. (2003). De la dictadura a la democracia. Un sistema conceptuial para la liberación. Estados Unidos: The Albert Einstein Institution.

Tojeira, J. M. (21 de Julio de 2015). ¿Golpe de Estado? Diario CoLatino , págs. http://www.diariocolatino.com/golpe-de-estado/

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