La clonación de asesinos a imagen y semejanza de Augusto Pinochet, como el expresidente colombiano Álvaro Uribe y el opositor venezolano Henrique Capriles, y los planes de desestabilización que se materializan hoy contra gobiernos progresistas de la Patria Grande evidencian que el fantasma del difunto dictador chileno y del brutal «Plan Cóndor», ambos «Made in […]
La clonación de asesinos a imagen y semejanza de Augusto Pinochet, como el expresidente colombiano Álvaro Uribe y el opositor venezolano Henrique Capriles, y los planes de desestabilización que se materializan hoy contra gobiernos progresistas de la Patria Grande evidencian que el fantasma del difunto dictador chileno y del brutal «Plan Cóndor», ambos «Made in USA», merodean aun por esta región de paz y unidad.
Los asesinatos este miércoles del joven diputado socialista venezolano Robert Serra y de su novia no son otra cosa que crímenes selectivos al estilo del «Plan Cóndor», ideado y aplicado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, en América Latina durante las décadas de los años 60 y 70, e incluso del 80, de la centuria pasada.
Las continuas agresiones violentas, económicas y mediáticas de que son blancos Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia, Brasil, entre otros países, además del arreciado bloqueo impuesto por Washington a Cuba, son claras pruebas de que esos fantasmas deambulan, y se pretenden resurgir por la actual administración norteamericana para desestabilizar Latinoamérica.
Sus actores son verdugos al estilo de Pinochet, como Uribe, Capriles y Luis Posada Carriles, por citar algunos, que matan o lo mandan a hacer por orden de la CIA y otros servicios de inteligencia estadounidenses, y ejecutan acciones de subversión para intentar destronar a gobiernos revolucionarios legítimamente electos.
Algunos regímenes represores europeos como el español del mandatario Mariano Rajoy, otro palanganero de la Casa Blanca idéntico a su paisano José Maria Aznar, igualmente se prestan para hacer trabajos sucios, como ya lo han hecho, contra Venezuela, Brasil y Argentina en reiteradas ocasiones.
Por supuesto que Washington no quiere otra cosa que revertir los cambios a favor de la independencia, la soberanía y la integración de los pueblos que se expanden como la arena del desierto desde el Rio Bravo hasta la Patagonia, y los cuales resquebrajan su dominio imperial.
Estados Unidos desea recuperar el terreno perdido en América Latina, e imponer a sus otrora marionetas, y los regímenes neoliberales que saquearon y destruyeron las economías de esta región, ahora en crecimiento en favor de sus pueblos.
La Casa Blanca ensaya volver a los tiempos del «Plan Cóndor», cuando fueron asesinadas más de 50 mil personas, 35 mil resultaron desaparecidas y 400 mil fueron apresadas y torturadas.
El joven diputado venezolano Serra y su compañera son las más recientes víctimas de la política agresiva y desesperada de Washington, que ve venir su desmoronamiento, pero que es capaz, con su locura, de exterminar el planeta tierra antes de sucumbir.
Ha llegado ya la hora cero para que el mundo ponga freno definitivo a un Imperio que se burla de las leyes internacionales, de las Naciones Unidas, y de todo lo que signifique paz, armonía y solidaridad para la humanidad.
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